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viernes, 8 de enero de 2021

PARÍS DE A DOS

EN PARÍS SON LAS ONCE

Francisca Mauas


Bo Bartlett



Era la novia más triste, la más ausente, la más indecisa. Los parientes y amigos, tanto del

novio como de ella, la miraban absortos. Algunos se preguntaban si esto – que la novia

llorara mientras el cura los casaba – sucedía por primera vez en la historia. Quizás pasara

en matrimonios arreglados, en los que en general las mujeres no conocen al hombre con

el que se van a casar. Pero no era el caso. Esta pareja se quería. Tenían una historia breve,

sí, pero nadie los obligaba a casarse. Salvo que hubiera algún secreto, algo que nadie sabía

y que hacía que la novia estuviera tan angustiada.

Una vez que dieron el sí, las cosas se calmaron un poco. Muchos sintieron ganas de

acercarse a ella, de preguntarle si estaba bien, pero nadie lo hizo. Dejaron todo como

estaba. Serían nervios, emoción, y en todo caso ella no era ninguna tonta y pronto se

recuperaría.

En la fiesta la gente se divirtió. Bebieron, comieron, bailaron. La decoración era sencilla y

la comida también. Tarde, muy tarde, casi de madrugada, se fueron los invitados y

también los novios.

Al llegar al hotel donde pasarían su noche de bodas León, flamante marido, le preguntó a

Rosalía por qué al momento de casarse había llorado tanto. Ella titubeó y se rascó la

cabeza, con algunos gestos propios de quien no sabe qué responder. Pasaron algo así

como diez segundos y no dijo nada. León se resignó, prefirió no indagar y la besó. Se

metieron en la cama y, abrazados, se quedaron dormidos.


Camille Pissarro, Place du Theatre francais


Cuando León despertó, con dolor de cabeza y mareos de resaca, no encontró a su mujer

en la cama, ni en el baño ni en el pequeño balcón francés que se abría a un campo de

flores lilas y azules. Estará en recepción, pensó, o habrá salido a tomar aire. Pero no:

Rosalía se había ido.

La gente del hotel le dijo a León que ella había pedido un taxi y que no sabían mucho más.

Algunos lo miraron con pena, otros con sospecha.

León se fue a su casa, la que ahora se suponía debía compartir con Rosalía. Y una vez allí,

tomó la agenda y llamó a los padres de ella, a los de él, a sus amigos, a cualquiera que

pudiera darle alguna información. Nadie sabía nada. Le dijeron que tuviera paciencia, que

ya aparecería, que las malas noticias llegan pronto.

León no pensaba que a Rosalía le hubiese pasado algo malo. Se había ido en un taxi, por

propia voluntad. Aunque eso era lo peor del caso. Nadie la había obligado, ni secuestrado,

ni convencido de que huyera. Ella sola había escapado sin siquiera despedirse.

Esperó. Se quedó quieto, fumó cigarrillos, bebió whisky y leyó el diario del día anterior,

que habían pasado por debajo de la puerta.

Se hizo de noche y no pudo comer. Su garganta era un árbol seco. Sintió frío aunque era

verano. Pensó en ir a algún bar a seguir bebiendo pero temió que Rosalía llamara justo en

su ausencia. Durmió en el piso, prohibida toda comodidad hasta tener noticias de su

esposa.

A las seis de la mañana sonó el teléfono en el pesado sueño de León. En el sueño atendió,

pero el teléfono aún sonaba. Abrió los ojos y los abrió mucho más cuando se dio cuenta

de que el teléfono sonaba en realidad. Atendió tan rápido que Rosalía notó su voz agitada

cuando dijo hola, un hola cálido, no el que León o cualquiera hubiera imaginado en esas

circunstancias. En París son las once, le dijo ella. ¿En París? dijo León. 

Camille Pissarro, Boulevard Montmartre


Y la conversación fue hacia lugares conocidos: él sabía que a Rosalía le gustaba Francia, un lugar al que siempre había querido ir, una asignatura pendiente desde su adolescencia, desde el día en que

había conocido a Germain, un violinista mayor que ella, adinerado, intelectual, que estaba

en la ciudad por un concierto. Por un momento León se quedó sin palabras. Imaginó lo

peor. Imaginó lo que cualquiera hubiera imaginado, es decir que Rosalía había ido a

buscar al tal Germain, a decirle que huía de su matrimonio, que había tenido que llegar al

altar para darse cuenta de que era a él, a su amor adolescente, a quien en realidad ella

quería. Pero enseguida él recordó con alivio que Germain estaba muerto. Que los dos, él y

Rosalía, habían leído juntos en el diario la noticia de su trágica muerte. León suspiró y

Rosalía supo lo que él había recordado. Habló un poco más sobre París. Había llegado

hacía un par de horas pero ya había podido ver un parque nevado, a una niña con bufanda

y a un perro con boina. El entusiasmo de ella lo desconcertó y su falta de explicaciones le

hizo pensar que se había vuelto loca. También yo estoy loco, por no preguntarle, por no

pedirle que me explique por qué me abandonó. Todo eso pensaba, pero no se lo dijo. Ella

le dijo que iba a descansar antes de emprender su primer paseo, que tenía que cortar, que

lo llamaría todos los días. Cuando cortaron la comunicación, León decidió que era un buen momento para salir de su casa.

Marc Ribaud, mayo 68


Francisca Mauas, En París son las once, en "En París son las once", Azul Francia Editorial, Buenos Aires, 2020 



PARÍS PUERTAS ADENTRO

Héctor Mauas


París at night


“Tres fósforos de uno en uno encendidos en la noche.

El primero para ver tu rostro todo. 

El segundo para ver tus ojos. 

El útimo para ver tu boca. 

Y la completa oscuridad para recordarme eso

al estrecharte en mis brazos. “


                                           (Jacques Prevert; “Palabras”)



                                                                                

Brigitte Bardot



Alicante


“Une orange  sur la table.

Ta robe sur le tapis. 

Et toi dans mon lit.

Doux present du present.

Fraicheur de la nuit.

Chaleur de ma vie.


                                            (Jacques Prevert; “Paroles”)




Malcolm Liepke


  No nos fue otorgada la gracia de conocer París hasta el fondo de la copa. 

  Pero siempre nos queda vivir, en París, o donde fuere. 

  Y en completa oscuridad, puertas adentro, poner manos a la obra en el escenario del 

Banquete al que cada quien concurre con su goce a desplegar.

  Una vez alli, los fósforos encendidos de uno  en uno alumbran el cuerpo silencioso de la noche.



Camille Pissarro : Boulevard Montmartre a la noche ( 1897)


Héctor Mauas, París puertas adentro, en "El otro lado de la noche", Azul Francia Editorial, Buenos Aires, 2020 

martes, 14 de agosto de 2018

CONCIERTO EN CENTRO CULTURAL KIRCHNER


(Fragmento de texto en el último concierto en CCK)

"...Los chinos, que habían alcanzado la perfección en el arte de la música dos mil años antes que los griegos encontraran la relación entre el sonido y las matemáticas, decían que la música tiene el poder de disolver las tensiones del corazón.
El arte no es otra cosa que los efectos que produce. La música es sabor auditivo que lentamente se apaga y deja algo en la resonancia…
El silencio no es ajeno al campo de la música, y es parte de los efectos que produce. El silencio entre las notas es tan importante como las notas mismas. Forma parte de la música. No así el ruido.
En Retrato del Artista, Ricardo Piglia escribió que la mítica sordera de Beethoven había sido la primera elección de un artista ante la creciente presencia de la cultura de masas como infierno sonoro. La cultura de masas no es una cultura de la imagen sino del ruido, habría concluído el escritor..."

CONCIERTO EN ACADEMIA DE MEDICINA



(Fragmento del texto en el concierto en Academia de Medicina)
"...¿Cómo fue, entonces, que a fines  del siglo XIX, Buenos Aires llegó a ser reconocida por todos los visitantes como una ciudad hermosa y saludable?
El Río de la Plata, en la época de la colonización española, eclipsó y dominó al resto de las regiones que conformaron el actual territorio argentino.
No había metales preciosos, ni tampoco indios que se prestaran a trabajar para los amos españoles, ni nada que justificara el empleo de grandes masas de mano de obra esclava.
La región tenía algo único: la existencia de ese enorme océano de hierbas que es la pampa.
Don Pedro de Mendoza había traído 72 caballos y años después, otro español, proveniente de Brasil, trajo el ganado vacuno: un toro y siete vacas . Los caballos se convirtieron en 80 mil y en millones las vacas.
Sólo al principio, los colonizadores tuvieron que esforzarse para subsistir, porque luego la pampa y las vacas hicieron lo suyo.
Zona diferente del resto de las colonias.

Hubo  una época en que la cercanía de la pampa abierta era un hecho.
Ya no se siente esa presencia en la ciudad, ni es recorrida por hacienda rumorosa, ni hay palacios habitados..."

CONCIERTO EN EX BIBLIOTECA NACIONAL


(Fragmento del texto en concierto en ex-Biblioteca Nacional Calle México)
"...En los pliegues de la biblioteca,  -en la afortunada desmemoria de las cosas-, permanecieron olvidados, por años, libros que Borges leyó y en cuyos márgenes hizo anotaciones. Se adivina en esta costumbre, entonces, su modo de habitar esta vieja biblioteca nacional, su viejo hábito de perderse, y hacer un agujero hecho de letras en el muro del destino –ese muro que sentencia que todo ha sido vivido y que todo ha sido escrito ya-.
La biblioteca está en San Telmo. Este barrio tiene su propio recorrido en las páginas de Borges.
Forma parte del sur, de la periferia fantasmagórica que eligió para escribir..."

lunes, 11 de diciembre de 2017

MÚSICA E HISTORIA EN LOS PALACIOS DE BUENOS AIRES



MÚSICA BAJO LAS ESTRELLAS
Concierto del Ciclo «Música e Historia en los Palacios de Buenos Aires».
Cuarteto de Amigos y profesora Noemí Pilar Molinero, quien ilustrará el concierto con curiosidades de esta emblemática casona.
Sábado 2 de diciembre a las 21:00 en Artigas 202. ENTRADA LIBRE Y GRATUITA. — en Espacio Cultural Marcó del Pont.

(Fragmento del texto en concierto en Casona Marcó del Pont)
"...Hay músicos que, apenas integrando unos pocos elementos nuevos, modifican la sustancia misma de la estética de su actividad.   
No son rupturas, sino bisagras, podríamos decir articuladores, que permiten que la novedad abra un camino, antes absolutamente inexplorado, e introducen además, nutrientes nuevos que son externos al propio lenguaje. En este caso estamos hablando del lenguaje musical
Eso es lo que hizo Piazzola con el tango..."

sábado, 2 de diciembre de 2017

MÚSICA E HISTORIA EN LOS PALACIOS DE BUENOS AIRES


MÚSICA BAJO LAS ESTRELLAS
Los esperamos en el tercer concierto del Ciclo «Música e Historia en los Palacios de Buenos Aires».
Estaremos acompañados por la profesora Noemí Pilar Molinero, quien ilustrará el concierto con curiosidades de esta emblemática casona.
Sábado 2 de diciembre a las 21:00 en Artigas 202. ENTRADA LIBRE Y GRATUITA. — en Espacio Cultural Marcó del Pont.

(Fragmento del texto en concierto en Casona Marcó del Pont)
"...Hay músicos que, apenas integrando unos pocos elementos nuevos, modifican la sustancia misma de la estética de su actividad.   
No son rupturas, sino bisagras, podríamos decir articuladores, que permiten que la novedad abra un camino, antes absolutamente inexplorado, e introducen además, nutrientes nuevos que son externos al propio lenguaje. En este caso estamos hablando del lenguaje musical.
Eso es lo que hizo Piazzola con el tango..."




martes, 7 de febrero de 2017

CAPITALISMO - CIVILIZACION OCCIDENTAL


``En la mayoria de las sociedades humanas, la categoria propuesta ( mundo occidental, desarrollado, moderno, etc) carece de sentido, esta desprovista de significado.
La clave es que esa categoria ( civilizacion occidental, es decir, capitalismo) no es propuesta, sino impuesta (por la fuerza)...``(*)
Pese a la globalización actual, el gran arte sigue siendo eurocéntrico, modelado en lo esencial en la Europa decimonónica, “que creó no solo el canon fundamental de los “clásicos” –sobre todo en cuanto se refiere a la música, la ópera, el ballet y el teatro—sino también en muchos países, el lenguaje fundamental de la literatura moderna.”
Esta es la “civilización burguesa europea”, que se impone en el siglo XIX y se expande en el ámbito mundial por la vía de la conquista, la superioridad técnica y la globalización económica.
La lógica, tanto del desarrollo capitalista como de la civilización burguesa en sí, estaba destinada a destruir sus cimientos: una sociedad y unas instituciones gobernadas por una élite minoritaria y progresista, que no pudo resistir el triple golpe combinado de la revolución científica y tecnológica del siglo XX , de la sociedad de consumo de masas generada por la explosión en el potencial de las economías occidentales y, por último, el decisivo ingreso de estas masas en la escena política, como clientes y como votantes.
Texto de referencia:``Sociedad y cultura en el siglo xx``, Eric Hobsbawm
(*) Ricardo Piglia, ``Los diarios de Emilio Renzi``, fragmento

https://www.facebook.com/noepilarmolinero/posts/697749943718460

viernes, 18 de noviembre de 2016

LA LECTURA ENEMIGA

Por Ricardo Piglia





La calidad literaria de Sarmiento fue reconocida primero por sus enemigos. Una anécdota contada varias veces por el propio Sarmiento condensa la historia de esa recepción. Rosas, a quien le han enviado servilmente un ejemplar de Facundo, les dice a sus colaboradores: “Así se ataca, señores, a ver si alguno de ustedes es capaz de defenderme del mismo modo”. La lectura enemiga es la que mejor percibe, más allá de los contenidos, la eficacia retórica. La anécdota sobre la opinión de Rosas funda una tradición que se puede contraponer a la lectura liberal de Facundo (de la que las notas de Alsina son el primer ejemplo). Los nacionalistas han valorado la forma inigualable de los textos de Sarmiento. La tradición oficial, en cambio, ha canonizado la verdad de los contenidos y la lección histórica y política de la obra. Por supuesto que Sarmiento está mucho más cerca, en su concepción de la lengua y en su estilo, de los grandes prosistas del nacionalismo (Anzoátegui, Ibarguren, Irazusta, Sánchez Sorondo, Castellani) que de la deplorable tradición estilística de los ensayistas liberales que dicen ser sus discípulos (Mallea, Martínez Estrada, Murena, Isaacson).
Facundo es un caso claro (el más claro diría en toda la literatura argentina) de un texto escrito con una finalidad práctica y extraliteraria que ha ido ganando espacio en la literatura hasta convertirse en un clásico. Los procedimientos de construcción se han hecho más nítidos y han subordinado a los contenidos políticos y a las declaraciones ideológicas. Por una paradoja que es típica en la historia de la literatura este escritor panfletario y comprometido se ha convertido hoy en un escritor para escritores y el Facundo es un laboratorio de formas y de registros estilísticos y de resoluciones narrativas.
La lectura enemiga es una categoría clave en la historia del desplazamiento del Facundo de la política a la literatura. La lectura enemiga siempre lee otra cosa: no la verdad de la obra de Sarmiento, sino sus procesos de encubrimiento y de ficcionalización.
Si el político triunfa donde fracasa el artista, podemos decir que en la Argentina del siglo XIX la literatura sólo logra existir donde fracasa la política. De hecho, el eclipse político y la derrota están en el origen de las escrituras fundadoras de la literatura nacional. Facundo, El gaucho Martín Fierro, Una excursión a los indios ranqueles, las novelas de Eugenio Cambaceres fueron escritas en condiciones de libertad condicional o de autonomía forzada.
Durante el siglo XIX los escritores argentinos parecen vivir una doble realidad; hay un revés secreto en su vida pública: son ministros, embajadores, diputados, pero no pueden ser escritores. (“Yo estoy bien, relativamente bien, pero sólo estaré feliz cuando me dedique a escribir novelas”, le dice Eduardo Wilde a Miguel Cané.) La literatura argentina del siglo XIX podría ser una metáfora del infierno para un escritor como Flaubert. Por cierto hay una contemporaneidad estricta entre la conocida carta de Flaubert a Louise Colet de enero de 1852, donde expresa su aspiración de escribir un libro sobre nada y la escritura de Campaña en el Ejército Grande de Sarmiento. La aspiración de Flaubert sintetiza el momento más alto de independencia de la literatura: escribir un libro sobre nada, un libro que busque la autonomía absoluta y la forma pura. Se condensa un proceso histórico: Marx y Flaubert son los primeros que hablan de la oposición entre arte y capitalismo. El carácter improductivo de la literatura es antagónico de la razón burguesa: la conciencia artística de Flaubert es un caso extremo de esa oposición. Hace un libro sobre nada, un libro que no sirve para nada, que escape al registro de la utilidad burguesa: la máxima autonomía del arte es a la vez el momento más agudo de su rechazo de la sociedad. A la inversa, en enero de 1852, Sarmiento busca en la eficacia y en la utilidad el sentido de la escritura: en Campaña en el Ejército Grande discute con Urquiza (que no lo escucha, que no lo reconoce, que casi no le contesta) y trata inútilmente de convencerlo de la importancia y del poder social de la palabra escrita. La Campaña narra ese conflicto y en el fondo es un debate explícito sobre la función y la utilidad de la escritura.
La asimetría entre Sarmiento y Flaubert (que son los dos escritores que mejor escriben su lengua en ese tiempo) resume los problemas de la no-sincronía y del desajuste respecto de la cultura contemporánea que definen a nuestra literatura desde su origen. El lugar lateral y desierto de la literatura argentina (ajena a la herencia colonial y a las tradiciones prehispánicas, europeizada desde los márgenes) se manifiesta como escisión y doble temporalidad. Todo parece a la vez contemporáneo e inactual. Las primeras lecturas del Salón Literario (1837) intentan definir una estrategia que permita anular esa distancia y hacer presente la cultura. La tradición cultural dominante en la Argentina (hasta Borges) está definida por la tensión entre el anacronismo y la utopía. La pregunta básica es siempre dónde está el presente, o mejor, cómo estar en el presente. Y esa pregunta es un tema central en la obra de Sarmiento.
En el uso de la ficción se cifra de un modo específico la tensión entre política y literatura en la argentina del siglo XIX. Desde el comienzo mismo de la literatura nacional se dice que la ficción es antagónica con un uso político del lenguaje. La eficacia de la palabra está ligada a la verdad, con todas sus marcas: responsabilidad, necesidad, seriedad, la moral de los hechos, el peso de lo real. La ficción se asocia con el ocio, la gratuidad, el derroche de sentido, lo que no se puede enseñar.
Tratar de hacer la historia de ese lugar de la ficción es rastrear la historia de su doble autonomía: por un lado, sus relaciones con la palabra política y, por otro lado, sus relaciones con las formas y los géneros extranjeros de la ficción ya autonomizada (en especial la novela); en ese doble vínculo se define la escritura de Sarmiento.
Facundo se escribe antes de la consolidación de la novela en la Argentina y antes de la constitución del Estado nacional. El libro está en relación con esas dos formas futuras. Discute al mismo tiempo las condiciones que debe tener el Estado (capítulo XV) y las posibilidades de la novela americana por venir (capítulo II). Por un lado, el Facundo es un germen del Estado (en el sentido en que Lévi–Strauss decía que el totemismo era un germen del Estado) y, por otro lado, es el germen de la novela argentina. Tiene algo de profético y de utópico y produce el efecto de espejismo: en el vacío del desierto se vislumbra como real lo que se espera ver. El libro está construido entre la novela y el Estado: los anticipa y los anuncia y se coloca entre esas dos formas antagónicas. Facundo no es Amalia de Mármol, ni es las Bases de Alberdi: está hecho de la misma materia, pero transformada y en el origen y como cruza o como forma doble.
La clave de esa forma (la invención de un género) consiste en que la representación novelística no se autonomiza, sino que está controlada por la palabra política. Ahí se define la eficacia del texto y su función estratégica: la dimensión ficcional plantea una disputa sobre sus normas de interpretación que recorre la historia. La discusión sobre las distorsiones, los errores, las exageraciones y la novelización de la realidad que definió la lectura de sus contemporáneos está directamente ligada a esta cuestión. Desde la detallada revisión de Valentín Alsina hasta las opiniones de Alberdi, Gutiérrez, Echeverría, todas las críticas apuntan a que el libro no obedece a las normas de verdad que postula. Al mismo tiempo, todos reconocen en ese desajuste el fundamento de su eficacia literaria. (Recién cuando el libro se canoniza porque triunfa su ideología se resuelve ese debate.)
La escritura de Sarmiento es una respuesta megalomaníaca a esa doble demanda. Todas las reiteraciones en el uso del yo y en la autorreferencia y todos los excesos y salidas de tono que han terminado por entrar en la leyenda de Sarmiento y en su anecdotario biográfico y semipsiquiátrico son a la vez una táctica política y un efecto de estilo. Son una categoría de su obra en el sentido en que el dandismo es una categoría en la obra de Baudelaire. Se trata de un núcleo retórico básico al que podríamos definir como el sujeto fuera de lugar. Quiero decir que esta posición “fuera de lugar” del sujeto es a la vez una de las claves de su estilo y de su situación en la sociedad.
Esa escritura lo lleva al poder. Sarmiento hace pensar en esos folletinistas del siglo XIX de los que Walter Benjamin decía que habían hecho carrera política a partir de su capacidad de iluminar el imaginario colectivo. Pero Sarmiento llega más lejos que nadie; en verdad, hay que decir: el mejor escritor argentino del siglo XIX llegó a presidente de la República.
Y entonces sucedió algo extraordinario: Gálvez cuenta que Sarmiento escribe un discurso para inaugurar su gobierno, pero sus ministros se lo rechazan. Y el discurso inaugural de Sarmiento como presidente se lo escribe Avellaneda. Podríamos decir que se resuelven ahí, en una figura emblemática, todas las tensiones entre política y literatura que recorren su escritura. A partir de ahora Sarmiento tendrá que adaptarse a las necesidades de la política práctica. Y tendrá que adaptar, antes que nada, su uso del lenguaje.
Podemos imaginar ese discurso como el gran texto de Sarmiento escritor: el último texto, su despedida de la lengua. A veces pienso que los escritores argentinos escribimos, también, para tratar de rescatar y reconstruir ese texto perdido.
Página/12, 18 de septiembre de 2011

martes, 15 de noviembre de 2016

LO PERSONAL Y LO HISTÓRICO

Faro San Juan del Fin del mundo
"...Escribo un diario, y los diarios sólo obedecen a la progresión de los días, los meses y los años. No hay otra cosa que pueda definir un diario, no es el material autobiográfico, no es la confesión íntima, ni siquiera es el registro de la vida de una persona, lo define, sencillamente, que lo escrito se ordene por los días de la semana y los meses del año. Eso es todo. Uno puede escribir cualquier cosa (…), como es mi caso, una mezcla inesperada de detalles o encuentros con amigos o testimonios de acontecimientos vividos (…) esos descubrimientos, esas fugas, esos momentos confusos han sido, para mí, puntos de viraje, y sobre ellos construí la periodización de mi vida..."
                                                                      (...)

Interior del faro Querandí, Villa Gesell

"...Tengo, a causa de mi deformación como historiador, una sensibilidad especial para las fechas y la progresión ordenada del tiempo. La gran incógnita, la pregunta que me acompaña estas semanas dedicadas a transcribir mis cuadernos, a dictar mis diarios y pasarlos, como se dice, en limpio, fue ver en qué momento la vida personal se cruzó o fue interceptada por la política, por ejemplo, en estos siete años a los que estoy dedicado ahora, exclusivamente interesado en saber cómo había vivido yo, entre 1968 y 1975, mi pobre vida de joven aspirante a, digamos, escritor (…). Y ahora, al leer los diarios de esos siete años, la pregunta que me ha surgido, casi como una idea fija que no me deja pensar en otra cosa, es qué es personal y qué es histórico en la vida de un individuo cualquiera..."

San Juan del Salvamento, faro en 1898

(Extraído del prólogo, Piglia, Ricardo, "Los diarios de Emilio Renzi, Los años felices")

sábado, 30 de abril de 2016

ORO Y JOYAS

EDAD MEDIA

En la Edad Media se creía firmemente que todas las cosas en el universo tienen un significado sobrenatural, y que el mundo es como un libro escrito por la mano de Dios.
El gusto corriente de la época indica que es necesario comprender  al color como causa de belleza, presente en las observaciones de Tomás de Aquino en quien se lee que se consideran bellas las cosas de colores nítidos.
En los poetas, el sentido del color vivo es una constante, la hierba es verde,  la sangre es roja, la leche blanca. Existen superlativos para todos los colores, y un mismo color posee muchas gradaciones, pero ningún color muere en zonas de sombra

A partir del siglo XIII, el azul se convierte en un color apreciado; se observa en el valor místico y en el esplendor estético del azul de los vitrales y de los rosetones de las catedrales: domina sobre los otros colores y contribuye a filtrar la luz de forma “celestial”.

El gusto por el color se manifiesta fuera del arte, en la vida y en las costumbres cotidianas, en los vestidos, en los adornos, en las armas.
Entre los adornos en general son fundamentales los que se basan en la luz y en el color: los mármoles son bellos a causa de su blancura, los metales por la luz que reflejan.

En la Edad Media la diferencia entre ricos y pobres es más acusada que en las sociedades occidentales y democráticas modernas, porque, además, en un mundo de escasos recursos y con un comercio basado en el intercambio en especies, desvastado por peste y hambrunas endémicas, el poder halla su manifestación en las armas, en las armaduras y en la suntuosidad de las vestiduras. Para manifestar su poder, los señores se adornan con oro y joyas, y se cubren con ropas teñidas con los colores más preciosos, como el púrpura. Los colores artificiales, que proceden de minerales o vegetales y son objeto de complejas elaboraciones, representan, por tanto, la riqueza mientras que los pobres se visten exclusivamente con telas de colores desvaídos y modestos.
La riqueza de los colores y el brillo de las piedras preciosas son signo de poder y, por tanto,  objeto de deseo y de maravilla.















martes, 29 de marzo de 2016

CONJURO CREÍBLE


                                                                                                       Nota De Héctor Mauas.

En los “Cuadernos de notas a Memorias de Adriano”, afortunadamente agregados a la edición de la novela, Marguerite Yourcenar escribió:
“La única frase que subsiste de la redacción de 1934 es “Empiezo a percibir el perfil de mi muerte.” Como un pintor instalado frente al horizonte y que desplaza sin cesar su caballete a derecha e izquierda, al fin encontré el punto de vista del libro.”
La aparición de un horizonte permite que la escritura encuentre un tono de voz que define al mismo tiempo tanto los rasgos como los límites del personaje.
De otro modo, esta voz se perdería sin remedio, sepultada bajo el griterío de nobles y plebeyos, y se hubiera esfumado su encanto, hoy, en una època donde la ilimitación y el poder creciente del número restan interés a la singularidad que nada dice, excepto su decir desprendido de usos y mensajes.
Memorias escritas para nadie. No hay posteridad. Liberadas de la historia y sus manuales, pero enlazadas al tiempo, ese mismo del que dijo Yourcenar: el tiempo, gran escultor.
Su voz está viva y cómoda en escenarios que hoy son ruina. Es la escritura misma que se escribe sin dejar de percibir el perfil de su muerte. Así, no hay diferencias entre las voces de Adriano y Yourcenar: se funden y no dejan de estar una fuera de la otra, y resuenan en lo que fue goce o dolor de una u otra.
No es voz de amos, impuestos e impostados, ni de esclavos, ni divinidades de mármol, ni condenados, imposturas de un semblante que se pretende verdadero.
Un conjuro creíble, enmascarado tras la voz de un extraño, un visitante, que vive como un huésped se sienta en un jardín ajeno, y respira, desprendido, un poco antes del final.


Villa Adriana



Termas en Villa Adriana
      

ADRIANO

"Empiezo a percibir el perfil de mi muerte".
Esta frase,encontrada por Marguerite Yourcenar en un borrador viejo, la ayudó "como un pintor instalado frente al horizonte" a encontrar el punto de vista de su libro sobre Adriano.
Adriano, emperador romano, nacido en España, gobernó entre 117 y 138 d.C.
"Mi abuelo Marulino creía en los astros (...) su espíritu no era completamente inculto (...)tenía conocimientos semicientíficos, semicampesinos, la misma mezcla de prejuicios estrechos y añeja sabiduría que caracterizaron a Catón el viejo (...) pero la dureza de Marulino remontaba a épocas más antiguas. Era el hombre de la tribu, la encarnación de un mundo sagrado y casi aterrador ..." (*)
Marguerite Yourcenar tardó mucho tiempo en darle forma a su libro sobre Adriano. En su cuaderno de notas a las Memorias de Adriano escribió que cuando se es demasiado joven, hay libros a los que no hay que atreverse, pues se corre el riesgo - antes de los 40 - de desconocer la existencia de grandes fronteras naturales que separan (...) la infinita variedad de los seres.
En los momentos en que se sumía en la desesperación propia de un escritor que no escribe, observar una tela de Canaletto en la que se alzaba el Panteón de Adriano, en ocre y dorado, le devolvía la serenidad perdida.
En esos días descubrió la existencia de Villa Adriana, y un grabado en que se hallaba la capilla Canope, de donde habían sido tomados en el siglo XVII el Antinoo de estilo egipcio y las estatuas de sacerdotisas en basalto que hoy se exhiben en el Vaticano. (Antinoo fue un joven de gran belleza, favorito y amante del emperador romano Adriano. Tras su muerte fue deificado y se le rindió culto).
Su propósito fue reconstruir desde adentro lo que los arqueólogos del siglo XIX habían hecho desde afuera.
"Me complací en hacer y rehacer el retrato de un hombre que así llegó a la sabiduría"(**)
(*) Marguerite Yourcenar, "Memorias de Adriano", Editorial Sudamericana, ( traducción de Julio Cortázar), 1974
(**)idem anterior, Cuaderno de Notas a las "Memorias de Adriano"
Antinoo

Panteón, Canaletto



UN LUGAR EN EL MUNDO

ADRIANO, LA ENTRADA A LA VILLA: EL PECILE
"Los dioses no estaban ya, y Cristo no estaba todavía, y de Cicerón a Marco Aurelio hubo un momento único en que el hombre estuvo solo" (Frase de Flaubert, en Memorias de Adriano , de Marguerite Yourcenar)
La entrada a Villa Adriana se abre en un murallón que mide casi nueve metros de alto, el único lado que ha quedado intacto del recinto original, que completado con pórticos sobre ambos lados, delimitaba un amplísimo espacio rectangular de 232 x 97 metros,en cuyo centro se ha restaurado el estanque original.
Se trata del Pecile, del nombre del pórtico policromado de Atenas, que había suscitado gran admiración en Adriano.
Estos amplios pórticos ofrecían la mejor condición climática para un saludable paseo por la tarde, por el lado norte durante el verano y por el lado sur durante el invierno.
Fue pensado como un lugar aislado, ideal para la meditación, ya que los altos muros impedían la vista por los demás de la villa.


Figura femenina bailando, 

Figura femenina

La larga pared del portico del pecilo de Villa Adriana en Tivoli

Maqueta de la Villa de Adriano,mostrando el pecile


martes, 15 de marzo de 2016

WENCESLAO, MAESTRO DE LA PINTURA

Anon. - Tourdion: Quand je bois du vin clairet
https://www.youtube.com/watch?v=rxlwCTOuTSs
Quand je bois du vin clairet, / Cuando bebo vino rosado,
Amis, tout tourne, / amigos, todo da vueltas
Aussi désormais / por eso, a partir de ahora,
je bois Anjou ou Arbois. / bebo Anjou o Arbois.
Chantons et buvons, / Cantemos y bebamos,
à ce flacon faisons la guerre, / con este frasco hagamos la guerra
chantons et buvons, / cantemos y bebamos,
mes amis, buvons donc. / amigos míos, bebamos pues.
Le bon vin nous a rendus gais, chantons, / El buen vino nos ha alegrado, cantemos
oublions nos peines, chantons. / olvidemos nuestras penas, cantemos
En mangeant d’un gras jambon, / Comiendo buen jamón,
à ce flacon faisons la guerre. / con este frasco hagamos la guerra.
Buvons bien, là buvons donc / Bebamos mucho, trinquemos, pues
à ce flacon faisons la guerre. / con este frasco hagamos la guerra.
En mangeant d’un gras jambon / Comiendo buen jamón,
à ce flacon faisons la guerre. / con este frasco hagamos la guerra.
Buvons bien, mes amis, trinquons, / Bebamos mucho, amigos míos, brindemos,
buvons, vidons nos verres. / bebamos, vaciemos nuestras copas,
En mangeant d’un gras jambon / Comiendo buen jamón,
à ce flacon faisons la guerre / con este frasco hagamos la guerra.

Ciclo dei mesi. Maestro Wenceslao, c. 1400. Castello del Buonconsiglio, Trento.
ENERO
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AGOSTO

AGOSTO

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DICIEMBRE