martes, 29 de marzo de 2016

CONJURO CREÍBLE


                                                                                                       Nota De Héctor Mauas.

En los “Cuadernos de notas a Memorias de Adriano”, afortunadamente agregados a la edición de la novela, Marguerite Yourcenar escribió:
“La única frase que subsiste de la redacción de 1934 es “Empiezo a percibir el perfil de mi muerte.” Como un pintor instalado frente al horizonte y que desplaza sin cesar su caballete a derecha e izquierda, al fin encontré el punto de vista del libro.”
La aparición de un horizonte permite que la escritura encuentre un tono de voz que define al mismo tiempo tanto los rasgos como los límites del personaje.
De otro modo, esta voz se perdería sin remedio, sepultada bajo el griterío de nobles y plebeyos, y se hubiera esfumado su encanto, hoy, en una època donde la ilimitación y el poder creciente del número restan interés a la singularidad que nada dice, excepto su decir desprendido de usos y mensajes.
Memorias escritas para nadie. No hay posteridad. Liberadas de la historia y sus manuales, pero enlazadas al tiempo, ese mismo del que dijo Yourcenar: el tiempo, gran escultor.
Su voz está viva y cómoda en escenarios que hoy son ruina. Es la escritura misma que se escribe sin dejar de percibir el perfil de su muerte. Así, no hay diferencias entre las voces de Adriano y Yourcenar: se funden y no dejan de estar una fuera de la otra, y resuenan en lo que fue goce o dolor de una u otra.
No es voz de amos, impuestos e impostados, ni de esclavos, ni divinidades de mármol, ni condenados, imposturas de un semblante que se pretende verdadero.
Un conjuro creíble, enmascarado tras la voz de un extraño, un visitante, que vive como un huésped se sienta en un jardín ajeno, y respira, desprendido, un poco antes del final.


Villa Adriana



Termas en Villa Adriana
      

No hay comentarios:

Publicar un comentario