CICLO DE MÚSICA E HISTORIA EN LOS PALACIOS DE BUENOS AIRES
Martes 12 de marzo de 2019
Club Sirio-Libanés,
Texto de la presentación de la profesora Noemí Molinero el 12 de marzo de
2019
© 2019 Noemí Molinero. Toda cita de este texto debe indicar su título y
publicación original en https://historiaatravesdelarte.blogspot.com/2019/03/club-sirio-libanes.html
1ª ENTRADA
Hemos escuchado : Cuarteto No. 1 en La Mayor, opus 4, de
Alexander Von Zemlinsky, primer movimiento Allegro. interpretado
por el Cuarteto de Amigos, conformado por Haydée Seibert y
Gustavo Mulé violines, Elizabeth Ridolfi viola y Myriam Santucci
violonchelo.
El ciclo “Música e Historia en los Palacios de Buenos Aires”, ya en
su segunda temporada, ha sido declarado por segundo año
consecutivo “De interés cultural” por el gobierno de la ciudad, y se
ha iniciado con el deseo de recrear la atmósfera original de la
audición e interpretación de las obras del clasicismo y del
romanticismo, rindiendo así, además, homenaje a los edificios más
emblemáticos, en su valor arquitectónico y cultural, a través del
cruce entre Historia, Arquitectura y Música.
Se trata de “música de cámara”, creada para ser ejecutada en los
grandes palacios de las cortes europeas.
En nuestro país, el gusto por la ópera y la música vocal e
instrumental de cámara comenzó en el período de la Constitución
Nacional, hacia 1853, coincidiendo con el comienzo de la llegada
de miles de inmigrantes desde diversos sitios de Europa y Medio
Oriente.
Esto respondía a las expectativas del proyecto de país de esa
generación, que era convertir a la Argentina en un país exportador
de materias primas para la rica Europa industrial. Para esto se
necesitaba gente con cultura agrícola y de trabajo y así fue que
llegaron 7 millones de inmigrantes. En esos mismos años, otros 22
millones se desplazaron hacia los Estados Unidos.
De esta manera se incrementó la demanda de profesores de
música y de conservatorios, y así , a fines del siglo XIX se
estableció en Buenos Aires la música de cámara con el repertorio
clásico de tríos, cuartetos y quintetos.
A partir de esa época los espectáculos operísticos fueron cada vez
más frecuentes en Buenos Aires, llegándose a constituir en una de
las pocas ciudades del mundo donde las temporadas líricas fueron
casi simultáneas con las que se presentaban en Europa, y la
música de cámara formó parte de la vida cotidiana.
El nombre de “música de cámara” proviene de las pequeñas
habitaciones, llamadas justamente “cámaras”, en las que se
ensayaba durante la Edad Media y el Renacimiento.
Dos son los detalles que permiten caracterizarla cabalmente:
• cada músico toca una parte de la obra, que siempre es
diferente al resto.
• no hay director; los músicos deben estar situados de
manera que puedan mirarse entre sí, es decir que la
ejecución es un entramado que se teje cada vez.
A continuación escucharemos al Cuarteto de Amigos interpretar:
Cuarteto Nro. 2 Op 76 “De las Quintas”, de Joseph Haydn – 1er.
Movimiento Allegro
2ª ENTRADA
Los inmigrantes tuvieron un rol importante en el desarrollo y
crecimiento de la Argentina, particularmente entre 1895 y 1914.
En aquella primera etapa, el origen de los inmigrantes era
principalmente el sur europeo.
La mayoría de los inmigrantes provenientes de Siria y Líbano que
llegaron a la República Argentina, lo hicieron antes de que
existiesen como países autónomos, venían con papeles del Imperio
Otomano, siendo esas regiones o provincias del imperio sus lugares
de origen. Recordemos que la creación de estos estados es
posterior a la primera guerra mundial, en el caso de Líbano es en
1923 y Siria en 1930.
Lo que llama la atención al revisar las instituciones libanesas, sirias
y sirio-libanesas del país, es que éstas últimas son mayoría y por
amplia diferencia. Hecho que manifiesta el espíritu de convivencia
entre libaneses y sirios a lo largo y ancho del país.
Las causas de las distintas migraciones hacia la Argentina fueron
las guerras, el hambre, las persecuciones políticas, religiosas o
ideológicas, y hubo tres nacionalidades protagonistas aquí:
italianos, españoles y en tercer lugar la inmigración sirio libanesa,
en este caso a partir de 1871 yendo en aumento hasta fines de ese
siglo.
A comienzos del siglo XX la inmigración árabe creció aún más,
llegando al punto máximo en 1912 con casi 20 mil inmigrantes.
Es destacable su aporte en el sacrificio y el esfuerzo. Eran
campesinos, jornaleros, agricultores, braceros. Llegaron como
peones de pala y pico y en corto lapso de tiempo prosiguieron como
buhoneros y pequeños comerciantes.
Un dato que refleja su identidad, ligada a la cultura del trabajo, fue
cómo introdujeron costumbres laborales que hasta entonces eran
desconocidas en el país. Fueron los primeros en cargar la
mercadería al hombro y salir a las campañas, fueron los primeros
en usar la libreta para los créditos y fueron los que llevando
elementos de primera necesidad para la gente del campo,
acercaban la civilización a quienes no conocían o no usaban
elementos como los peines, el jabón, el talco, las colonias, la tela
para sábanas, las puntillas, los botones, las toallas.
En 1925, un grupo de jóvenes provenientes de la ciudad siria de
Homs, formó la Juventud Homsiense, que dio lugar al Homs Club
en el año 1938, en este edificio, y que se convirtió en sede del Club
Sirio-libanés desde el 6 de diciembre de 1978.
En el año 2014 este solar fue declarado por la Asociación Art
Nouveau de Buenos Aires, edificio destacado de la ciudad.
Realizado por el arquitecto Virasoro para vivienda de su primera
dueña, la Sra. Basavilvaso, es un típico petit hotel de Barrio Norte
que contiene varios estilos en su haber.
Virasoro solo en dos casos proyectó edificios de influencia francesa,
y lo hizo por estricto encargo de sus propietarios (la residencia
Lastra, que fue encargada por un tío de parte de madre, y que
posteriormente fue la exembajada de Israel en la calle Arroyo,
volada en atentado terrorista, y este edificio de la calle Ayacucho,
propiedad de su suegra).
En su fachada tiene una impronta academicista, francesa por
supuesto, y en el interior, es claramente art deco y podría decirse
que es un edificio vanguardista, puesto que su construcción es de
1923.
La adquisición de este edificio destacado por su belleza y legado
arquitectónico es reflejo de una próspera colectividad sirio-libanesa
y también de su sentimiento de arraigo al país.
Buenos Aires cambió su fachada a partir de fines del siglo XIX, bajo
el proyecto del primer intendente de la ciudad, don Torcuato de
Alvear, en el año 1880, durante la primera presidencia de Julio
Argentino Roca.
Quiso hacer de Buenos Aires una ciudad moderna y lo logró.
Gran parte de la arquitectura siguió la línea del academicismo,
tendencia que tuvo su foco central de irradiación en la Escuela de
Bellas Artes de París, adquiriendo aquí rasgos muy particulares.
Tres fueron los modelos fundamentales importados desde Europa:
• el clasicismo greco-romano traído por Norbert Maillart (1890),
(y que podemos apreciar en lo que es hoy el CCK, antiguo
palacio de correos)
• el eclecticismo aportado por Jules Dormal ( 1880) ( que fue
profesor de Virasoro en la Escuela de Arquitectura de Buenos
Aires)
• y la arquitectura dieciochesca que influyó desde Francia a
través del arquitecto René Sergent, quien nunca vino al país.
Esto dio lugar a los múltiples rostros de Buenos Aires, en donde se
dieron cita todos los neo: neorrománico, neobizantino, neogótico,
neotudor, neocolonialismo, además de las tendencias
antiacadémicas, como el Art Nouveau, el modernismo y otros estilos
contemporáneos.
Vamos ahora a escuchar nuevamente al cuarteto de Amigos
interpretando: Capricho para Cuarteto de Cuerdas Op 81, de Felix
Mendelssohn
3ª ENTRADA
Estamos en el Barrio Norte. Comenzó a llamarse así cuando la
fiebre amarilla de 1871 provocó que la población de la zona sur de
la ciudad (hasta ese momento la zona de mayor conglomeración
urbana) migrara hacia la zona norte….
Al principio, estos sitios no pertenecieron a la ciudad, había quintas
y baldíos, y de pronto un convento de monjes recoletos. Alguna vez
se construyó un matadero con sus corrales, y a su alrededor se
levantó un poblado, con su gente hacinada en ranchos.
Solían reunirse en pulperías y reñideros. En sus caminos
acechaban peligros: la luz mala, algún tigre que un camalote
depositó en la costa, bandidos que mataban de una puñalada o un
trabucazo a quien se resistiera a entregarles la escarcela o el
cinturón.
En una de las distintas etapas del barrio ocurrió, en el hueco de
Cabecitas, el nacimiento de la calle Chavango, que luego fuera, a
fines del siglo XIX: Avenida Las Heras.
Esta avenida había sido originalmente una huella y rastrillada casi
costera (el Río de la Plata estaba a poca distancia) y a fines del
siglo XVIII, en época del virrey Vértiz, por ese camino se traían
desde el noroeste algunas crías de llamas (la cría de llama era
conocida popularmente como chavango).
Cuando hablamos del hueco de Cabecitas estamos hablando de la
plaza Vicente López, uno de los sitios más marginales de la vieja
ciudad en aquellos tiempos. Era el terreno de donde la gente del
vecino horno de Britos sacaba la tierra para fabricar ladrillos. La
zona era un lodazal, y ello se agravaba cuando alguna lluvia
castigaba el paisaje lleno de quintas. En lo que hoy es Las Heras y
Pueyrredón estaban los corrales y mataderos del Norte, donde se
faenaban ovejas y carneros que las tropas arreaban hacia Buenos
Aires.
Cuando las carretas con el ganado faenado, después tomaban “el
camino de Chavango” (actual Las Heras) hacia el centro, solían
usar lo que hoy es la plaza para descargar las cabezas de los
animales. Así, aquel espacio comenzó a ser conocido como “el
hueco de las cabecitas”.
La historia recuerda que en “el hueco de las cabecitas” supo haber
algunos duelos famosos, a pesar de que desde 1814 esos lances
estaban prohibidos. Dicen que uno de los más mentados fue el que
alguna vez enfrentó al Negro Segismundo Alvear (un criado y ladero
del general Carlos María de Alvear) con Eulalio Masculino (criado
de otra familia de raigambre en la sociedad porteña). El combate
fue a sable y cada moreno tuvo sus padrinos y hasta hubo un
director para verificar que se respetaran las reglas. El combate era
a muerte pero terminó cuando Segismundo hirió gravemente a
Eulalio, quien sobrevivió pero quedó tuerto. Cuentan que esa vez, a
Eulalio Masculino lo salvó la oscuridad.
Uno de los rasgos de los hombres de fines del siglo XIX fue, que
además de participar con un cierto interés de la vida política del
país, vivieron en consonancia con el espíritu de la época, el
positivismo, lo que implicaba mantener frente al mundo una actitud
de curiosidad alegre, es decir, un interés por muchos temas.
Entre ellos: Amancio Alcorta, se interesó por la literatura y además
por la música. Fuera de ello, como casi todos los hombres de su
época y su condición social, se recibió de abogado y ocupó cargos
en la administración pública nacional bajo la presidencia de
Avellaneda.
También rica y curiosa, aunque otra, es la historia de Juan Pedro
Esnaola. Estudió música junto a su tío, que fue Director Musical de
la catedral de Buenos Aires. En los años de la Revolución de Mayo,
por ser su tío monárquico, debió emigrar a Europa entre 1818 y
1822, año en que gracias a la ley de amnistía pudo volver. Y en el
año 1860 realizó modificaciones a la música del Himno Nacional
Argentino, dándole una versión más orquestal y con mejor armonía.
Por último nombraremos a Juan Bautista Alberdi que no escapa al
espíritu de la época, y aún, habiéndose recibido de abogado en
Chile, desarrolló su gusto por la música, compuso obras clásicas
para piano, guitarra y flauta y también escribió un libro llamado “El
espíritu de la música”.
Volvió desde Chile a Buenos Aires en 1835, formando parte del
Salón literario, integrado por los jóvenes liberales de aquel
entonces, en abierta oposición a Rosas. Luego de la derrota de éste
último en Caseros escribió su conocido tratado: Las Bases y puntos
de partida para la Organización política de la República Argentina,
que se utilizaría para la redacción de nuestra constitución nacional.
Escucharemos :
Tres Minués Argentinos
a. “Figarillo”, de Juan Bautista Alberdi”
b. “Los abrazos”, de Amancio Alcorta”
c. “Minué en Fa Mayor”, de Juan Pedro Esnaola
Como son breves, pediremos que sean escuchados sin
interrupciones. Gracias
4ª ENTRADA
La evidencia más temprana que tenemos de música se remonta a
45 mil años atrás. Los neandertales y otros cavernícolas tocaban
flautas que recorrían una escala que hoy llamaríamos diatónica, la
más común en la música occidental: siete notas con la nota número
ocho a una octava de la primera.
De acuerdo con algunos mitólogos la primera música se escuchó en
las cavernas, y más adelante, el templo y la catedral fueron
atractivos justamente porque recrearon espacial y acústicamente
ese primer espacio (el de las cavernas). Es oportuno mencionar a
Claude Levy-Strauss, quien sostuvo y demostró que los mitos
cumplen el curioso papel de tornar explicable todo aquello de cuyo
origen poco y nada puede saberse.
Llegando al siglo XVIII, Mozart interpretaba sus composiciones en
los palacios de sus mecenas, en salas íntimas, llenas de personas,
cuyos cuerpos y elaborados ropajes amortiguaban el sonido. Así, la
música era escuchada en todo su intrincado detalle.
El arte no es otra cosa que los efectos que produce. La música es
sabor auditivo que lentamente se apaga y deja algo en la
resonancia…
Piazzolla fue un músico que extrajo nuevos sonidos de instrumentos
preexistentes. Tocó el bandoneón de parado, como se dice en la
jerga, golpeándolo como si fuese un instrumento de percusión; al
violín lo raspó a la altura del puente, haciéndolo sonar al modo del
güirro. Introdujo armonías jazzeras, otros modos de orquestar,
modulaciones, todo ello un conjunto de variaciones inexistentes en
el tango ya instalado como tradición.
De este modo, con unos pocos elementos nuevos, modificó la
sustancia misma de esa estética musical. Se mantuvo una
continuidad con lo existente, pero ya atravesado por materiales y
lenguas extrañas.
Hubo entonces una traición al pasado.
A continuación escucharemos Libertango, de Ástor Piazzolla
5ª ENTRADA
Piazzola hizo de su nombre un punto de no retorno.
Un poco cansado ya de explicarse frente a los tribunales de la
historia sagrada, de su música dijo que no era tango, sino música
de Buenos Aires.
Sin modificar ni un solo ladrillo fundó otra ciudad, al modo en que
Borges interpretó al Heráclito: si no se bebe dos veces agua del
mismo río, no es porque el río corre y cambia, sino porque el
hombre que baja a beber nunca es el mismo.
Es tan cierto decir que su música no es tango como cierto es decir
que es tango en su más pura extrañeza recobrada.
Para finalizar esta velada, escucharemos al Cuarteto de Amigos
interpretar de ASTOR PIAZZOLA “FUGA Y MISTERIO”
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