miércoles, 28 de septiembre de 2016

BUENOS AIRES


… “que bien se ve la tarde
desde el fácil sosiego de los bancos
abajo
el puerto dice de comarcas hurañas
y la honda plaza igualadora de almas
se abre como la muerte, como el sueño”…
Fortunato Lacámera, "Esquina boquense"
En el poema, Borges pone punto de fuga en el puerto y en el horizonte.

I
Juan Diaz de Solís, Piloto Mayor del reino de España, recibió la misión de encontrar el paso que se suponía existía con el Mar del Sur y llegar hasta él sin tocar las costas del Brasil. El viaje fue breve y trágico, había partido de San Lúcar de Barrameda el 8 de octubre de 1515, y llegado a fines de enero del año siguiente a la desembocadura del supuesto mar interior de aguas dulces y rojizas.
Penetró siguiendo la costa septentrional, baja y arenosa, bordeada de pajonales y con un horizonte de colinas y espaciados arbustos. Llegó a una isla donde se detuvo para enterrar a un tripulante muerto, Martín García, y entró en el ancho río Uruguay a cuya boca ancló, desembarcando allí. Había indios emboscados que los recibieron a flechazos. Sólo se salvó un grumete.
La sangre de Solís y sus compañeros refrendó el primer contacto de la civilización europea con la tierra rioplatense.
Las tierras del Río de la Plata evocaron ideas de sangre e infinitas penurias. Tierras inhospitalarias, duras y desoladas.

Benito Quinquela Martín
II
Sebastián Caboto firmó capitulaciones con la Corona, para llegar a las Molucas por el estrecho de Magallanes. A poco de llegar cerca de las costas brasileñas, supo que los portugueses llamaban Río de la Plata al descubierto por Solís. Al entrar a dicho río, una sudestada lo obligó a anclar junto a la isla de San Gabriel. Si bien al principio fue bien recibido por los indios del lugar, sus instalaciones fueron incendiadas.

César López Claro

III
Casi una decada transcurriría antes de que se reanudasen las expediciones a la tierra de Solís y Caboto. Quedó, del viaje de este último, una leyenda acerca de la existencia de plata en la región, y esto estimularía tentativas ulteriores.
En los primeros días de 1536 entró Don Pedro de Mendoza en el río de Solís y el 22 de enero se juró como gobernador en el puerto y plaza de San Gabriel, que es en el Río de la Plata, junto a un brazo de agua que ofrecía seguro abrigo para las naves, el futuro Riachuelo. Se eligió el emplazamiento de la ciudad allí mismo.
“Juan Muraña fue un hombre que pisó mis calles familiares, que supo lo que saben los hombres, que conoció el sabor de la muerte y que fue después un cuchillo y ahora la memoria de un cuchillo y mañana el olvido, el común olvido”.
Jorge Luis Borges, “Juan Muraña” en El Informe de Brodie, Emecé, 1996





Nicolás García  Uriburu, "Sur energético"

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