“Correspondencias”
(Charles Baudelaire)
Naturaleza es templo donde vivos pilares
dejan salir a veces palabras confundidas;
el hombre allí atraviesa entre selvas de símbolos
que lo observan con sus miradas familiares.
Como esos largos ecos que desde lejos se mezclan
en una tenebrosa y profunda unidad,
vasta como la noche y como la claridad,
los perfumes, colores y sones se responden.
Es que hay perfumes frescos como carnes de niños,
dulces como el oboe, verdes como praderas
- y otros, corrompidos, ricos y triunfadores
Teniendo la expansión de cosas infinitas,
como el almizcle, el ámbar, el benjuí y el incienso,
que cantan los transportes de espíritu y sentido.
“…La mirada no se nos presenta más que bajo la forma de una extraña contingencia simbólica de lo que encontramos en el horizonte (…)
El ojo y la mirada, tal es para nosotros la esquizia en la que se manifiesta la pulsión al nivel del campo escópico…” (*)
“…en aquel que tiene el discurso y, más profundamente, detenta la palabra, se reúne todo el
lenguaje. A esta pregunta nietzscheana: ¿quién habla? responde Mallarmé y no deja de retomar su respuesta al decir que quien habla, en su soledad, en su frágil vibración, en su nada, es la palabra misma —no el sentido de la palabra, sino su ser enigmático y precario…” (**)
(*)Fragmentos de: Jacques Lacan. Seminario 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis,Clase 6, La esquizia del ojo y de la mirada, 19 de Febrero de 1964
(**) Michael Foucault, “Las palabras y las cosas”, una arqueología de las ciencias humanas, Siglo veintiuno editores Argentina.
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