domingo, 19 de julio de 2015

PERDER EL CORAZON Y LA CABEZA

 Nota de Héctor Mauas.

“Dice no con la cabeza
 pero dice sí con el corazón
dice sí a lo que quiere
dice no al profesor
está de pie
lo interrogan
le plantean todos los problemas
de pronto estalla en carcajadas
y borra todo
cifras y palabras
fechas y nombres
frases y trampas
y sin cuidarse de la furia del maestro
ni de los gritos de los niños prodigio
con tizas de todos los colores
sobre el pizarrón negro del infortunio
dibuja el rostro de la felicidad.”
(“El escolar perezoso”; Jacques Prévert).


1) Ni la cabeza dice no, ni el corazón es valiente en las escuelas (en ninguna, casi nunca).
La pobre cabeza dice sí, agachada, -órgano no tan duro como dicen, sino poroso, maleable-, e ingresan cifras, palabras, fechas y nombres, frases y trampas. El Saber ocupa lugar; la cabeza cree que sabe. Más bien, el Saber sabe a la cabeza.

Instituciones de captura llamó Michel Foucault a las escuelas –a todas en general, no hay lo uno sin lo otro-.
El Amo de los postulados siempre ingresa y captura cuerpos infantiles, tarde o temprano: los problemas incomodan, lo que incomoda es un problema. Se agita, se asusta el corazón, se entrega.
Las cabezas, los corazones, nacen siendo prisioneros. Por estructura.

Por estructura, exigen, los incómodos problemas, ser solucionados.
Se saldan las cuentas, se equilibran las fuerzas, para que el noble corazoncito pueda latir en paz, con el deber productivo ya cumplido. Latir en paz, latir en tropilla, en consonancia con los otros corazones.
Nada de buscarse problemas. Ser parte de la solución.
Ser parte. Las cabezas, los corazones, nacen partidos, y se desesperan por pertenecer.
 
Al final de la jornada, entonces, con tizas de colores y a espaldas de las furias, dibujamos el rostro de la felicidad.
Al otro día, nos espera la superficie negra del pizarrón, que se mantiene siempre limpia, borrada que fue toda huella de problemas.
La fábrica suavemente cierra sus puertas hasta mañana.

2) Al cabo de haber cumplido con los ritos de la estructurada felicidad pizarronesca, inténtese un otro camino, diferente al tolerado pecado de la pereza o la inofensiva picardía de la burla.
 
Dejar de asistir a las escuelas no equivale a desprenderse del escolar uniformado;  puede decirse que, una vez terminada la instrucción se es, de por vida, un reservista civil.
Las escuelas dejan partir a condición de haberse instalado en los cuerpos como un programa oculto.
La Patria, el Progreso.
Carne de cañón, carne de fábricas y oficinas.
Las escuelas son el abc del Ser. Ser Nacional, Ser Sexual, Ser Profesional, Ser Etceterante.

Abandonarlas es otra operación, posterior en el tiempo, y exterior al Saber. No hay un saber establecido acerca de cómo, ni cuándo, ni por qué hacerlo cada quien. Cada sujeto elige irse o permanecer.
Y este irse es un irse siempre prematuro, un destierro voluntario.
Institucionalmente apátridas, exilados por propia decisión.
Felizmente huérfanos.

Ya no se trata de responder o no a las preguntas de los otros.
La curiosidad de cada quien guía las preguntas, y también de cada quien son los temores a enfrentar.
Ni se pertenece ni se sabe. Nada se es excepto un poco, partido, incompleto, inconsistente.
Felizmente cabezahuecas.

Fue Jacques Prévert, -amigo de Lacan- y no un niño, quien escribió el poema. Su gusto por la palabra lo guió, y no el saber, ya ido de la escuela y sin rastro de nostalgia.

3) Cortadas las amarras, invariablemente se descubren las anclas a las que obedece cada quien, y que sólo cada quien puede levantar –las únicas que pesan-.
En ese instante, el esfuerzo empeñado en el hacer habrá devuelto frescura a una boca escolarizada.
Advendrán otros sabores, precedidos por asperezas, tal vez acompañados por deleitables temblores y chapuzas.

La felicidad no desvela ya los corazones, ni a las cabezas les va la vida en la ignorancia  por expulsar.


 https://www.youtube.com/watch?v=kLlBOmDpn1s


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