martes, 5 de mayo de 2015

NIÑEZ II

Primera infancia en Grecia y Roma
Grecia

Los griegos de la Antigüedad se preocupaban por los niños desde el mismo momento en que la futura madre sabía o sospechaba que estaba embarazada. Para que el parto no tuviese problemas, el filósofo Platón recomendaba a las gestantes hacer ejercicio, mientras que su discípulo Aristóteles las animaba a alimentarse de manera adecuada.
Era excepcional que un hombre –ni siquiera el esposo– estuviese presente en ese momento. En cuanto al lugar donde se daba a luz, el más adecuado era el gineceo o zona de la casa reservada a las mujeres.
A los cinco días del parto se celebraban una fiesta familiar en la que el padre corría alrededor del fuego doméstico con su hijo en brazos, mostrándolo a sus parientes. Era entonces cuando le daba el nombre, que generalmente era el mismo que el del abuelo. Las familias más acomodadas organizaban unos días después una celebración más solemne, que incluía un banquete y un sacrificio.
En la tradicional sociedad griega se valoraba más tener un hijo que una hija; el varón estaba mejor considerado porque se pensaba que podría ayudar a la economía familiar de forma más decisiva que una chica. Asimismo, en el mundo griego eran especialmente apreciados –se les consideraba un regalo divino– los hijos únicos.
Las madres desarrollaban una relación muy estrecha con sus hijos, pues eran ellos los que justificaban su papel en la comunidad familiar. En el caso de Esparta, las madres presionaban a sus hijos a que cumplieran sus deberes militares hasta la muerte. En cambio, la relación con el padre era más distante. No es casual que éste llamara al hijo pais, el mismo término que se utilizaba para los esclavos, reflejo de la autoridad absoluta que el padre de familia ejercía sobre su heredero; las mujeres, en cambio, llamaban a sus hijos teknon, «criatura».
Por otra parte, a partir de los seis o siete años los niños empezaban a ir a la escuela y quedaban entonces bajo la autoridad de un tutor o «pedagogo
Es destacable el papel que los niños tuvieron en la religión griega, sin duda porque simbolizaban la pureza y este valor era fundamental para entrar al servicio de un templo.
Roma
Cuando un niño/niña romano/romana venía al mundo, era colocado a los pies del padre.
Los padres no tenían obligación, ni moral ni jurídica, de aceptar todos los hijos nacidos del matrimonio.
El abandono público de los recién nacidos para que fueran adoptados por otras familias era una práctica habitual y legal entre los romanos, fueran ricos o pobres.
En Roma, delante del templo de la Pietas, se alzaba la denominada Columna Lactaria, donde eran depositados los bebés abandonados que, si al final eran recogidos, era con intención de explotarlos como esclavos, mendigos o prostitutas, en el caso de que fueran niñas.
Los pequeños deformes, sin embargo, eran eliminados.
Hasta el infanticidio del hijo de una esclava se consideraba algo normal y la decisión de aceptarlo o no correspondía al amo.
Las familias romanas parecen que no fueron muy prolíficas en cuanto a descendencia.
Existía entre los romanos dos maneras de tener hijos: engendrarlos y adoptarlos. Esta última vía era una manera también de adquirir estatus social. Había que ser pater familias para ser gobernador de provincias, por ejemplo.
El bebé recibía el nombre a partir del octavo día de vida. Si era niña, al noveno. Desde el primer día se le ponían amuletos.
Sus primeros juguetes eran sonajeros, mientras que la lactancia y cuidados eran confiados a una nodriza que se convertía en la segunda madre del pequeño romano.
La "schola" (escuela) estaba regida por el calendario religioso, era mixta hasta los doce años. Un grammaticus era el responsable de enseñarle a los niños los autores clásicos y la mitología, mientras que a las niñas, consideradas adultas a los catorce años (domina, kyria), podían tener uno que le enseñara los clásicos. La educación tenía lugar en el gymnasium o en la palaestra. En oriente, las principales materias eran Retórica, Filosofía, Música y Deporte. En cambio, en la mitad occidental, se enseñaba además Latín, en detrimento de la Música y el Deporte. A los dieciséis o diecisiete años, había una bifurcación en el camino de los jóvenes, que tenían que decidirse por el ejército, o los estudios (Cursus Honorum).
Muñeca hecha en terracota, altura 20 cms., desnuda para que la niña la vistiera
Madre con su hijo se despide de su marido, siglo V a.C.
Fresco de niños pugilistas procedente de Tera
Escultura griega de niño
Escultura griega con niño
Fresco romano, mito de Teseo
Fresco romano, Quirón dando clases a Aquiles
Juego al escondite, Roma
Juego de niños, Roma
NIños jugando con nueces, panel de sarcófago romano
Cornelia , madre de los Graco
Colegio romano
Pintura romana
Niños jugando a las canicas
Matrona con bebé
Fresco de La villa de los misterios, Pompeya
















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