jueves, 7 de mayo de 2015

ME GUSTAN LAS SUPERFICIES


"...Contrariamente a los occidentales que se esfuerzan por eliminar radicalmente todo lo que sea suciedad, los extremo-orientales la conservan valiosamente y tal cual, para convertirla en un ingrediente de lo bello. Es un pretexto, me dirán ustedes, y lo admito, pero no es menos cierto que nos gustan los colores y el lustre de un objeto manchado de grasa, de hollín o por efecto de la intemperie, o que parece estarlo, y que vivir en un edificio o entre utensilios que posean esa cualidad, curiosamente nos apacigua el corazón y nos tranquiliza los nervios..."
Fragmento de "El elogio de la sombra", Junichiro Tanizaki

 Wa-sabi es rústico, en el sentido de simple,no sofisticado (Revistadearte.com)
Imágen de objeto tradicional con tratamiento moderno

Sakuramochi( pastelito de arroz relleno de soja y envuelto en hojas de cerezo)

Cuenco con tapa
 "...Cuando sostengo en el hueco de mi mano un cuenco de sopa, nada me resulta más
agradable que la sensación de pesadez líquida, de vívida tibieza que experimenta mi
palma. Es una impresión análoga a la que produce al tacto la carne elástica de un recién
nacido..."
Bols con tapa

Cerámica Micasuki

Interior de casa tradicional japonesa ( sala)

Biombo

Jardín de piedras japonés
 "...nos gusta ver cómo se va oscureciendo su superficie y cómo, con el tiempo, se ennegrecen del todo..."
Jardín Zen

Ideogramas japoneses

Vasija
 "...Siempre que oigo el ruido semejante al canto de un insecto lejano, ese silbido
ligero que perfora el oído, emitido por el cuenco de sopa que tengo ante mí, y saboreo
por anticipado y en secreto el perfume del brebaje, me encuentro transportado al terreno
del éxtasis. Se dice que los amantes del té, al oír el ruido del agua hirviendo, que a ellos
les evoca el viento en los pinos, experimentan un arrebato parecido tal vez al que yo
siento..."

Tazón con cuchara

Comida

Jade
 "...esa piedra llamada jade: ¿acaso no es preciso ser
extremo-oriental, como nosotros, para encontrar atractivos esos bloques de piedra
extrañamente turbios que atesoran en lo más recóndito de su masa unos fulgores fugaces
y perezosos, como si se hubiese coagulado en ellos un aire varias veces centenario?
¿Qué es lo que nos atrae en esa piedra que no tiene ni el colorido del rubí o de la
esmeralda ni el brillo del diamante? Lo ignoro, pero ante esa turbia superficie, siento
que esta piedra es específicamente china, como si su cenagoso espesor estuviese
formado de aluviones depositados lentamente desde el pasado lejano de la civilización
china, y tengo que reconocer que no me sorprende la predilección de los chinos por esos
colores y sustancias..."
Watakushi wa Kyoto wo sunde imashitá

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