Historia a través del arte: POSIBILIDAD DE UNA VENTANA

Nota de Héctor Mauas
“…Una magnífica jornada veraniega, soleada y aireada, y Lisboa resplandecía… … En aquel hermoso día de verano, con aquella brisa atlántica que acariciaba las copas de los árboles y un sol resplandeciente, y con una ciudad que refulgía, que literalmente refulgía bajo su ventana, y un azul, un azul nunca visto, sostiene Pereira, de una nitidez que casi hería los ojos, él se puso a pensar en la muerte.”
Antonio Tabucchi; “Sostiene Pereyra”; 1994.

Según lo ha destacado Jacques-Alain Miller, hacer de la muerte el Amo del discurso y de la vida, invita a la servidumbre. Todo está escrito ya, “…en vano es vario el orbe. La jornada/que cumple cada cual ya fue fijada.” (Borges).
Un muro hecho del polvo que seremos se ofrece a sostener lo vivo ya Caído incluso antes de nacer. En el muro está labrada la frase que te ha sido destinada. Apoyado en el muro, vivir esclavizado, vivir tranquilo, vivir muerto, adentrado.
No hay nada nuevo bajo el sol.

La muerte no es objeto de pensamiento; es su frontera siempre exterior. Por ello mismo, el “adentramiento” es una falsa caída: es más bien su opuesto, sólo un puro sostener la Roca que la muerte nos tiene prometida.
Una ventana, en cambio, frágil, obedece a las leyes repentinas de la vida.
Refulgente, un torbellino de luz es la caída hacia afuera, hacia el azul nunca visto que a cada quien hiere los ojos, -sostiene Pereira-.
La única y sola cosa que sostiene Pereira es la posibilidad de una ventana.
Y se lanza, y con él se lanzan ojos ávidos, aún.