martes, 3 de enero de 2023

BARRIO DE RETIRO EN DÉCADA 60

https://youtu.be/hqtag3s3ZLM 















 En el campo del arte, luego de la Segunda Guerra Mundial, hubo una explosión de libertad creativa, en la que se abrieron paso ideas de cambio y renovación, tanto en los EEUU y Europa como en Argentina y latinoamerica, o sea en el occidente capitalista.

 EEUU se consolidó como el país más poderoso de occidente, y se ocupó de la recuperación económica  de Europa a través del plan Marshall. Comenzo la guerra fría, entre los países capitalistas y rusia comunista, conflicto en el que, según Eric Hobsbawm, el historiador, la frontera entre la guerra y la paz quedó desdibujada. Y también comenzaron los treinta gloriosos años, décadas de crecimiento económico y pleno empleo en numerosos países del mundo. 



Sin embargo, en la década del sesenta empezó a haber movimientos juveniles en forma de protesta porque estaban disconformes con el modo de vida en las sociedades de consumo, y esto trajo aparejado un deseo de transformar la sociedad porque sentían que ese  modo de vivir, producir, de vivirse a sí mismo como individuo que consume, separado de los otros, o sea ese modo occidental, colonizador, patriarcal de encarar el mundo, no era bueno para todos, sólo para algunos. 

Ahora bien, las protestas, que variaron desde lo que fue París en el 68 hasta las manifestaciones en los EEUU contra la guerra de Vietnam, tuvieron un común denominador que fue la presencia de la juventud, la que hizo una revolución cultural en todos los sentidos, imponiendo sus propias pautas culturales. 



 AQUI en Argentina, asistíamos, desde fines de la década del 50, a que la idea de una rápida desaparición del 25 peronismo  había sido un diagnóstico errado. Con el tiempo la pervivencia de la identidad peronista se fue transformando en una certeza en la política nacional. 


 Los gobiernos civiles desde 1958 en adelante fueron débiles, existieron bajo la tutela de las  FFAA, las que finalmente volvieron en cuerpo y forma con Onganía en 1966. Ahí fue cuando se disolvió el congreso, se prohibieron los partidos políticos, se intervino la universidad  y se reprimió con severidad los reclamos sindicales, además de un férreo control sobre la prensa,  las actividades culturales y hasta la forma de vestir de los 26w jóvenes. Todo esto era una muestra real de una parte esencialmente tradicionalista de la sociedad en la que cualquier expresión de modernización fue percibida como  una amenaza.

No fue una experiencia aislada en Argentina, sino que también ocurrió en el resto de Latinoamérica en el marco de la guerra fría   en que los militares  de la región hicieron de todo disidente político, social o cultural, un potencial aliado del comunismo.


  En nuestro país las medidas económicas trajeron conflicto social, porque en el afán de favorecer a las  empresas extranjeras aquí establecidas, se congelaron salarios, se produjeron despidos masivos, con la contrapartida de la radicalización de ciertos grupos políticos y sociales. 


Los sectores juveniles, en particular los estudiantes universitarios y los obreros, alineados en posiciones combativas, fueron los protagonistas más destacados de una protesta social, que se expandió a partir del  Cordobazo. en 1969. Obreros y estudiantes juntos por primera vez y por otro lado un nuevo fenómeno encarnado en los grupos guerrilleros. 

Eran los años de la liberación nacional de los países del tercer mundo.  Eran los años posteriores a la revolución cubana, 

La revolución cubana suscitó polémicas intelectuales junto a intentos guerrilleros en el que los jóvenes intervinieron como sector cultural claramente identificado con una actitud proclive a un cambio social profundo: revolucionario     y también se manifestaron desde el rock contestatario hasta comportamientos afectivos y sexuales más abiertos. Eric Hobsbawm, el historiador, señaló que la cultura juvenil se convirtió en la matriz de una revolución cultural en el sentido más amplio. Una revolución en el comportamiento y las costumbres.   En Argentina, la movilización de estos jóvenes vino a sumarse al antiguo problema de la represión, a la falta de una democracia consolidada y a la proscripción del peronismo.

A pesar de sus diferencias, todos los movimientos tuvieron un rasgo común: la aparición de jóvenes escolarizados con profunda disconformidad hacia los modelos sociales de los países occidentales.

 Creció también la preocupación por el medio ambiente, producto de los extractivismos, pero en los 60s esta preocupación no formó parte de la agenda de los jóvenes latinoamericanos, sino de la de los europeos.


 Fue también la llegada de la cultura pop que se trataba de cualquier cosa imaginativa, carente de seriedad, rebelde, y básicamente divertida.


 En Buenos Aires, parte de esto ocurría en el barrio de Retiro y Plaza San Martín.

 El espíritu de la calle Florida en los años sesenta pareció quedar reflejado y resumido en esta frase de Mary Quant: Nosotros queríamos que la gente se detenga y mire, nosotros queríamos shockear a la gente. En su caso se trataba de atraer y seducir al público londinense.


 En 1958, los hermanos Guido y Torcuato Di Tella crearon la Fundación Di Tella y, a través de ella, el Instituto del mismo nombre, cuya misión era “promover el estudio y la investigación de alto nivel, en cuanto al desarrollo científico, cultural y artístico del país; sin perder de vista el contexto latinoamericano donde estaba ubicada la Argentina”.  Según la utopía dominante del momento, la ciencia debía convertirse en palanca de la economía, y hubo un largo debate acerca de cuáles debían ser las prioridades del desarrollo: o bien ciencias básicas o  bien tecnología aplicada. 



 Transcurría el décimo aniversario de la muerte de su padre, coleccionista de arte y empresario argentino forjador de un complejo industrial fabricante de heladeras, autos y otros productos para el hogar cuando crearon esta institución de investigación independiente, cuyos fondos necesarios vinieron de las fundaciones Rockefeller, Ford, Esso, Aceros Pacífico, Kaiser, Di Tella. La idea era que el desarrollo y el intercambio cultural contribuirían a facilitar el intercambio económico. El contexto económico favoreció el apoyo a la creatividad afirmativa y también a la crítica de arte. 

 Allí el nuevo Centro de Artes Visuales fue el gran espacio en la sede más importante, la de la "Manzana Loca", en Florida 963, que tenía varias salas de exposición y un auditorio para 244 espectadores en el que la dirección estaba a cargo de   Jorge Romero Brest, ex director del museo nacional de bellas artes. 


El edificio se inauguró con el Premio Internacional en agosto de 1963, que fue para 39 Rómulo Macció, y significó un respaldo al grupo de artistas neofigurativos. 

 Las vanguardias artísticas se concentraron aquí, combinando la experimentación con la provocación.  Convencidos de recrear en bsas un verdadero centro internacional del arte punto de referencia de otras corrientes emergentes y medianamente contestatarias, pero provocativas como el hippismo. Para evitar una cultura aislada, se promovieron becas en el extranjero.

Romero Brest, años más tarde, diría que “No era un museo, no era una asociación, ni siquiera un centro de arte. Era un club”. No puedo dejar de asociar esta frase a lo que diría jean Claude Milner sobre el mayo francés, décadas después, más exactamente en 2009...La belleza de París de Mayo no tenía nada que ver con la belleza de museo: era la belleza de una ciudad populosa, desbordante de actores y espectadores…era la belleza del movimiento que desplaza.  


Ese deseo por atraer y seducir al ecléctico público londinense pareció inspirar el espíritu de la calle Florida en los años sesenta.

 Los premios otorgados por el Di Tella fueron para Clorindo Testa, cuya pintura era, según romero Brest, embrional y con evidente rechazo del color…, con los que se movía en una especie de primer día de la creación” 

Hubo premios para  Gyula Kosice,  Luis Felipe Noé y  Marta Minujín hasta que en el 1966 comenzaron los problemas económicos…

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 Con la apertura del Centro de Experimentación Audiovisual en el 63, con dirección de Roberto Villanueva, comenzó el teatro y allí sorprendió Griselda Gambaro, con El Desatino, obra con claras influencias de las principales corrientes europeas de los años 50: el existencialismo,  el teatro de la crueldad y el teatro del absurdo.

La contracara de esto era el debate de aquellos que cuestionaban la falta de compromiso del di tella, y le contraponían el teatro realista de Roberto Cossa, por ej, cuyos temas tocaban la incertidumbre de las clases medias ante el peronismo. 

Por  este escenario pasaron las bailarinas  Marilú Marini y Ana Kamien, como también Norman Briski, Nacha Guevara y un grupo musical y  paródico denominado I Musicisti, a quienes luego se conocería como Les Luthiers.


 La primera etapa consistió en invitar a los jóvenes creadores que no tenían espacios, o lugar donde mostrarse, por lo que la selección era muy amplia, y las propuestas muy diversas.


La idea de generar un espacio anticonvencional conllevó mucha creatividad, de la que daremos cuenta en un próximo encuentro


martes, 25 de octubre de 2022

BARRIO DE RETIRO Y PLAZA SAN MARTÍN

Curioso que en un lugar tan alejado, con tan poca gente, haya hecho falta un lugar donde estar retirado…

Curioso también que en ese lugar se practicó ese deporte tan ingles que es el cricket, jugado por....






Video producido por Noemí Pilar Molinero

jueves, 13 de octubre de 2022

CÚPULAS DE BUENOS AIRES, barrios de la ciudad

 

Las cúpulas en la ciudad fueron protagonistas del progreso del país desde fines del siglo XIX a comienzos del XX. Por qué cúpulas? 


Música: In the mood (arreglado por Joe Garland y Andy Razaf basado en una melodía preexistente) interpretado por Federico Olschansky

Nota de Noemí Pilar Molinero (video)

lunes, 5 de septiembre de 2022

CONCIERTO EN FACULTAD DE DERECHO

 


Hemos escuchado Tres Minués Argentinos “Los abrazos”, de Amancio Alcorta (1842-1902); “Minué en Fa Mayor”, de Juan Pedro Esnaola (1808-1878); y “Figarillo”, de Juan Bautista Alberdi (1810-1884)   (interpretados por el Cuarteto de Amigos, integrado por Haydée Seibert y Gustavo Mulé violines,  Carla Regio viola y Siro Bellisomi violoncello.

El minué, que en época de Rosas se había bailado como minué montonero, conocido como el federal en Buenos Aires, se venía danzando en el Río de la Plata durante todo el siglo 18 y a pesar de los cambios políticos luego de 1810 y de las ideas románticas que llegaron de París se mantuvo vigente hasta pasado el medio siglo, no sólo en Buenos Aires, sino en todo lo que fue alguna vez el virreinato.

Hoy, una vez más dentro del ciclo Música e Historia en los palacios de Buenos Aires, en uno de los íconos de la ciudad, en este edificio de características monumentales que es la quinta sede que tuvo la Facultad de Derecho desde su creación, al fundarse la Universidad de Buenos Aires, la UBA como la solemos llamar, en 1821, siendo inicialmente departamento de Ciencias Jurídicas.

Las primeras clases se impartieron en aulas del actual edificio de la Manzana de las Luces y también en espacios prestados en el Convento de San Francisco.

A finales del siglo XIX funcionó en el edificio de Moreno 350 (donde ahora está el Museo Etnográfico) y en 1925 se trasladó a la sede de Av. Las Heras al 2200, donde actualmente se cursa Ingeniería.

Como el incremento del alumnado era continuo, se iniciaron gestiones ya en la década de 1930 para edificar una nueva sede.

Hacia fines de 1938 se obtuvo este terreno en donde habían funcionado los antiguos filtros de Obras Sanitarias.

Luego del llamado a concurso, en 1940 el proyecto ganador correspondió a los arquitectos Ochoa, Chiappori y Vinent y presentaba un estilo neoclásico o dórico primitivo, inscribiéndose dentro de lo que en arquitectura se llama estilo monumental.

Este término, estilo monumental, definió a las tendencias que en el siglo 20, en especial la primera mitad, se inspiraron en el clasicismo y neoclasicismo, de donde salieron dos corrientes: el neobarroco y el neoclasicismo simplificado. Éste último vinculado a la cultura clásica pero aligerando los elementos y detalles arquitectónicos, simplificando la decoración.  

Esta ha sido la arquitectura preferida por los regímenes totalitarios debido a su eficacia festiva en el entorno construido, por ejemplo, en el caso del fascismo italiano, con la exaltación de la romanidad. 

Pero curiosamente, y al mismo tiempo, los movimientos de liberación social y nacional en la lucha contra el fascismo, el imperialismo y la presión colonial: contribuyeron también, al renacimiento del arte monumental, porque sentían que ayudaba a transmitir pasión y convicción como es el caso de los monumentalistas mexicanos, o de los frescos de municipios comunistas de ciudades italianas y francesas. La idea base de esta corriente es que el arte cumple una función de llamado a la transformación activa de la realidad.

En el caso de esta facultad las obras, que alcanzaron los 40 mil metros cuadrados entre la planta baja, y dos pisos altos, se iniciaron en marzo de 1942. Y los materiales empleados fueron, casi en su totalidad, de producción nacional.  (por ejemplo el revestimiento del frente, el pórtico de entrada y la gran escalinata están hechos con piedra traída de Mar del Plata)

 En la fachada principal se encuentra la gran escalinata por la que se llega al pórtico que, elevado a tres metros del nivel de la calle, tiene emplazadas 14 columnas de estilo dórico. El paso a la planta baja, o sea la planta principal se hace a través de tres puertas de acceso.

La inauguración de la actual sede fue en septiembre de 1949, bajo el gobierno de la primera presidencia peronista, y se hizo en el Salón de Actos en donde se encuentra un cuadro enorme que representa la fundación de la UBA, pintado por González Moreno, y en donde están presentes aquellos protagonistas del hecho, Rivadavia, Martín Rodríguez, y además  el pueblo que concurrió. Esta pintura está hecha al estilo de Jacques Louis David en su cuadro de la Coronación de Napoleón, pero aquí en este cuadro cada persona del público se corresponde con alguien del conocimiento personal del artista.





Hoy estamos en el ciclo Música e Historia en los Palacios de Buenos Aires, es un ciclo que se inició con el deseo de recrear lo que fuera la atmósfera original de la audición y la interpretación de obras del clasicismo y del romanticismo.

Se trata entonces aquí de música de cámara, creada para ser ejecutada en los grandes palacios de las cortes europeas. Pero que, inicialmente había sido escrita para aficionados, y se ejecutaba como diversión y en la intimidad, Poco a poco, comenzó a difundirse, en pequeñas salas de concierto, y en las casas de la gente que contara con tiempo y recursos para el ocio. 

Estamos entonces aquí, en la facultad de Derecho, en el marco del ciclo “Música e Historia en los palacios de Buenos Aires”, en su cuarta temporada, declarado, el ciclo, en los años 2016,18,19 y 20 sucesivamente, de interés cultural por el ministerio de cultura del Gobierno de la ciudad y también por la Legislatura porteña en 2019. 



A continuación escucharemos nuevamente al Cuarteto de Amigos en la interpretación de Cuarteto N° 1 Op. 20, de Alberto Ginastera (1916-1983) IV Mov. Allegramente Rustica

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El cuarteto que acabamos de escuchar es de 1948 y fue estrenado al año siguiente en la Asociación Wagneriana de Buenos Aires. Es justamente a partir de este cuarteto cuando el lenguaje de tipo nacionalista de Ginastera inicia un camino hacia otras rutas, y vale decir que con este cuarteto Ginastera logró mucho éxito en los Estados Unidos, país que estuvo ligado a su producción a través de numerosos encargos y testigo por lo tanto de sus mayores triunfos internacionales.

Los barrios de Buenos Aires fueron tomando sus nombres de los antiguos dueños de las tierras en donde quedaron emplazados, o de las estaciones de ferrocarril que fueron apareciendo, o como en este caso debido al Convento de Recoletos Descalzos.

Este había sido levantado en una chacra llamada “Los ombúes”, en la suerte que había recibido el vecino fundador y primer alcalde Rodrigo Ortiz de Zárate, cuando Juan de Garay en 1583 hizo el primer reparto de tierras.

Sus límites eran la barranca hacía el río y las actuales calles Ayacucho, Azcuénaga y Arenales aproximadamente. 

La zona era conocida como Pago del Monte Grande, Pago se lo llamaba porque había viñedos y Monte Grande debido a los bosques de altura baja que llegaban hasta San Fernando, y en donde había muchos ombúes. 

La quinta fue pasando de mano en mano hasta llegar a Gregoria casada con el capitán a cargo de Buenos Aires: Fernando de Valdez e Inclán, a comienzos del siglo 18, y juntos cedieron la parte más elevada a Juan de Narbona, un rico comerciante, para que edificara una iglesia y convento para los frailes de la Orden Reformada de San Francisco que estaban recién llegados de España. Esto se debió a que la madre de Inclán se encontraba muy enferma, por lo cual, en conformidad con su esposa, había hecho una promesa a Nuestra Señora del Pilar, Patrona de Zaragoza, ofreciéndole, si su madre se curaba, donar un terreno para levantar una iglesia. Al enterarse que su madre estaba fuera de peligro, inmediatamente cumplió con lo dicho.

Hacia fines del siglo 18 las grandes chacras y quintas, y los baldíos deshabitados comenzaron a dividirse y a poblarse. Tras las frecuentes epidemias de cólera y, sobre todo la de fiebre amarilla de 1871, las familias más ricas del sur de la ciudad se desplazaron al Norte y así fueron poblando la zona.

Estas familias pudientes de Buenos Aires construyeron las lujosas mansiones y enormes edificios de estilo francés, rodeados de imponentes jardines y parques, y avenidas exclusivas, con materiales traídos de Europa. Por este motivo, hay quienes sostuvieron que Recoleta era una pieza extractada de París, aunque la comparación con París es consecuencia del voluntarismo político y cultural de las elites de 1880 y porque París era la ciudad más admirada por esa generación.

El cambio de la ciudad ocurrió bajo el primer intendente en 1880, don Torcuato de Alvear, quién había vivido en la capital francesa hasta entonces.

Hoy el barrio se distingue por sus palacios, por la Iglesia, el Cementerio, el Museo Nacional de Bellas Artes, el actual Centro Cultural y la Biblioteca Nacional entre otros.

De todas maneras, París nunca fue el único modelo europeo de Buenos Aires, aunque la arquitectura Beaux Arts dio el tono de las grandes mansiones de la elite de fines del siglo 19 y comienzos del 20.

Nueva York fue importante modelo de inspiración, sobre todo a medida que avanzó la modernización. 

Le Corbusier que vino en 1929, señaló que lo propio de BsAs eran las casitas edificadas por artesanos italianos, casitas sencillas que reconducían a formas geométricas elementales. También señaló que a diferencia de las ciudades europeas atravesadas por ríos emblemáticos,como el  Tiber, el Sena, elTámesis, el Arno, el Rhin o el Danubio, Buenos Aires se había edificado de modo que a fines de la década del 20  la llegada al río era casi imposible.  

No recuerda a ninguna ciudad europea, pero sí tiene fragmentos de muchas de ellas.  

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A continuación escucharemos una pieza de música de cámara,

Si bien en nuestro país, a comienzos de siglo XIX, fue en las tertulias -vieja costumbre española-, donde tuvo lugar el encuentro entre las élites y la música de salón, fue durante el período en que entró en vigencia la Constitución Nacional, a mediados del siglo XIX, en que la ciudad se constituyó en una plaza de vital importancia en la actividad músical…Pocas ciudades en el mundo registraron la simultaneidad de temporadas líricas con Europa como ocurrió aquí.

Todo comenzó en torno a dos focos principales, la ópera y la música instrumental de cámara.

La llegada de grandes contingentes de inmigrantes incidió también en el incremento de conservatorios y en la demanda de profesores de música.

De esta manera, a fines del siglo XIX se estableció en Buenos Aires la música de cámara con el repertorio clásico de tríos, cuartetos y quintetos y formó parte de la vida cotidiana.

El Cuarteto de Amigos interpretará: de Luis Gianeo. De las tres piezas criollas, Lamento quichua

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Luis Gianneo fue miembro del grupo Renovación que se formó en 1929 en la sede de Amigos del Arte, en la calle Florida al 659, y que se caracterizó por valorizar las melodías populares y los ritmos de danza rioplatenses, pampeanos y andinos en sus obras instrumentales.



Durante la colonia no había habido cementerios, salvo en ciertos momentos de epidemias que causaban gran mortalidad, y se habilitaban terrenos con ese fin. Vuelta la normalidad, los muertos seguían recibiendo sepultura en los templos y sus alrededores, pero estas costumbres duraron hasta 1809, en que las autoridades temieron por la salud pública y las prohibieron, si bien algunos vecinos insistían con esas prácticas.

Hasta que finalmente en 1822, el gobernador Martín Rodríguez, dispuso destinar una parte del huerto de los frailes recoletos para Cementerio del Norte, aunque para todos fue, y sigue siendo, el de la Recoleta.


En el libro “Cinco años en Buenos Aires”, de Thomas George Love, un inglés que pasó por aquí desde 1820 hasta 1825, se lee: 

“Los cementerios están repletos y ahora se llevan los cadáveres al Cementerio Nuevo, en la Recoleta, y se trasladan allí desde los cementerios de las iglesias, con lo que se producen escenas de confusión, en que madres, esposos y esposas prorrumpen en gritos al reconocer los restos de quienes ya no esperaban ver más en este mundo” .  

El cementerio se transformó en un lugar poco higiénico y hasta macabro debido a la mala distribución al azar de los cadáveres, la escasa señalización de las tumbas y el incorrecto cierre de los ataúdes. Tanto que se pensó en cerrarlo.

Hasta que en 1880, el arquitecto BUSCHIAZZO lo rodeó con un alto muro de ladrillos, volvió a trazar y pavimentar sus calles, lo parquizó, y diseñó un nuevo peristilo de ingreso. También se tomaron nuevas medidas para su correcto funcionamiento. Y fue así como surgió el actual cementerio…. 

……..

Volviendo a la música es que recordamos que de acuerdo con algunos mitólogos la primera música se escuchó en las cavernas, y más adelante, el templo, la catedral y los palacios fueron atractivos justamente porque recrearon espacial y acústicamente ese primer espacio (el de las cavernas).

Claro que Claude Levy-Strauss, sostuvo y demostró que los mitos cumplen el curioso papel de tornar explicable todo aquello de cuyo origen poco y nada puede saberse.


Escucharemos a continuación, por el Cuarteto de Amigos, de Luis Gianneo, de las tres piezas criollas: Criolla

……….

El grupo Renovación, del que formaba parte Gianneo, estuvo influenciado por la llegada de los ballets rusos de Serguei Diaghilev.

El primer vínculo entre los Ballets Rusos y nuestro país bien puede haber sido una joven argentina de veintitrés años que, cultivándose en París en el año 1913, presenció el estreno de La consagración de la primavera de Igor Stravinsky, con coreografía de Vaslav Nijinsky y promovido por el gran gestor cultural que fue Diaghilev.

La tradición nos cuenta que la función causó un gran escándalo y el espectáculo, que terminó marcando una ruptura en las vanguardias de ese ppio de siglo, fue denostado por la prensa especializada. En la sala del teatro de Champs-Élysées, además de nuestra compatriota se encontraba Coco Chanel, mecenas de las producciones más alternativas de entonces, y también una de las creadoras más apreciadas por la misma joven argentina de veintitrés años: que era Victoria Ocampo.


El Cuarteto de Amigos está integrado por Haydee cuyo abuelo, violinista alemán fue quien le enseñó a usar el instrumento a muy temprana edad con solo cinco años, y ella recuerda que debía apoyarlo en una mesita ratona para poder tocarlo. Haydee fue primer concertino de la orquesta filarmónica del teatro Colón por espacio de treinta y cinco años, en épocas en que no era tan fácil para las mujeres acceder a ciertos lugares de prestigio, o simplemente acceder. Su abuelo había enseñado a tocar el violín al príncipe de la corona alemana antes de migrar a Argentina a causa de la guerra.


Gustavo, el otro violín del cuarteto es de Tucumán, y desde muy pequeñito escuchaba a su papá estudiar el oboe en casa, porque era músico y se dedicaba a ello. Muy tempranamente se involucró con la música y al terminar la escuela secundaria ingresó a la Sinfónica Nacional en la que permanece desde hace 30 años. Un detalle curioso es que la hora de estudio de su papá era la madrugada o la noche, desde las 12 en adelante y él dormía escuchando ese sonido y se había acostumbrado a dormir así.


Carla, la viola, empezó tocar el instrumento a los 7 años con su papá quién toca también el mismo instrumento en el Teatro Argentino de La Plata, ciudad donde ella nació.


Siro Bellisomi, violoncello, ya su abuela tocaba piano en el cine mudo de comienzos del siglo XX, y en las fiestas familiares sus tíos abuelos además eran payadores, y tocaban el piano y cantaban, su papá era pianista y organista y como venía de La Plata a Buenos Aires a dar conciertos en Santo Domingo, mientras ensayaba, de chiquito Siro preparaba sus deberes de la escuela sentado dentro del órgano tubular…comenzó a estudiar piano a los 8 y luego se inclinó hacia el cello cuando comenzó a ir por su cuenta a los conciertos, aunque también le atraía el violín, instrumento que practicaba su hermano.

……….

Gerardo Gandini, pianista y compositor, sostuvo que: “la composición de música es parecida a la poesía, en el hecho de que uno escribe música o poesía casi sin esperanzas. Se sabe que con eso no se va a ganar nada”.

El arte es un lugar de experimentación y juego con la incertidumbre, más que una búsqueda de certezas cognitivas.

Pero respecto de la música en particular me gustaría agregar, a modo personal, que, al escucharla, tiene el poder de unir nuestras almas y reconocernos como parte de la misma familia humana, y muchas veces argentina.

Alguien dijo alguna vez que la síntesis del espíritu de Buenos Aires era el tango.

Música que en sus comienzos se escuchó en cafés y prostíbulos en tríos de violín, guitarra y flauta, siendo esta última reemplazada por el bandoneón , volviéndose el tango más candencioso, adusto , sentimental.



Escucharemos ahora del maestro Astor Piazzolla:  Oblivion.

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Hay músicos que integrando unos pocos elementos nuevos modifican la sustancia misma de la estética.      

No son rupturas, -ruidosas casi siempre, sino  articuladores, bisagras inaudibles que ahuecan la continuidad de lo existente. Es así como lo nuevo abre un espacio antes absolutamente inexplorado.

Además, lo novedoso importa materiales y lenguas extrañas. La creación implica una traición al pasado.

Eso hizo Piazzola con el tango. Extrajo nuevos sonidos de instrumentos preexistentes. Tocó el bandoneón de parado -como se dice en la jerga-,  lo golpeó como si se tratase de un instrumento de percusión. Al violín, lo raspó a la altura del puente.

Introdujo armonías jazzeras, otros modos de orquestar, modulaciones, todo ello inexistente en el tango tradicional ya instalado.

Piazzolla hizo de su nombre un punto de no retorno.

Un poco cansado ya de explicarse frente a los tribunales de la historia sagrada, de su música dijo que no era tango, sino  música de Buenos Aires.

Sin modificar ni un solo ladrillo fundó otra ciudad, al modo en que Borges interpretó al Heráclito: si no se bebe dos veces agua del mismo río, no es porque el río corre y cambia, sino porque el hombre que baja a beber nunca es el mismo.

Escucharemos ahora, de Piazzolla: Fuga y Misterio ejecutado por el Cuarteto de Amigos.




© 2022 Noemí Molinero. Toda cita de este texto debe indicar su título y publicación original en https://historiaatravesdelarte.blogspot.com/2022/09/concierto-en-facultad-de-derecho.html

miércoles, 31 de agosto de 2022

CONCIERTO EN UCA




En el marco del ciclo “Música e Historia en los palacios de Buenos Aires”, en su cuarta temporada, declarado en los años 2016,18,19 y 20 sucesivamente, de interés cultural por el ministerio de cultura del Gobierno de la ciudad y también por la Legislatura porteña en 2019, estamos en la Universidad Católica Argentina.

Lo hacemos escuchando música de cámara, que existe en nuestro país desde comienzos de siglo XIX en las tertulias, llamadas luego también “recibo” -vieja costumbre española-, donde tuvo lugar el encuentro entre las élites y la música de salón.   Y que se distingue porque:

· cada músico toca una parte diferente

· y no hay director; entonces los músicos deben estar situados de manera que puedan mirarse entre sí, para lograr una mejor coordinación.


Dicho ciclo está conformado por un cuarteto de música de cámara: el Cuarteto de Amigos y una profesora de Historia: Noemí Pilar Molinero.



El Cuarteto de Amigos está integrado por: 

Haydée Seibert en violín, cuyo abuelo, violinista alemán fue quien le enseñó a usar el instrumento a muy temprana edad con solo cinco años, y ella recuerda que debía apoyarlo en una mesita ratona para poder tocarlo. Haydee fue primer concertino de la orquesta filarmónica del teatro Colón por espacio de treinta y cinco años, en épocas en que no era tan fácil para las mujeres acceder a ciertos lugares de prestigio, o simplemente acceder. Su abuelo había enseñado a tocar el violín al príncipe de la corona alemana antes de migrar a Argentina a causa de la guerra.


Gustavo Mulé, el otro violín del cuarteto, es de Tucumán, y desde muy pequeñito escuchaba a su papá estudiar el oboe en casa, porque era músico y se dedicaba a ello. Muy tempranamente se involucró con la música y al terminar la escuela secundaria ingresó a la Sinfónica Nacional en la que permanece desde hace 30 años. Un detalle curioso es que la hora de estudio de su papá era la madrugada o la noche, desde las 12 en adelante y él dormía escuchando ese sonido y se había acostumbrado a dormir así.


Carla Regio, la viola, empezó sus estudios a los seis años con su padre, violinista y también violista en el Teatro Argentino de La Plata.  Entre sus recuerdos de infancia están el escuchar los conciertos de viola de los alumnos de su papá, o despertarse, antes de ir a la escuela por la tarde, con el sonido del cuarteto de cuerdas de la Universidad de La Plata, porque ensayaban en su casa. 

Empezó estudiando violín, pero la viola lo fue desplazando poco a poco, hasta que finalmente fue a Europa a tomar clases de este instrumento.  La música existió siempre para ella.


Siro Bellisomi, violoncello. Ya su abuela tocaba piano en el cine mudo de comienzos del siglo XX, y en las fiestas familiares sus tíos abuelos además eran payadores, y tocaban el piano y cantaban, su papá era pianista y organista y como venía de La Plata a Buenos Aires a dar conciertos en Santo Domingo, mientras ensayaba, de chiquito Siro preparaba sus deberes de la escuela sentado dentro del órgano tubular…comenzó a estudiar piano a los 8 y luego se inclinó hacia el cello cuando comenzó a ir por su cuenta a los conciertos, aunque también le atraía el violín, instrumento que practicaba su hermano.


Nuestro objetivo es rendir homenaje a los edificios más emblemáticos, y en ellos a Buenos Aires y a Argentina, a través del cruce entre Historia, Arquitectura y Música.


Hemos presentado nuestros programas en el Patio Bullrich, Centro Cultural Marcó del Pont, Centro Cultural Kirchner (en salón de honor y cúpula), Ex Biblioteca Nacional (calle Moreno), Legislatura Porteña, Shopping Abasto, Colegio Nacional Buenos Aires, Club Sirio-Libanés, Radio Nacional, Fundación Raggio ( Vicente López), Club Belgrano ( Barrancas) y Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires.


De acuerdo con algunos mitólogos la primera música se escuchó en las cavernas, y más adelante, el templo, la catedral y los palacios fueron atractivos justamente porque recrearon espacial y acústicamente ese primer espacio - el de las cavernas.

Claro que Claude Levy-Strauss, sostuvo y demostró que los mitos cumplen el curioso papel de tornar explicable todo aquello de cuyo origen poco y nada puede saberse.


La música es sabor auditivo que lentamente se apaga y deja algo en la resonancia. El arte no es otra cosa que los efectos que produce.

El silencio no es ajeno al campo de la música, entre las notas es tan importante como las notas mismas. Forma parte de la música. No así el ruido.


Durante el evento sostenido en la Universidad Católica el pasado jueves 25 del mes de agosto, fueron interpretadas las siguientes piezas con comentarios breves sobre cada una:

.- Tres Minués Argentinos “Los abrazos”, de Amancio Alcorta (1842-1902); “Minué en Fa Mayor”, de Juan Pedro Esnaola (1808-1878); y “Figarillo”, de Juan Bautista Alberdi (1810-1884) 

El minué, que en época de Rosas se había bailado como minué montonero, conocido como el federal en Buenos Aires, se venía danzando en el Río de la Plata durante todo el siglo 18 y a pesar de los cambios políticos luego de 1810 y de las ideas románticas que llegaron de París desde la década de 1930 se mantuvo vigente hasta pasado el medio siglo, no sólo en Buenos Aires, sino en todo lo que fue alguna vez el virreinato.


.- Cuarteto N° 1 Op. 20, de Alberto Ginastera, IV Movimiento Allegramente Rustico

El cuarteto de 1948 fue estrenado al año siguiente en la Asociación Wagneriana de Buenos Aires. Es justamente a partir de este cuarteto cuando el lenguaje de tipo nacionalista de Ginastera inicia un camino hacia otras rutas, y vale decir que con este cuarteto Ginastera logró mucho éxito en los Estados Unidos, país que estuvo ligado a su producción a través de numerosos encargos y testigo, por lo tanto, de sus mayores triunfos internacionales.


.- De las tres piezas criollas, Lamento quichua y Criolla de Luis Gianneo.

Luis Gianneo fue miembro del grupo Renovación que se formó en 1929 en la sede Amigos del Arte, en la calle Florida al 659, y que se caracterizó por valorizar en sus obras instrumentales las melodías populares y los ritmos de danza rioplatenses, pampeanos y andinos. 


El grupo Renovación estuvo influenciado por la llegada de los Ballets Rusos de Serguei Diaghilev.

El primer vínculo entre los Ballets Rusos y nuestro país bien pudo haber sido una joven argentina de veintitrés años que, cultivándose en París en el año 1913, presenció el estreno de La consagración de la primavera de Igor Stravinsky, con coreografía de Vaslav Nijinsky y promovido por el gran gestor cultural que fue Diaghilev.

La tradición nos cuenta que la función causó un gran escándalo y el espectáculo, que terminó marcando una ruptura en las vanguardias de ese ppio de siglo, fue denostado por la prensa especializada. En la sala del teatro de Champs-Élysées, además de nuestra compatriota se encontraba Coco Chanel, mecenas de las producciones más alternativas de entonces, y también una de las creadoras más apreciadas por la misma joven argentina de veintitrés años: que era Victoria Ocampo.


.- Oblivion de Astor Piazzolla, a quién su padre compró un bandoneón de segunda mano, en el puerto de Nueva York, ciudad en la que vivía cuando cumplió 9 años. Tuvo que estudiar y lo hizo a disgusto porque su pasión era el jazz y ese instrumento no parecía servir para el swing.

Cuando tuvo 32 años viajó a París, y Nadia Boulanger, su profesora de composición, luego de haber escuchado su tango Triunfal, lo convenció de que nunca abandonara esa música.

Así Piazzolla supo que lo que no era tango en él era extraño, era un otro cerebral, un otro falso...


.- Fuga y Misterio, de Astor Piazzola, un músico que integrando unos pocos elementos nuevos modificó la sustancia misma de la estética.      

No se trató de rupturas, -ruidosas casi siempre- sino articuladores, bisagras inaudibles que ahuecan la continuidad de lo existente. Fue así como lo nuevo abrió un espacio antes absolutamente inexplorado.

Además, lo novedoso importa materiales y lenguas extrañas. La creación implica una traición al pasado.

Eso fue lo que hizo Piazzola con el tango. Extrajo nuevos sonidos de instrumentos preexistentes. Tocó el bandoneón de parado -como se dice en la jerga-, lo golpeó como si se tratase de un instrumento de percusión. Al violín, lo raspó a la altura del puente.

Introdujo armonías jazzeras, otros modos de orquestar, modulaciones, todo ello inexistente en el tango tradicional ya instalado.

Piazzola hizo de su nombre un punto de no retorno.

Un poco cansado de explicarse frente a los tribunales de la historia sagrada, de su música entonces dijo que no era tango, sino música de Buenos Aires.

Sin modificar ni un solo ladrillo fundó otra ciudad, al modo en que Borges interpretó al Heráclito: si no se bebe dos veces agua del mismo río, no es porque el río corre y cambia, sino porque el hombre que baja a beber nunca es el mismo.

Es tan cierto decir que su música no es tango como cierto es decir que es tango en su más pura extrañeza recobrada.

Hoy, en esta Universidad que fue fundada en marzo de 1958, reconocida por el Gobierno Nacional al año siguiente, y con el título de Pontificia desde 1960. 

Estamos en la sede central, aquí en el barrio de Puerto Madero, en el pabellón de las Bellas Artes. Las otras sedes están en Rosario, en Paraná y en Godoy, provincia de Mendoza

Aunque ahora se encuentra catalogada entre las 350 mejores universidades del mundo, entre las 10 primeras en Latinoamérica y ocupa el segundo puesto entre 25 universidades públicas y privadas en el país, no fue siempre así, ya que originalmente existió en 1910 y hasta 1922 con una sola Facultad, la de Derecho que no pudo continuar existiendo porque nunca obtuvo la validez de sus títulos en la Argentina.

Los antecedentes de esta casa de estudios fueron los Cursos de Cultura Católica creados en 1922 de orientación católica y antiliberal como lo era el clero en ese momento.

Como las primeras universidades, en lo que hoy es nuestro país, le habían sido expropiadas a la Iglesia, durante la gestión de Bernardino Rivadavia, como ministro relaciones exteriores y gobierno de Martín Rodríguez, es altamente probable que por este motivo la iglesia aspirase a la abolición del monopolio estatal sobre la educación universitaria.

Recién en 1955, se materializó la posibilidad de enseñanza privada a través de un decreto que permitió la creación de estas universidades con capacidad para entregar títulos y diplomas académicos. 

Pero durante el gobierno de Frondizi, hubo un movimiento laicista que terminó en un conflicto conocido como laica o libre, entre quienes rechazaban o apoyaban el propósito de autorizar a las universidades privadas a emitir títulos habilitantes.

No estaba en juego la libertad de enseñanza sino: si las universidades privadas podían dar o no títulos habilitantes.

Los sectores aliados al presidente: radicales frondicistas, demócrata-cristianos, y nacionalistas católicos lograron la aprobación de la reforma y fue así que se otorgó personería jurídica a las nuevas universidades. 

El conocimiento no siempre estuvo al alcance de todas las personas, el primer avance en este sentido fue el invento de la imprenta en el siglo XV que permitió la difusión masiva del saber. 

En el siglo XVI, en que la conquista de América había posicionado a España dentro de Europa, surgió la orden de la Compañía de Jesús que cuestionaba a la Iglesia, y que en América ubicó sus misiones en zonas indígenas y de fronteras, siendo su rol: fundamental en la transmisión del conocimiento.

En el territorio en donde hoy es Argentina, el nodo que articulaba el Alto Perú con la zona marginal del Río de la Plata y el Paraguay…fue la ciudad de Córdoba

Los españoles entendían que debían civilizar, lo que significaba para ellos la conversión al catolicismo de los pueblos originarios, tarea que por concesión del Papa estaba en manos de la monarquía.

En época de la colonia la educación estaba organizada en Primeras letras, como nuestras escuelas primarias y en Nivel superior, en el que la influencia de la Iglesia era determinante tanto en ese entonces como lo fue por mucho tiempo.

En el siglo XVII los jesuitas abrieron el Colegio Máximo de Córdoba para la formación de futuros sacerdotes, lo que fue la base de nuestro sistema universitario. La Universidad de Córdoba del Tucumán fue la primera universidad en lo que hoy es Argentina. Debía conocerse el latín para entrar en ella, y tanto el obispado, que tenía sede en Santiago del Estero, como los jesuitas fueron las dos instituciones importantes en este tema.

Durante los jesuitas la Universidad de Córdoba tuvo perfil teológico y religioso, pero luego la política cambio esta forma de organizar el conocimiento

En 1611 hubo problemas con los encomenderos, porque los jesuitas predicaban a favor de la libertad de los indígenas, y esto llevó a enfrentamientos.

La aristocracia de ese momento se enfrentó a los jesuitas negándole las limosnas con las que estos se mantenían.

Debido a que el obispo Trejo y Sanabria donó parte de su renta para continuar con esta actividad, y que además los jesuitas prometieron abrir el colegio a los hijos de los españoles, recién se considera 1623 la fecha de apertura de la universidad. 

La universidad no era pública pero sí era gratuita, los estudiantes que provenían de los sectores aristocráticos donaban, las mujeres no accedían, pero de los varones se exigía: haber nacido en legitimo matrimonio, y ser cristiano viejo, o sea que en la familia no hubiera judíos, conversos, musulmanes o quemados por la inquisición; de los aborígenes no hay constancia que hayan ingresado en universidad de Córdoba, otros ingresantes lo hacían para ser clérigos…

En 1767 los jesuitas fueron expulsados, y su lugar ocupado por los franciscanos, siendo la autoridad principal de la universidad el gobernador de Buenos Aires, y el virrey ocupando el cargo de vice patrono.

Llegaron a las aulas las ideas de la ilustración que criticaban las supersticiones. Sostenían la importancia de la razón y lo demostrable en los hechos. Fue así como la educación religiosa fue cediendo espacio a una concepción más práctica siguiendo las nuevas ideas que nacieron en el siglo XVIII europeo.

Hasta 1812 se habían creado 30 universidades aquí, en lo que era América española, inspiradas todas en la universidad de Salamanca y bajo la autoridad del Rey. La Universidad de San Marcos en Lima y la de México fueron de las universidades mayores, que no tenían restricciones como las menores que debían necesitar autorización del papa, y dependían de órdenes religiosas. Formaban sacerdotes, abogados y médicos.

Luego de Mayo 1810, y la independencia en 1816: en el tema educación, ya como país soberano se adoptó un método conductista, rígido, memorístico, y se aplicó el sistema lancasteriano, que buscaba abaratar los costos en sueldos para los docentes, utilizando a los alumnos que se consideraban más avanzados para que les enseñaran a sus compañeros.

La sanción de la ley 1420 en 1884 fue la que marcó un hito en la educación argentina, consagrando en el país a la educación gratuita, obligatoria y laica. La escuela pasó a ser el lugar donde los hijos de los inmigrantes pudieron integrar a través de una lengua y cultura: un común, que era el país de todos.

Luego de ello, en 1918 la Reforma universitaria se anticipó en medio siglo al Mayo francés cuando bregó por la renovación de las estructuras y entre otras cosas por la participación del claustro estudiantil en el gobierno universitario. Desde siempre y particularmente desde la época de la Reforma Universitaria, la educación estuvo atravesada por la política.

Estamos en un puerto…

Los puertos no tienen identidad ni genealogía – escribió Héctor Mauas - en Para una Geografía Fantástica.

“Venecia no pertenece a Italia, ni Buenos Aires a la Argentina, ni Marsella a Francia, ni Nueva York a los Estados Unidos. No son tierra firme, tampoco son parte del mar.

La bruma y los sonidos lejanos, los destiempos, los ecos de los pasos escuchados en la noche, son afines a los puertos. 

En estos lugares, lo escrito se pierde, y la memoria.  Se olvida y se es olvidado (…) ¿Acaso no son los puertos la promesa de que aún hay un mar donde perderse? ¿No son los libros, la luz del alba, el amor, tantas cosas?”

He leído algunos fragmentos de este escrito que forma parte de su libro El Otro Lado de la Noche.  

Estamos en Puerto Madero comprendido por las calles Brasil, Av. Ingeniero Huergo, Av. Eduardo Madero, Cecilia Grierson, y por el Río de la Plata, el Riachuelo y la Dársena Sur. 

Dos de sus calles límites llevan nombres de sus originales creadores: Madero cuyo proyecto compitió con el de Huergo.

Desde su fundación, la ciudad de Buenos Aires no tenía un puerto adecuado para cargar y descargar mercaderías - por la poca profundidad del Río de la Plata. Las embarcaciones entonces debían permanecer ancladas en los llamados "pozos" que estaban en el río y funcionaban como un puerto natural hacia donde se dirigían las carretas y barcazas para recoger a los pasajeros y las mercaderías. 

Los barcos quedaban anclados al borneo durante varios días, expuestos con frecuencia a vientos y tormentas. 

A mediados del siglo 19 se construyeron dos muelles que se introducían en el río: uno para pasajeros a la altura de la actual calle Sarmiento y otro, el de cargas detrás de la Casa Rosada.

Luego hubo un tercer muelle llamado "de las Catalinas", a la altura de la calle Paraguay, en el que se reunieron por primera vez los tres elementos de una instalación portuaria moderna: muelle, depósitos y conexión con el ferrocarril.  Pero estos no eran verdaderos puertos y como se fue acrecentando el calado y tonelaje de los barcos, se tuvo necesidad de realizar obras portuarias.  Las primeras fueron dirigidas por el ingeniero Luis Huergo, que en 1870 fue el primer argentino que se graduó con el título de ingeniero civil en la facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires. 

Pero a pesar de Huergo y de sus propuestas, las autoridades se inclinaron por otro plan. 

Durante el gobierno de Roca presidente, se contrató a Eduardo Madero, sobrino de Francisco Madero, el vicepresidente de la Nación, para que llevara adelante su propio proyecto y resultó elegido de entre muchos otros, contando para su ejecución con el apoyo financiero británico de la Baring Brothers. 


Bastaron muy pocas décadas para que se revelaran las consecuencias de esta elección.

El proyecto de Madero para el puerto era más complejo y costoso que las otras propuestas. Se trataba del relleno de toda la costa del Río de la Plata desde la calle Córdoba hasta la boca del Riachuelo. Un periódico de la época dejó leer lo siguiente: Si se quiere entregar a ese caballero la suma de veinte millones de duros para que mande hacer el puerto haciendo a la vez su fortuna, dígase con franqueza. 

Aquí debo agregar que los intelectuales de la época ya comenzaban a cuestionarse acerca de que el modelo de país propuesto en la Constitución no coincidía con el país que íbamos siendo, en el que la elite política y sus costumbres públicas eran un obstáculo para las transformaciones sociales que se necesitaban y que traían los nuevos sectores medios, aparecidos por la inmigración.  Echó raíces la idea de que la política criolla era corrupta y su pertenencia se hacía posible por la herencia y no por el mérito. De acuerdo a esto la existencia del político criollo estuvo sellada desde su nacimiento por los lazos familiares y el clientelismo. 

Una vez inaugurado en 1889, la mayor dificultad del puerto Madero era que los barcos que anclaban en los amarres de la zona "este" de los diques (la zona más alejada de la ciudad), sólo podían ingresar o recibir mercaderías a través de cuatro angostos puentes, lo que lo hacía poco práctico, lento y además: costoso el uso de la superficie de amarre.

La solución fue establecer una serie de depósitos, que conocemos como docks y que tienen fachadas de ladrillo, en el sector más cercano a la ciudad, y destinados a los artículos de importación, y en la zona opuesta silos para almacenamiento de granos, destinados a la exportación.

Se utilizaron dos modelos constructivos: uno de estructura de hierro y madera, y otro de estructura de hormigón armado; aunque todos fueron revestidos con ladrillo, dándoles una estética británica que remite a que la utilización de estos nuevos materiales ocurrió a partir de la Revolución Industrial, en particular: el uso de hierro y los entramados de acero.

Unos diez años después de terminado, Puerto Madero ya había quedado totalmente obsoleto, debido al aumento del tamaño cada vez mayor de los buques y del movimiento de una Argentina agroexportadora en su época de máximo crecimiento como tal. 

El gobierno tuvo que encarar la construcción de un nuevo puerto, y esta vez siguió las ideas de Huergo de una serie de dársenas abiertas en forma de peine, y el resultado fue el puerto Nuevo, que se inauguró en 1919 y sigue activo hoy en día.

El abandono de muchas instalaciones industriales ha causado la decadencia de algunas ciudades, el caso de Detroit, o por el contrario, ha proporcionado la oportunidad de renovar amplias zonas urbanas como ocurrió en Bilbao. 

Esto ha generado un campo de estudio relativamente reciente, la arqueología industrial, que también es una oportunidad para la puesta en valor, conservación y recuperación del patrimonio urbano, y con él de una parte importante de la memoria histórica de las comunidades. 

Y es así como en la década de 1990, el Plan de Desarrollo Urbano implicó la reconversión del puerto, y los docks, desafectados para uso portuario, pasaron a incorporarse al paisaje urbano. Se definió este sector como "Área de Protección Patrimonial Antiguo Puerto Madero" y en 1992 fueron adjudicados a través de un concurso público los cuatro galpones del Dique 2 y el dock 9, a la Universidad Católica Argentina, que en 2003 amplió considerablemente su superficie con la restauración de un cuarto edificio. Inicialmente se incluyó una Capilla Mayor y se buscó plasmar una identidad volumétrica que contuviera la austeridad propia de un lugar litúrgico. Dos elementos sobresalen del conjunto: la torre de la cruz, que se despega del resto y el atrio elevado por sobre el nivel de la plaza pública.

Noemí Pilar Molinero 


© 2022 Noemí Molinero. Toda cita de este texto debe indicar su título y publicación original en https://historiaatravesdelarte.blogspot.com/2022/08/concierto-en-uca.html


lunes, 29 de agosto de 2022

CONCIERTO EN BARRANCAS, CLUB BELGRANO


Primera Entrada

Hemos escuchado Tres Minués Argentinos “Los abrazos”, de Amancio Alcorta; “Minué en Fa Mayor”, de Juan Pedro Esnaola ; y “Figarillo”, de Juan Bautista Alberdi,  interpretados por el Cuarteto de Amigos, integrado por Haydée Seibert y Gustavo Mulé violines,  Carla Regio viola y Siro Bellisomi violoncello.

El minué, que en época de Rosas se había bailado como minué montonero, y conocido como el federal en Buenos Aires, se venía danzando en el Río de la Plata durante todo el siglo 18 y a pesar de los cambios políticos luego de 1810 y de las ideas románticas que llegaron de París, desde la década de 1830, se mantuvo vigente hasta pasado el medio siglo, no sólo en Buenos Aires, sino en todo lo que fue alguna vez el virreinato.

Todas las barrancas de Buenos Aires desembocan en el Río de la Plata. Algunas de manera pública y visible, y otras bajan como avenidas y pasan prácticamente inadvertidas para el común de todos nosotros.

Ahora: estamos sobre las barrancas de Belgrano cerca del río que, como escribió Florencio Escardó: “…no es una vía para irse sino una patria para quedarse, y agregó, es casi un río de tierra y los barcos que lo cruzan no lo navegan, lo transitan. Ha sido necesario hacerle canales que son los caminos de una pampa, (son) serpenteantes (e) irregulares…el río no admite navegantes, el río requiere rastreadores, como la pampa” misma. 


Entre nosotros y el río, está la Avenida del Libertador. Nace en el barrio de Retiro y finaliza luego de unos 35 km en Tigre y San Fernando y supo estar flanqueada, en otra época, por casas que no impedían la brisa del río, aunque luego se convirtió en un "túnel de altos edificios” que nos separan un poco de ese aire ribereño.

Estas barrancas son los bordes de la antigua terraza fluvial que delimitaba los bañados del Río de la Plata cuando había crecida. Ocupan lo que fue la quinta de Valentín Alsina cuya casa fue contemporánea a la fundación del pueblo de Belgrano y junto con esta casa, perdura como uno de los pocos testimonios de arquitectura italianizante de mediados del siglo XIX.


Estamos en el ciclo Música e Historia en los Palacios de Buenos Aires, ciclo que se inició con el deseo de recrear lo que fue la atmósfera original de la audición y la interpretación de obras del clasicismo y del romanticismo.

Se trata entonces aquí de música de cámara, creada para ser ejecutada en los grandes palacios de las cortes europeas. Música que, inicialmente había sido escrita para aficionados, y se ejecutaba como diversión en la intimidad.  Y que poco a poco, comenzó a difundirse en pequeñas salas de concierto, y en las casas de la gente que contaba con tiempo y recursos para el ocio. 



En nuestro país, fue a comienzos de siglo XIX, en las tertulias, luego les llamaron recibos -vieja costumbre española-, donde tuvo lugar el encuentro entre las élites y la música de salón. Se bailaba música europea; se escuchaban clavicordios, pianos y arpas.

En cambio entre las clases populares uno de los instrumentos que se destacó fue la guitarra. Se la escuchó en pulperías, rasgada o apenas punteada, y en ocasiones acompañada de palabra, más dicha que cantada. En los comienzos de siglo XIX surgieron las payadas, enunciación centrada en la forma y por lo tanto una poética, sometida a las tradiciones de la oralidad.

Posteriormente, formaron parte de la gauchesca, ya como literatura, que, por supuesto, nació como recuerdo, leyenda, acerca de un pasado mítico.

Hacia el período de la Constitución Nacional, en 1853, y coincidiendo con la llegada de miles de inmigrantes desde diversos sitios de Europa y Medio Oriente, se desarrolló el gusto por la ópera y por la música vocal e instrumental de cámara.



Hoy aquí, en el club Belgrano, en el marco de este ciclo “Música e Historia en los palacios de Buenos Aires”, en su cuarta temporada, declarado en los años 2016,18,19 y 20 sucesivamente, de interés cultural por el ministerio de cultura del Gobierno de la ciudad y también por la Legislatura porteña en 2019. 


De esta manera rendimos homenaje a los edificios más emblemáticos, y en ellos a Buenos Aires y a Argentina, a través del cruce entre Historia, Arquitectura y Música.




A continuación escucharemos nuevamente al Cuarteto de Amigos en la interpretación de Cuarteto N° 1 Op. 20, de Alberto Ginastera , IV Mov. Allegramente Rustico


 

Segunda Entrada


El cuarteto que acabamos de escuchar es de 1948 y fue estrenado al año siguiente en la Asociación Wagneriana de Buenos Aires. Es justamente a partir de este cuarteto cuando el lenguaje de tipo nacionalista de Ginastera inicia un camino hacia otras rutas, y vale decir que con este cuarteto Ginastera logró mucho éxito en los Estados Unidos, país que estuvo ligado a su producción a través de numerosos encargos y testigo por lo tanto de sus mayores triunfos internacionales.


Vamos a recorrer un poquito, no toda obviamente, la historia de Belgrano, y podemos comenzar diciendo que en el siglo 18, en la actual zona de Luis María Campos entre Sucre y Juramento, los monjes franciscanos obtenían cal, que una vez que la mezclaban con conchillas extraídas en el bajo de la barranca, lograban que fuese más pura, más dura, y que sirviera por lo tanto para construir las primeras iglesias de la ciudad, entre otros edificios. Es por eso que en aquel entonces, el siglo 18, el nombre de lo que hoy es el barrio de Belgrano era: la Calera.


Aún hoy, luego de una fuerte lluvia, apenas excavando un poco en la barranca de este club y en la que cae a La Pampa se hallan trozos de piedra de cal. 

Sabemos que cuando se construyó la cancha de paddle aparecieron piedras de color blancuzco que luego fueron analizadas debidamente y se comprobó que eran piedras calizas.


Los franciscanos habían explotado los terrenos alrededor de las actuales La Pampa y Arribeños, ya que en 1720 habían sido autorizados por los Espinosa, sus dueños, a extraer cal y también un horno para quemar la cal, y una capilla, todo esto en los alrededores de las actuales La Pampa y Arribeños, sobre las barrancas. Ellos construyeron la iglesia de San Francisco, en Alsina y Defensa,  Con el tiempo ocurrió un incidente entre un pariente de los Espinosa que quiso hacer uso de una chacra y los franciscanos actuaron como dueños, haciendo uso de las tierras como propias.

En la época de las primeras invasiones inglesas, en 1806, cuando la ciudad cayó en manos de Beresford, era Cornelio Saavedra, futuro presidente de la Primera Junta, quién explotaba los hornos de la Calera. Por qué  Saavedra? Porque las había heredado en el año 1798 cuando enviudó de su prima hermana, que además era su mujer, casada con él en segundas nupcias, viuda de Mateo Ramón de Álzaga, quien a su vez había comprado las tierras a Espinosa.

Llegando a diciembre de 1830 fue mensurado, entre otros, el terreno de  Saavedra conocido como la Calera de los franciscanos y en el plano figuraba la existencia de la capilla.  Esta había quedado vacía de sus elementos religiosos y servía como depósito desde 1774, año de expulsión de los franciscanos.  

Recién medio siglo después recuperó su estatus de lugar de culto.

Hacia fines del siglo XIX, en 1883, el plano de esa propiedad estaba con los títulos originales depositado en Londres.  Y le fueron entregados a Dardo Rocha, gobernador de Buenos Aires, por Máximo Terrero, esposo de Manuelita Rosas, acompañados de una carta en la que constaba que era propiedad de Juan Manuel de Rosas.  Esas tierras se habían ido valorizando con el tiempo no solo por ser chacra sino porque había esclavos, ligados a las encomiendas, que eran un hecho que servía para garantizar la paz social y ubicar en algún espacio a los indios del lugar.


Esta fracción comprendía: “la conocida con el nombre de la Calera; la casa, la Capilla, y el horno de quemar cal y de ladrillos, que allí se conocía por de la posesión de los Padres de San Francisco”.


¿Dónde estamos? Estamos en el terreno lindero al que acabamos de mencionar, hoy club Belgrano, antigua casa de la familia Corvalán.  



Y lo hacemos escuchando música de cámara cuyo nombre proviene de las pequeñas habitaciones en las que se ensayaba durante la Edad Media y el Renacimiento europeo.


Y a continuación escucharemos al Cuarteto de Amigos en la interpretación de la obra de Luis Gianneo. De las tres piezas criollas, Lamento quichua



Tercera Entrada

Luis Gianneo fue miembro del grupo Renovación que se formó en 1929 en la sede de Amigos del Arte, en la calle Florida al 659, y que se caracterizó por valorizar en sus obras instrumentales: las melodías populares y los ritmos de danza rioplatenses, pampeanos y andinos.

Volviendo a Belgrano…

 El arquitecto Juan Antonio Buschiazzo, que fue quien realizó la casa municipal de Belgrano, concluyó la iglesia de la Inmaculada Concepción, además de proyectar la avenida de Mayo, y otras muchísimas obras importantes de Buenos Aires, fue quien intervino en la ampliación de esta casona en 1896, cuya inicial construcción había sido hecha por el dr Rafael Jorge Corvalán, en el año 1858. 

Rafael Corvalán había nacido en Buenos Aires en 1809, hijo del general Manuel Corvalán Sotomayor, que había sido combatiente en las invasiones inglesas, también en el Alto Perú y finalmente edecán de Juan Manuel de Rosas.

Como Manuel viajaba a Cuyo para asumir como gobernador de San Juan, fue uno de los acompañantes de Remedios, la mujer de San Martín, cuando esta se trasladó a Mendoza, siguiendo a su marido. Manuel tuvo una hermana: Margarita, considerada una de las patricias argentinas, por su participación en la confección de la bandera del ejército con el que San Martín cruzó los Andes.

Manuel fue amigo personal de San Martín y colaboró con parte de su patrimonio personal al equipar con armamento el ejército liberador. 

Rafael, su hijo, quién construyó esta casa, estudió en el Colegio de Ciencias Morales, luego Colegio Nacional BsAs, donde fue compañero de Juan Bautista Alberdi y Miguel Cané (padre), junto a quienes se recibió de abogado en la universidad de Buenos Aires. Participó del Salón Literario del 37, como todos sabemos reuniones de intelectuales románticos, cuyos temas derivaron hacia las cuestiones políticas de su tiempo, motivo por el cual Rosas lo hizo disolver.

Y con Alberdi, como jefe de redacción, editó La Moda, una “gacetilla semanal de música, de poesía, costumbres y modas…dedicada al bello mundo federal” el que fue cerrado también por Rosas, en forma preventiva, permitiéndoles gracias a la influencia de su padre una edición final en abril del 38. Asímismo Rafael colaboró posteriormente en otro periódico, editado en Montevideo y opositor a Rosas. Aparentemente hubo distancia política entre él y su padre.

En noviembre de 1843 su esposa, Candelaria del Cerro Roo, compró una chacra de 26 cuadras cuadradas en el barrio de Belgrano, en lo que se conoció entonces como “barranca de Corvalán”. Ha llamado la atención que en esas épocas fuera una mujer quién comprara las tierras. 

 Y dentro de esa chacra es que se hizo esta casona cuadrangular, con patio central con claraboya, hoy utilizado como hall central. En cuyo pórtico de entrada hay columnas corintias y esculturas de bronce, que fueron donadas por el Jockey Club y son réplicas de las originales que se encuentran en el Louvre, obra de los escultores franceses Falguiere y Dubois. 


Aquí es pertinente comentarles y porque además despierta curiosidad, que en la cercana zona de Juramento y Luis María Campos (más cerca de La Pampa) se encuentra una réplica de la estatua de la Libertad, pero más pequeña ( 3 metros la nuestra, contra 93 la de Nueva York) realizada las dos veces, por el mismo autor: el francés Federico Augusto Bartholdi, que se inspiró en el coloso de Rodas: hueco y con un armazón interno revestido de una capa exterior en bronce.


Tanto la de Nueva York como la de Barrancas se inauguraron en el mismo mes y en el mismo año, octubre de 1886, pero la nuestra unos días antes. No puedo dejar de contar aquí, que la mamá del escultor, cuyo rostro sirvió de modelo, según la versión más aceptada, vivía en Alsacia, provincia que había sido cedida a Alemania luego de la derrota francesa, y como las autoridades alemanas le prohibieron visitar a su madre, para el escultor la estatua fue un símbolo de la libertad.


Resta comentarles que la estatua original fue donada por Francia a los Estados Unidos, con motivo del centenario de su independencia (que en realidad había sido en 1776) y que la nuestra fue comprada por la municipalidad.


En el actual Jockey Club, sobre la avenida Alvear, se encuentra una Diana de Falguiere, (uno de los autores de las esculturas del pórtico de entrada). 

Allí ocurrió un incendio provocado por los mismos que hicieron arder las casas de los partidos radical, demócrata y socialista, en medio de un atentado en 1953, finales del gobierno peronista, y a raíz de esto en la sede del Jockey se perdieron muchas obras de arte, cuadros de Goya, libros y la Diana mencionada que rodó por las escaleras  quedando mutilada de sus dos brazos y el arco, y finalmente tendida en el hall de entrada, hoy a salvo en el vestíbulo de la misma sede. Había sido Carlos Pellegrini quien la donó al Jockey Club luego de haberla comprado a la viuda de su anterior dueño: Aristóbulo del Valle.


 Volviendo a esta casa, recordamos que la entrada principal estaba ubicada, originalmente, en la esquina de La Pampa y Virrey Vértiz y se accedía al predio por un gran portón de hierro y madera flanqueado por dos faroles esféricos, y una importante escalinata que trepaba por la barranca. Esto permitía una vista sobre el río a través de una galería exterior conformada por arcos sobre columnas (una loggia) que hoy está totalmente cerrada y que se usó como salón de bridge. Y también se podía ver el río desde un alto mirador con balcón corrido, punto de referencia de los navegantes, al que se accede por escalera caracol de madera y concluye en un cuerpo vidriado con pilares esquineros y columnas en cada cara.


Siguiendo con la historia de este club, recordamos que a comienzos del siglo XX, el entonces llamado Círculo Belgrano, funcionaba en Obligado y Sucre, y alrededor de 1919 se trasladó a esta propiedad que fue adquirida en 1920.

La casa que lo alberga, en cada pared conserva el encanto de la tradición, que conlleva un acervo cultural de mucha riqueza, constituyéndose en un patrimonio fundamental de Belgrano.

El club se caracteriza por su parte cultural, posee una biblioteca de más de mil libros catalogados y subidos a su página Web. Hay grupos de teatro y distintos eventos, relacionados al arte los fines de semana. Actualmente la cantidad de socios es aproximadamente de 1200 ó 1300, en un ambiente familiar en el que se jugó al bridge ( ya no), pelota paleta, futbol, squash, paddle, natación, y en otros tiempos esgrima, siendo tan importante, que en la década del 20 del siglo pasado se dijo que la esgrima tenía su casa en el Club Belgrano. 

Con el transcurso de los años, el edificio fue siendo remodelado en función de las actividades. Se ha mantenido intacta la fachada exterior y el mirador vidriado que todavía hoy sirve de referencia para orientarse y que, en su momento, permitía: detectar los barcos que atracaban en las barrancas y observar las extensas quintas que entonces poblaban la zona.


A continuación escucharemos una pieza de música de cámara. Música cuya característica es que:

· cada músico toca una parte diferente

· y que no hay director; los músicos deben estar situados de manera que puedan mirarse entre sí, para lograr una mejor coordinación.

Los dejo, entonces, nuevamente con el Cuarteto de Amigos para escuchar de Luis Gianneo, de las tres piezas criollas: Criolla



Cuarta Entrada


El grupo Renovación, del que formaba parte Gianneo, estuvo influenciado por la llegada de los ballets rusos de Serguei Diaghilev.

El primer vínculo entre los Ballets Rusos y nuestro país bien puede haber sido una joven argentina de veintitrés años que, cultivándose en París en el año 1913, presenció el estreno de La consagración de la primavera de Igor Stravinsky, con coreografía de Vaslav Nijinsky y promovido por el gran gestor cultural que fue Diaghilev.

La tradición nos cuenta que la función causó un gran escándalo y el espectáculo, que terminó marcando una ruptura en las vanguardias de ese ppio de siglo, fue denostado por la prensa especializada. En la sala del teatro de Champs-Élysées, además de nuestra compatriota se encontraba Coco Chanel, mecenas de las producciones más alternativas de entonces, y también una de las creadoras más apreciadas por la misma joven argentina de veintitrés años: que era Victoria Ocampo.


Manuel Mujica Láinez, Manucho, escribía, quizás con cierta melancolía:


“…pues, mi barrio, por tranquilo y discreto, 

por un resto de encanto señorial que declina en la cruz del loteo, esquina tras esquina, 

por tener aún miradores y tapias, 

resabios de quintones y también de prosapias…”


La ciudad que Rivadavia, en algún momento, había soñado levantar en estos parajes, como un homenaje al creador de la bandera luego de su muerte en 1820. muerte que ocurrió justamente el día de los tres gobernadores en Buenos Aires, días de furia ya en aquel entonces, aunque en realidad no hubo tres gobernadores sino ninguno y pasaron casi tres días sin tenerlo, ese sueño de ciudad, no tardó en convertirse en los alfalfares de Rosas, lugar de pastoreo para su caballería y calera que sirvió para la construcción de Palermo de San Benito, el Versalles criollo como lo llamó Sarmiento.  

En torno de estas caleras se había agrupado un caserío cuyos escasos pobladores, nativos e inmigrantes, solían abastecerse en una pulpería, La Blanqueada, nombre común en este tipo de establecimientos.


En 1855, un grupo de vecinos de San José de Flores, al que pertenecía esta zona de la calera, gestionó la fundación del pueblo independiente de Belgrano, encontrando eco favorable en el gobernador Valentín Alsina.


Y fue así que el 6 de diciembre de 1855 se aprobó por decreto el nombre del pueblo. 

Poco después, sobre el antiguo camino del Bajo, en parte camino de las Cañitas, actual Luis María Campos, se tendieron las vías del ferrocarril del Norte, hoy Ferrocarril Bartolomé Mitre, y se inauguró la estación que hoy se llama Belgrano C (1862)


Las manzanas de lo que fue el parque de la quinta de Alsina, una vez parquizadas por Charles Thays, se convirtieron en paseo público.


Sin dudas, el acontecimiento más importante en Belgrano tuvo lugar en 1880, cuando ocurrió el levantamiento de Carlos Tejedor, gobernador de la pcia de Buenos Aires, quién junto con los Alsina (Adolfo y Valentín), José Marmol y Pastor Obligado, había apoyado la separación radical entre Buenos Aires y el interior, porque así defendían los privilegios aduaneros y de puerto de la ciudad, pero no respetaban el acuerdo de San Nicolás y se oponían al sistema federal.

Fue entonces que el gobierno nacional se tuvo que trasladar a lo que hoy es el museo Sarmiento, en ese momento edificio municipal. 

Fue  la Revolución del 80, el último episodio de las guerras civiles que enfrentaron a las provincias argentinas con Buenos Aires. 

Esto ocurrió a raíz de la sucesión del presidente  Avellaneda y suponía que la ciudad de Buenos Aires se convertiría en capital federal, cosa que terminó ocurriendo luego de cruentos combates, en que la Provincia quedó derrotada.


Restablecida la calma, Belgrano pronto dejó de ser ciudad para unirse, como barrio, a la reciente capital iniciándose así la expansión del gran Buenos Aires.

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Belgrano contó con historiadores y también con evocadores nostálgicos


 Algunos se lamentaron de la urbanización que, decían, desunió al vecindario.  Resultó para ellos, inaudito que no se supiera cómo se llamaba el vecino de al lado.  Antes había cierta distancia entre las quintas, cada una constituía un mundo aparte, pero todo el mundo sabía quién era fulano o mengano. 

Se añoraban los tiempos en que Belgrano era un territorio separado de las tierras de nadie, zona tenebrosa que llegaba hasta el arroyo Maldonado, de leyenda erizante, terrenos boscosos, de donde se contaba que se aparecían personajes de leyendas como la viuda y el chancho, y en donde ni por asomos una persona decente, se aventuraría por allí después de la oración. 


Cada vez eran más las familias importantes que elegían este lugar como residencia permanente. 

En 1892 el general Lucio V Mansilla se trasladó a su muy espaciosa mansión Villa Esperanza en la calle 11 de septiembre. 

En ocasión de la fiebre amarilla Hilario Ascasubi se trasladó en forma temporaria a la quinta de Atucha (antes la quinta de Alsina hasta 1870), frente a la barranca. 

A veces ocurrían hechos que quebraban la calma, como pasó en el bajo de Belgrano en dependencias del viejo hipódromo (ubicado en la zona del actual estadio de River) cuando hubo un duelo ( 28 dic 1894) entre Lucio V López (nieto de Vicente López y Planes y él: autor de La Gran Aldea) y el coronel Carlos Sarmiento, Secretario privado del Ministro de Guerra, Luís María Campos, de quién nunca se pudo establecer si era pariente o no de Domingo Faustino.

Esto sucedió a raíz de una investigación hecha por López como interventor de la provincia de Buenos Aires, sobre la venta de tierras en forma fraudulenta en Chacabuco. 

Sarmiento fue detenido y luego de estar preso tres meses en el Departamento Central de Policía, la Cámara Nacional de Apelaciones lo liberó.

Retó a un duelo a muerte a López, a través de una violenta carta que publicó en el diario La Prensa. Ese mismo día, López fue a ver a su amigo, Carlos Pellegrini, en su estudio. Este dijo saber a qué venía y cuando Lucio le preguntó qué debía hacer le contestó: Batirse. 

El duelo fue a pistola, en condiciones implacables. Después de la segunda cuenta de pasos reglamentaria, Mansilla, uno de los padrinos, debió levantar a Lucio con una herida mortal en el vientre. 

Luego de esto fue trasladado a su casa sobre la avenida Callao al 1800.

Al atardecer se acercó el padre O'Gorman, hermano de Camila y párroco de San Nicolás de Bari, para otorgarle el sacramento de la extremaunción.

El entierro en Recoleta fue multitudinario. Entre sus amigos que lo despidieron diciendo palabras sobre él, Miguel Cané habló de “un resto de barbarie que predominaba entre los hombres cultos”.

 

Justamente la casa quinta, en Cuba y Sucre, de Carlos Delcasse, primer legislador de origen francés y que llegó a ser intendente de Belgrano, conocida como la Casa del Ángel por la película de Torre Nilson de 1957, fue lugar de célebres lances de armas.

Los duelistas entraban en la sala de armas por una disimulada puertita sobre la calle Arcos.  Corrían el peligro de ser vistos por Juan B Justo que vivía enfrente y repudiaba despectivamente esos anacronismos feudales. La quinta de Delcasse tenía también un polígono de tiro y un amplio gimnasio donde se realizaban combates de boxeo. Estos estaban prohibidos como espectáculos públicos en la ciudad de Buenos Aires desde 1892, luego de una crónica de La Nación que había descripto una pelea como “un espectáculo reñido con el buen gusto”. 

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Volviendo a nuestro espectáculo de hoy es pertinente recordar las palabras de Ricardo Piglia que dijo: “No creo que el arte sea del orden del entender; en realidad no sé qué es lo que habría para entender en el arte”.


También en otras palabras, Gilles Deleuze, filósofo, nos dijo : el arte está en ruptura con la dimensión humana, es una práctica del extrañamiento; no hay nada que entender.

Y por su parte Gerardo Gandini, pianista y compositor, sostuvo que: “la

composición de música es parecida a la poesía, en el hecho de que

uno escribe música o poesía casi sin esperanzas. Se sabe que con eso no se va a ganar nada”.

El arte es un lugar de experimentación y juego con la incertidumbre, más que una búsqueda de certezas cognitivas.

Pero respecto de la música en particular me gustaría agregar, a modo personal, que, escucharla, tiene el poder de unir nuestras almas y reconocernos como parte de la misma familia humana, y muchas veces argentina.


A continuación volvemos a escuchar al Cuarteto de Amigos en la interpretación de Oblivion, de Ástor Piazzolla. 



Quinta Entrada


El Cuarteto de Amigos está integrado por:

Haydee cuyo abuelo, violinista alemán fue quien le enseñó a usar el instrumento a muy temprana edad con solo cinco años, y ella recuerda que debía apoyarlo en una mesita ratona para poder tocarlo. Haydee fue primer concertino de la orquesta filarmónica del teatro Colón por espacio de treinta y cinco años, en épocas en que no era tan fácil para las mujeres acceder a ciertos lugares de prestigio, o simplemente acceder. Su abuelo había enseñado a tocar el violín al príncipe de la corona alemana antes de migrar a Argentina a causa de la guerra.


Gustavo, el otro violín del cuarteto, es de Tucumán, y desde muy pequeñito escuchaba a su papá estudiar el oboe en casa, porque era músico y se dedicaba a ello. Muy tempranamente se involucró con la música y al terminar la escuela secundaria ingresó a la Sinfónica Nacional en la que permanece desde hace 30 años. Un detalle curioso es que la hora de estudio de su papá era la madrugada o la noche, desde las 12 en adelante y él dormía escuchando ese sonido y se había acostumbrado a dormir así.


Carla, la viola, empezó sus estudios a los seis años con su padre, violinista y también violista en el Teatro Argentino de La Plata.  Entre sus recuerdos de infancia están el escuchar los conciertos de viola de los alumnos de su papá, o despertarse, antes de ir a la escuela por la tarde, con el sonido del cuarteto de cuerdas  de la Universidad de La Plata, porque ensayaban en su casa. 

Empezó estudiando violín, pero la viola lo fue desplazando poco a poco, hata que finalmente fue a Europa a tomar clases de este instrumento  la música existió siempre para ella.


Siro Bellisomi, violoncello. Ya su abuela tocaba piano en el cine mudo de comienzos del siglo XX, y en las fiestas familiares sus tíos abuelos además eran payadores, y tocaban el piano y cantaban, su papá era pianista y organista y como venía de La Plata a Buenos Aires a dar conciertos en Santo Domingo, mientras ensayaba, de chiquito Siro preparaba sus deberes de la escuela sentado dentro del órgano tubular…comenzó a estudiar piano a los 8 y luego se inclinó hacia el cello cuando comenzó a ir por su cuenta a los conciertos, aunque también le atraía el violín, instrumento que practicaba su hermano.

Vamos ahora a escuchar nuevamente a Piazzola, un músico que integrando unos pocos elementos nuevos modificó la sustancia misma de la estética.      

No se trató de rupturas, -ruidosas casi siempre- sino articuladores, bisagras inaudibles que ahuecan la continuidad de lo existente. Fue así como lo nuevo abrió un espacio antes absolutamente inexplorado.

Además, lo novedoso importa materiales y lenguas extrañas. La creación implica una traición al pasado.

Eso fue lo que hizo Piazzola con el tango. Extrajo nuevos sonidos de instrumentos preexistentes. Tocó el bandoneón de parado -como se dice en la jerga-, lo golpeó como si se tratase de un instrumento de percusión. Al violín, lo raspó a la altura del puente.

Introdujo armonías jazzeras, otros modos de orquestar, modulaciones, todo ello inexistente en el tango tradicional ya instalado.

Piazzola hizo de su nombre un punto de no retorno.

Un poco cansado de explicarse frente a los tribunales de la historia sagrada, de su música entonces dijo que no era tango, sino música de Buenos Aires.

Sin modificar ni un solo ladrillo fundó otra ciudad, al modo en que Borges interpretó al Heráclito: si no se bebe dos veces agua del mismo río, no es porque el río corre y cambia, sino porque el hombre que baja a beber nunca es el mismo.

Es tan cierto decir que su música no es tango como cierto es decir que es tango en su más pura extrañeza recobrada.



Para finalizar esta velada escucharemos ahora: Fuga y Misterio ejecutado por el Cuarteto de Amigos



© 2022 Noemí Molinero. Toda cita de este texto debe indicar su título y publicación original en https: //historiaatravesdelarte.blogspot.com/2022/08/concierto-en-barrancas-club-belgrano.html