En el marco del ciclo “Música e Historia en los palacios de Buenos Aires”, en su cuarta temporada, declarado en los años 2016,18,19 y 20 sucesivamente, de interés cultural por el ministerio de cultura del Gobierno de la ciudad y también por la Legislatura porteña en 2019, estamos en la Universidad Católica Argentina.
Lo hacemos escuchando música de cámara, que existe en nuestro país desde comienzos de siglo XIX en las tertulias, llamadas luego también “recibo” -vieja costumbre española-, donde tuvo lugar el encuentro entre las élites y la música de salón. Y que se distingue porque:
· cada músico toca una parte diferente
· y no hay director; entonces los músicos deben estar situados de manera que puedan mirarse entre sí, para lograr una mejor coordinación.
Dicho ciclo está conformado por un cuarteto de música de cámara: el Cuarteto de Amigos y una profesora de Historia: Noemí Pilar Molinero.
El Cuarteto de Amigos está integrado por:
Haydée Seibert en violín, cuyo abuelo, violinista alemán fue quien le enseñó a usar el instrumento a muy temprana edad con solo cinco años, y ella recuerda que debía apoyarlo en una mesita ratona para poder tocarlo. Haydee fue primer concertino de la orquesta filarmónica del teatro Colón por espacio de treinta y cinco años, en épocas en que no era tan fácil para las mujeres acceder a ciertos lugares de prestigio, o simplemente acceder. Su abuelo había enseñado a tocar el violín al príncipe de la corona alemana antes de migrar a Argentina a causa de la guerra.
Gustavo Mulé, el otro violín del cuarteto, es de Tucumán, y desde muy pequeñito escuchaba a su papá estudiar el oboe en casa, porque era músico y se dedicaba a ello. Muy tempranamente se involucró con la música y al terminar la escuela secundaria ingresó a la Sinfónica Nacional en la que permanece desde hace 30 años. Un detalle curioso es que la hora de estudio de su papá era la madrugada o la noche, desde las 12 en adelante y él dormía escuchando ese sonido y se había acostumbrado a dormir así.
Carla Regio, la viola, empezó sus estudios a los seis años con su padre, violinista y también violista en el Teatro Argentino de La Plata. Entre sus recuerdos de infancia están el escuchar los conciertos de viola de los alumnos de su papá, o despertarse, antes de ir a la escuela por la tarde, con el sonido del cuarteto de cuerdas de la Universidad de La Plata, porque ensayaban en su casa.
Empezó estudiando violín, pero la viola lo fue desplazando poco a poco, hasta que finalmente fue a Europa a tomar clases de este instrumento. La música existió siempre para ella.
Siro Bellisomi, violoncello. Ya su abuela tocaba piano en el cine mudo de comienzos del siglo XX, y en las fiestas familiares sus tíos abuelos además eran payadores, y tocaban el piano y cantaban, su papá era pianista y organista y como venía de La Plata a Buenos Aires a dar conciertos en Santo Domingo, mientras ensayaba, de chiquito Siro preparaba sus deberes de la escuela sentado dentro del órgano tubular…comenzó a estudiar piano a los 8 y luego se inclinó hacia el cello cuando comenzó a ir por su cuenta a los conciertos, aunque también le atraía el violín, instrumento que practicaba su hermano.
Nuestro objetivo es rendir homenaje a los edificios más emblemáticos, y en ellos a Buenos Aires y a Argentina, a través del cruce entre Historia, Arquitectura y Música.
Hemos presentado nuestros programas en el Patio Bullrich, Centro Cultural Marcó del Pont, Centro Cultural Kirchner (en salón de honor y cúpula), Ex Biblioteca Nacional (calle Moreno), Legislatura Porteña, Shopping Abasto, Colegio Nacional Buenos Aires, Club Sirio-Libanés, Radio Nacional, Fundación Raggio ( Vicente López), Club Belgrano ( Barrancas) y Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires.
De acuerdo con algunos mitólogos la primera música se escuchó en las cavernas, y más adelante, el templo, la catedral y los palacios fueron atractivos justamente porque recrearon espacial y acústicamente ese primer espacio - el de las cavernas.
Claro que Claude Levy-Strauss, sostuvo y demostró que los mitos cumplen el curioso papel de tornar explicable todo aquello de cuyo origen poco y nada puede saberse.
La música es sabor auditivo que lentamente se apaga y deja algo en la resonancia. El arte no es otra cosa que los efectos que produce.
El silencio no es ajeno al campo de la música, entre las notas es tan importante como las notas mismas. Forma parte de la música. No así el ruido.
Durante el evento sostenido en la Universidad Católica el pasado jueves 25 del mes de agosto, fueron interpretadas las siguientes piezas con comentarios breves sobre cada una:
.- Tres Minués Argentinos “Los abrazos”, de Amancio Alcorta (1842-1902); “Minué en Fa Mayor”, de Juan Pedro Esnaola (1808-1878); y “Figarillo”, de Juan Bautista Alberdi (1810-1884)
El minué, que en época de Rosas se había bailado como minué montonero, conocido como el federal en Buenos Aires, se venía danzando en el Río de la Plata durante todo el siglo 18 y a pesar de los cambios políticos luego de 1810 y de las ideas románticas que llegaron de París desde la década de 1930 se mantuvo vigente hasta pasado el medio siglo, no sólo en Buenos Aires, sino en todo lo que fue alguna vez el virreinato.
.- Cuarteto N° 1 Op. 20, de Alberto Ginastera, IV Movimiento Allegramente Rustico
El cuarteto de 1948 fue estrenado al año siguiente en la Asociación Wagneriana de Buenos Aires. Es justamente a partir de este cuarteto cuando el lenguaje de tipo nacionalista de Ginastera inicia un camino hacia otras rutas, y vale decir que con este cuarteto Ginastera logró mucho éxito en los Estados Unidos, país que estuvo ligado a su producción a través de numerosos encargos y testigo, por lo tanto, de sus mayores triunfos internacionales.
.- De las tres piezas criollas, Lamento quichua y Criolla de Luis Gianneo.
Luis Gianneo fue miembro del grupo Renovación que se formó en 1929 en la sede Amigos del Arte, en la calle Florida al 659, y que se caracterizó por valorizar en sus obras instrumentales las melodías populares y los ritmos de danza rioplatenses, pampeanos y andinos.
El grupo Renovación estuvo influenciado por la llegada de los Ballets Rusos de Serguei Diaghilev.
El primer vínculo entre los Ballets Rusos y nuestro país bien pudo haber sido una joven argentina de veintitrés años que, cultivándose en París en el año 1913, presenció el estreno de La consagración de la primavera de Igor Stravinsky, con coreografía de Vaslav Nijinsky y promovido por el gran gestor cultural que fue Diaghilev.
La tradición nos cuenta que la función causó un gran escándalo y el espectáculo, que terminó marcando una ruptura en las vanguardias de ese ppio de siglo, fue denostado por la prensa especializada. En la sala del teatro de Champs-Élysées, además de nuestra compatriota se encontraba Coco Chanel, mecenas de las producciones más alternativas de entonces, y también una de las creadoras más apreciadas por la misma joven argentina de veintitrés años: que era Victoria Ocampo.
.- Oblivion de Astor Piazzolla, a quién su padre compró un bandoneón de segunda mano, en el puerto de Nueva York, ciudad en la que vivía cuando cumplió 9 años. Tuvo que estudiar y lo hizo a disgusto porque su pasión era el jazz y ese instrumento no parecía servir para el swing.
Cuando tuvo 32 años viajó a París, y Nadia Boulanger, su profesora de composición, luego de haber escuchado su tango Triunfal, lo convenció de que nunca abandonara esa música.
Así Piazzolla supo que lo que no era tango en él era extraño, era un otro cerebral, un otro falso...
.- Fuga y Misterio, de Astor Piazzola, un músico que integrando unos pocos elementos nuevos modificó la sustancia misma de la estética.
No se trató de rupturas, -ruidosas casi siempre- sino articuladores, bisagras inaudibles que ahuecan la continuidad de lo existente. Fue así como lo nuevo abrió un espacio antes absolutamente inexplorado.
Además, lo novedoso importa materiales y lenguas extrañas. La creación implica una traición al pasado.
Eso fue lo que hizo Piazzola con el tango. Extrajo nuevos sonidos de instrumentos preexistentes. Tocó el bandoneón de parado -como se dice en la jerga-, lo golpeó como si se tratase de un instrumento de percusión. Al violín, lo raspó a la altura del puente.
Introdujo armonías jazzeras, otros modos de orquestar, modulaciones, todo ello inexistente en el tango tradicional ya instalado.
Piazzola hizo de su nombre un punto de no retorno.
Un poco cansado de explicarse frente a los tribunales de la historia sagrada, de su música entonces dijo que no era tango, sino música de Buenos Aires.
Sin modificar ni un solo ladrillo fundó otra ciudad, al modo en que Borges interpretó al Heráclito: si no se bebe dos veces agua del mismo río, no es porque el río corre y cambia, sino porque el hombre que baja a beber nunca es el mismo.
Es tan cierto decir que su música no es tango como cierto es decir que es tango en su más pura extrañeza recobrada.
…
Hoy, en esta Universidad que fue fundada en marzo de 1958, reconocida por el Gobierno Nacional al año siguiente, y con el título de Pontificia desde 1960.
Estamos en la sede central, aquí en el barrio de Puerto Madero, en el pabellón de las Bellas Artes. Las otras sedes están en Rosario, en Paraná y en Godoy, provincia de Mendoza
Aunque ahora se encuentra catalogada entre las 350 mejores universidades del mundo, entre las 10 primeras en Latinoamérica y ocupa el segundo puesto entre 25 universidades públicas y privadas en el país, no fue siempre así, ya que originalmente existió en 1910 y hasta 1922 con una sola Facultad, la de Derecho que no pudo continuar existiendo porque nunca obtuvo la validez de sus títulos en la Argentina.
Los antecedentes de esta casa de estudios fueron los Cursos de Cultura Católica creados en 1922 de orientación católica y antiliberal como lo era el clero en ese momento.
Como las primeras universidades, en lo que hoy es nuestro país, le habían sido expropiadas a la Iglesia, durante la gestión de Bernardino Rivadavia, como ministro relaciones exteriores y gobierno de Martín Rodríguez, es altamente probable que por este motivo la iglesia aspirase a la abolición del monopolio estatal sobre la educación universitaria.
Recién en 1955, se materializó la posibilidad de enseñanza privada a través de un decreto que permitió la creación de estas universidades con capacidad para entregar títulos y diplomas académicos.
Pero durante el gobierno de Frondizi, hubo un movimiento laicista que terminó en un conflicto conocido como laica o libre, entre quienes rechazaban o apoyaban el propósito de autorizar a las universidades privadas a emitir títulos habilitantes.
No estaba en juego la libertad de enseñanza sino: si las universidades privadas podían dar o no títulos habilitantes.
Los sectores aliados al presidente: radicales frondicistas, demócrata-cristianos, y nacionalistas católicos lograron la aprobación de la reforma y fue así que se otorgó personería jurídica a las nuevas universidades.
El conocimiento no siempre estuvo al alcance de todas las personas, el primer avance en este sentido fue el invento de la imprenta en el siglo XV que permitió la difusión masiva del saber.
En el siglo XVI, en que la conquista de América había posicionado a España dentro de Europa, surgió la orden de la Compañía de Jesús que cuestionaba a la Iglesia, y que en América ubicó sus misiones en zonas indígenas y de fronteras, siendo su rol: fundamental en la transmisión del conocimiento.
En el territorio en donde hoy es Argentina, el nodo que articulaba el Alto Perú con la zona marginal del Río de la Plata y el Paraguay…fue la ciudad de Córdoba
Los españoles entendían que debían civilizar, lo que significaba para ellos la conversión al catolicismo de los pueblos originarios, tarea que por concesión del Papa estaba en manos de la monarquía.
En época de la colonia la educación estaba organizada en Primeras letras, como nuestras escuelas primarias y en Nivel superior, en el que la influencia de la Iglesia era determinante tanto en ese entonces como lo fue por mucho tiempo.
En el siglo XVII los jesuitas abrieron el Colegio Máximo de Córdoba para la formación de futuros sacerdotes, lo que fue la base de nuestro sistema universitario. La Universidad de Córdoba del Tucumán fue la primera universidad en lo que hoy es Argentina. Debía conocerse el latín para entrar en ella, y tanto el obispado, que tenía sede en Santiago del Estero, como los jesuitas fueron las dos instituciones importantes en este tema.
Durante los jesuitas la Universidad de Córdoba tuvo perfil teológico y religioso, pero luego la política cambio esta forma de organizar el conocimiento
En 1611 hubo problemas con los encomenderos, porque los jesuitas predicaban a favor de la libertad de los indígenas, y esto llevó a enfrentamientos.
La aristocracia de ese momento se enfrentó a los jesuitas negándole las limosnas con las que estos se mantenían.
Debido a que el obispo Trejo y Sanabria donó parte de su renta para continuar con esta actividad, y que además los jesuitas prometieron abrir el colegio a los hijos de los españoles, recién se considera 1623 la fecha de apertura de la universidad.
La universidad no era pública pero sí era gratuita, los estudiantes que provenían de los sectores aristocráticos donaban, las mujeres no accedían, pero de los varones se exigía: haber nacido en legitimo matrimonio, y ser cristiano viejo, o sea que en la familia no hubiera judíos, conversos, musulmanes o quemados por la inquisición; de los aborígenes no hay constancia que hayan ingresado en universidad de Córdoba, otros ingresantes lo hacían para ser clérigos…
En 1767 los jesuitas fueron expulsados, y su lugar ocupado por los franciscanos, siendo la autoridad principal de la universidad el gobernador de Buenos Aires, y el virrey ocupando el cargo de vice patrono.
Llegaron a las aulas las ideas de la ilustración que criticaban las supersticiones. Sostenían la importancia de la razón y lo demostrable en los hechos. Fue así como la educación religiosa fue cediendo espacio a una concepción más práctica siguiendo las nuevas ideas que nacieron en el siglo XVIII europeo.
Hasta 1812 se habían creado 30 universidades aquí, en lo que era América española, inspiradas todas en la universidad de Salamanca y bajo la autoridad del Rey. La Universidad de San Marcos en Lima y la de México fueron de las universidades mayores, que no tenían restricciones como las menores que debían necesitar autorización del papa, y dependían de órdenes religiosas. Formaban sacerdotes, abogados y médicos.
Luego de Mayo 1810, y la independencia en 1816: en el tema educación, ya como país soberano se adoptó un método conductista, rígido, memorístico, y se aplicó el sistema lancasteriano, que buscaba abaratar los costos en sueldos para los docentes, utilizando a los alumnos que se consideraban más avanzados para que les enseñaran a sus compañeros.
La sanción de la ley 1420 en 1884 fue la que marcó un hito en la educación argentina, consagrando en el país a la educación gratuita, obligatoria y laica. La escuela pasó a ser el lugar donde los hijos de los inmigrantes pudieron integrar a través de una lengua y cultura: un común, que era el país de todos.
Luego de ello, en 1918 la Reforma universitaria se anticipó en medio siglo al Mayo francés cuando bregó por la renovación de las estructuras y entre otras cosas por la participación del claustro estudiantil en el gobierno universitario. Desde siempre y particularmente desde la época de la Reforma Universitaria, la educación estuvo atravesada por la política.
Estamos en un puerto…
Los puertos no tienen identidad ni genealogía – escribió Héctor Mauas - en Para una Geografía Fantástica.
“Venecia no pertenece a Italia, ni Buenos Aires a la Argentina, ni Marsella a Francia, ni Nueva York a los Estados Unidos. No son tierra firme, tampoco son parte del mar.
La bruma y los sonidos lejanos, los destiempos, los ecos de los pasos escuchados en la noche, son afines a los puertos.
En estos lugares, lo escrito se pierde, y la memoria. Se olvida y se es olvidado (…) ¿Acaso no son los puertos la promesa de que aún hay un mar donde perderse? ¿No son los libros, la luz del alba, el amor, tantas cosas?”
He leído algunos fragmentos de este escrito que forma parte de su libro El Otro Lado de la Noche.
Estamos en Puerto Madero comprendido por las calles Brasil, Av. Ingeniero Huergo, Av. Eduardo Madero, Cecilia Grierson, y por el Río de la Plata, el Riachuelo y la Dársena Sur.
Dos de sus calles límites llevan nombres de sus originales creadores: Madero cuyo proyecto compitió con el de Huergo.
Desde su fundación, la ciudad de Buenos Aires no tenía un puerto adecuado para cargar y descargar mercaderías - por la poca profundidad del Río de la Plata. Las embarcaciones entonces debían permanecer ancladas en los llamados "pozos" que estaban en el río y funcionaban como un puerto natural hacia donde se dirigían las carretas y barcazas para recoger a los pasajeros y las mercaderías.
Los barcos quedaban anclados al borneo durante varios días, expuestos con frecuencia a vientos y tormentas.
A mediados del siglo 19 se construyeron dos muelles que se introducían en el río: uno para pasajeros a la altura de la actual calle Sarmiento y otro, el de cargas detrás de la Casa Rosada.
Luego hubo un tercer muelle llamado "de las Catalinas", a la altura de la calle Paraguay, en el que se reunieron por primera vez los tres elementos de una instalación portuaria moderna: muelle, depósitos y conexión con el ferrocarril. Pero estos no eran verdaderos puertos y como se fue acrecentando el calado y tonelaje de los barcos, se tuvo necesidad de realizar obras portuarias. Las primeras fueron dirigidas por el ingeniero Luis Huergo, que en 1870 fue el primer argentino que se graduó con el título de ingeniero civil en la facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires.
Pero a pesar de Huergo y de sus propuestas, las autoridades se inclinaron por otro plan.
Durante el gobierno de Roca presidente, se contrató a Eduardo Madero, sobrino de Francisco Madero, el vicepresidente de la Nación, para que llevara adelante su propio proyecto y resultó elegido de entre muchos otros, contando para su ejecución con el apoyo financiero británico de la Baring Brothers.
Bastaron muy pocas décadas para que se revelaran las consecuencias de esta elección.
El proyecto de Madero para el puerto era más complejo y costoso que las otras propuestas. Se trataba del relleno de toda la costa del Río de la Plata desde la calle Córdoba hasta la boca del Riachuelo. Un periódico de la época dejó leer lo siguiente: Si se quiere entregar a ese caballero la suma de veinte millones de duros para que mande hacer el puerto haciendo a la vez su fortuna, dígase con franqueza.
Aquí debo agregar que los intelectuales de la época ya comenzaban a cuestionarse acerca de que el modelo de país propuesto en la Constitución no coincidía con el país que íbamos siendo, en el que la elite política y sus costumbres públicas eran un obstáculo para las transformaciones sociales que se necesitaban y que traían los nuevos sectores medios, aparecidos por la inmigración. Echó raíces la idea de que la política criolla era corrupta y su pertenencia se hacía posible por la herencia y no por el mérito. De acuerdo a esto la existencia del político criollo estuvo sellada desde su nacimiento por los lazos familiares y el clientelismo.
Una vez inaugurado en 1889, la mayor dificultad del puerto Madero era que los barcos que anclaban en los amarres de la zona "este" de los diques (la zona más alejada de la ciudad), sólo podían ingresar o recibir mercaderías a través de cuatro angostos puentes, lo que lo hacía poco práctico, lento y además: costoso el uso de la superficie de amarre.
La solución fue establecer una serie de depósitos, que conocemos como docks y que tienen fachadas de ladrillo, en el sector más cercano a la ciudad, y destinados a los artículos de importación, y en la zona opuesta silos para almacenamiento de granos, destinados a la exportación.
Se utilizaron dos modelos constructivos: uno de estructura de hierro y madera, y otro de estructura de hormigón armado; aunque todos fueron revestidos con ladrillo, dándoles una estética británica que remite a que la utilización de estos nuevos materiales ocurrió a partir de la Revolución Industrial, en particular: el uso de hierro y los entramados de acero.
Unos diez años después de terminado, Puerto Madero ya había quedado totalmente obsoleto, debido al aumento del tamaño cada vez mayor de los buques y del movimiento de una Argentina agroexportadora en su época de máximo crecimiento como tal.
El gobierno tuvo que encarar la construcción de un nuevo puerto, y esta vez siguió las ideas de Huergo de una serie de dársenas abiertas en forma de peine, y el resultado fue el puerto Nuevo, que se inauguró en 1919 y sigue activo hoy en día.
El abandono de muchas instalaciones industriales ha causado la decadencia de algunas ciudades, el caso de Detroit, o por el contrario, ha proporcionado la oportunidad de renovar amplias zonas urbanas como ocurrió en Bilbao.
Esto ha generado un campo de estudio relativamente reciente, la arqueología industrial, que también es una oportunidad para la puesta en valor, conservación y recuperación del patrimonio urbano, y con él de una parte importante de la memoria histórica de las comunidades.
Y es así como en la década de 1990, el Plan de Desarrollo Urbano implicó la reconversión del puerto, y los docks, desafectados para uso portuario, pasaron a incorporarse al paisaje urbano. Se definió este sector como "Área de Protección Patrimonial Antiguo Puerto Madero" y en 1992 fueron adjudicados a través de un concurso público los cuatro galpones del Dique 2 y el dock 9, a la Universidad Católica Argentina, que en 2003 amplió considerablemente su superficie con la restauración de un cuarto edificio. Inicialmente se incluyó una Capilla Mayor y se buscó plasmar una identidad volumétrica que contuviera la austeridad propia de un lugar litúrgico. Dos elementos sobresalen del conjunto: la torre de la cruz, que se despega del resto y el atrio elevado por sobre el nivel de la plaza pública.
Noemí Pilar Molinero
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