Hemos escuchado Tres Minués Argentinos “Los abrazos”, de Amancio Alcorta (1842-1902); “Minué en Fa Mayor”, de Juan Pedro Esnaola (1808-1878); y “Figarillo”, de Juan Bautista Alberdi (1810-1884) (interpretados por el Cuarteto de Amigos, integrado por Haydée Seibert y Gustavo Mulé violines, Carla Regio viola y Siro Bellisomi violoncello.
El minué, que en época de Rosas se había bailado como minué montonero, conocido como el federal en Buenos Aires, se venía danzando en el Río de la Plata durante todo el siglo 18 y a pesar de los cambios políticos luego de 1810 y de las ideas románticas que llegaron de París se mantuvo vigente hasta pasado el medio siglo, no sólo en Buenos Aires, sino en todo lo que fue alguna vez el virreinato.
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Hoy, una vez más dentro del ciclo Música e Historia en los palacios de Buenos Aires, en uno de los íconos de la ciudad, en este edificio de características monumentales que es la quinta sede que tuvo la Facultad de Derecho desde su creación, al fundarse la Universidad de Buenos Aires, la UBA como la solemos llamar, en 1821, siendo inicialmente departamento de Ciencias Jurídicas.
Las primeras clases se impartieron en aulas del actual edificio de la Manzana de las Luces y también en espacios prestados en el Convento de San Francisco.
A finales del siglo XIX funcionó en el edificio de Moreno 350 (donde ahora está el Museo Etnográfico) y en 1925 se trasladó a la sede de Av. Las Heras al 2200, donde actualmente se cursa Ingeniería.
Como el incremento del alumnado era continuo, se iniciaron gestiones ya en la década de 1930 para edificar una nueva sede.
Hacia fines de 1938 se obtuvo este terreno en donde habían funcionado los antiguos filtros de Obras Sanitarias.
Luego del llamado a concurso, en 1940 el proyecto ganador correspondió a los arquitectos Ochoa, Chiappori y Vinent y presentaba un estilo neoclásico o dórico primitivo, inscribiéndose dentro de lo que en arquitectura se llama estilo monumental.
Este término, estilo monumental, definió a las tendencias que en el siglo 20, en especial la primera mitad, se inspiraron en el clasicismo y neoclasicismo, de donde salieron dos corrientes: el neobarroco y el neoclasicismo simplificado. Éste último vinculado a la cultura clásica pero aligerando los elementos y detalles arquitectónicos, simplificando la decoración.
Esta ha sido la arquitectura preferida por los regímenes totalitarios debido a su eficacia festiva en el entorno construido, por ejemplo, en el caso del fascismo italiano, con la exaltación de la romanidad.
Pero curiosamente, y al mismo tiempo, los movimientos de liberación social y nacional en la lucha contra el fascismo, el imperialismo y la presión colonial: contribuyeron también, al renacimiento del arte monumental, porque sentían que ayudaba a transmitir pasión y convicción como es el caso de los monumentalistas mexicanos, o de los frescos de municipios comunistas de ciudades italianas y francesas. La idea base de esta corriente es que el arte cumple una función de llamado a la transformación activa de la realidad.
En el caso de esta facultad las obras, que alcanzaron los 40 mil metros cuadrados entre la planta baja, y dos pisos altos, se iniciaron en marzo de 1942. Y los materiales empleados fueron, casi en su totalidad, de producción nacional. (por ejemplo el revestimiento del frente, el pórtico de entrada y la gran escalinata están hechos con piedra traída de Mar del Plata)
En la fachada principal se encuentra la gran escalinata por la que se llega al pórtico que, elevado a tres metros del nivel de la calle, tiene emplazadas 14 columnas de estilo dórico. El paso a la planta baja, o sea la planta principal se hace a través de tres puertas de acceso.
La inauguración de la actual sede fue en septiembre de 1949, bajo el gobierno de la primera presidencia peronista, y se hizo en el Salón de Actos en donde se encuentra un cuadro enorme que representa la fundación de la UBA, pintado por González Moreno, y en donde están presentes aquellos protagonistas del hecho, Rivadavia, Martín Rodríguez, y además el pueblo que concurrió. Esta pintura está hecha al estilo de Jacques Louis David en su cuadro de la Coronación de Napoleón, pero aquí en este cuadro cada persona del público se corresponde con alguien del conocimiento personal del artista.
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Hoy estamos en el ciclo Música e Historia en los Palacios de Buenos Aires, es un ciclo que se inició con el deseo de recrear lo que fuera la atmósfera original de la audición y la interpretación de obras del clasicismo y del romanticismo.
Se trata entonces aquí de música de cámara, creada para ser ejecutada en los grandes palacios de las cortes europeas. Pero que, inicialmente había sido escrita para aficionados, y se ejecutaba como diversión y en la intimidad, Poco a poco, comenzó a difundirse, en pequeñas salas de concierto, y en las casas de la gente que contara con tiempo y recursos para el ocio.
Estamos entonces aquí, en la facultad de Derecho, en el marco del ciclo “Música e Historia en los palacios de Buenos Aires”, en su cuarta temporada, declarado, el ciclo, en los años 2016,18,19 y 20 sucesivamente, de interés cultural por el ministerio de cultura del Gobierno de la ciudad y también por la Legislatura porteña en 2019.
A continuación escucharemos nuevamente al Cuarteto de Amigos en la interpretación de Cuarteto N° 1 Op. 20, de Alberto Ginastera (1916-1983) IV Mov. Allegramente Rustica
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El cuarteto que acabamos de escuchar es de 1948 y fue estrenado al año siguiente en la Asociación Wagneriana de Buenos Aires. Es justamente a partir de este cuarteto cuando el lenguaje de tipo nacionalista de Ginastera inicia un camino hacia otras rutas, y vale decir que con este cuarteto Ginastera logró mucho éxito en los Estados Unidos, país que estuvo ligado a su producción a través de numerosos encargos y testigo por lo tanto de sus mayores triunfos internacionales.
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Los barrios de Buenos Aires fueron tomando sus nombres de los antiguos dueños de las tierras en donde quedaron emplazados, o de las estaciones de ferrocarril que fueron apareciendo, o como en este caso debido al Convento de Recoletos Descalzos.
Este había sido levantado en una chacra llamada “Los ombúes”, en la suerte que había recibido el vecino fundador y primer alcalde Rodrigo Ortiz de Zárate, cuando Juan de Garay en 1583 hizo el primer reparto de tierras.
Sus límites eran la barranca hacía el río y las actuales calles Ayacucho, Azcuénaga y Arenales aproximadamente.
La zona era conocida como Pago del Monte Grande, Pago se lo llamaba porque había viñedos y Monte Grande debido a los bosques de altura baja que llegaban hasta San Fernando, y en donde había muchos ombúes.
La quinta fue pasando de mano en mano hasta llegar a Gregoria casada con el capitán a cargo de Buenos Aires: Fernando de Valdez e Inclán, a comienzos del siglo 18, y juntos cedieron la parte más elevada a Juan de Narbona, un rico comerciante, para que edificara una iglesia y convento para los frailes de la Orden Reformada de San Francisco que estaban recién llegados de España. Esto se debió a que la madre de Inclán se encontraba muy enferma, por lo cual, en conformidad con su esposa, había hecho una promesa a Nuestra Señora del Pilar, Patrona de Zaragoza, ofreciéndole, si su madre se curaba, donar un terreno para levantar una iglesia. Al enterarse que su madre estaba fuera de peligro, inmediatamente cumplió con lo dicho.
Hacia fines del siglo 18 las grandes chacras y quintas, y los baldíos deshabitados comenzaron a dividirse y a poblarse. Tras las frecuentes epidemias de cólera y, sobre todo la de fiebre amarilla de 1871, las familias más ricas del sur de la ciudad se desplazaron al Norte y así fueron poblando la zona.
Estas familias pudientes de Buenos Aires construyeron las lujosas mansiones y enormes edificios de estilo francés, rodeados de imponentes jardines y parques, y avenidas exclusivas, con materiales traídos de Europa. Por este motivo, hay quienes sostuvieron que Recoleta era una pieza extractada de París, aunque la comparación con París es consecuencia del voluntarismo político y cultural de las elites de 1880 y porque París era la ciudad más admirada por esa generación.
El cambio de la ciudad ocurrió bajo el primer intendente en 1880, don Torcuato de Alvear, quién había vivido en la capital francesa hasta entonces.
Hoy el barrio se distingue por sus palacios, por la Iglesia, el Cementerio, el Museo Nacional de Bellas Artes, el actual Centro Cultural y la Biblioteca Nacional entre otros.
De todas maneras, París nunca fue el único modelo europeo de Buenos Aires, aunque la arquitectura Beaux Arts dio el tono de las grandes mansiones de la elite de fines del siglo 19 y comienzos del 20.
Nueva York fue importante modelo de inspiración, sobre todo a medida que avanzó la modernización.
Le Corbusier que vino en 1929, señaló que lo propio de BsAs eran las casitas edificadas por artesanos italianos, casitas sencillas que reconducían a formas geométricas elementales. También señaló que a diferencia de las ciudades europeas atravesadas por ríos emblemáticos,como el Tiber, el Sena, elTámesis, el Arno, el Rhin o el Danubio, Buenos Aires se había edificado de modo que a fines de la década del 20 la llegada al río era casi imposible.
No recuerda a ninguna ciudad europea, pero sí tiene fragmentos de muchas de ellas.
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A continuación escucharemos una pieza de música de cámara,
Si bien en nuestro país, a comienzos de siglo XIX, fue en las tertulias -vieja costumbre española-, donde tuvo lugar el encuentro entre las élites y la música de salón, fue durante el período en que entró en vigencia la Constitución Nacional, a mediados del siglo XIX, en que la ciudad se constituyó en una plaza de vital importancia en la actividad músical…Pocas ciudades en el mundo registraron la simultaneidad de temporadas líricas con Europa como ocurrió aquí.
Todo comenzó en torno a dos focos principales, la ópera y la música instrumental de cámara.
La llegada de grandes contingentes de inmigrantes incidió también en el incremento de conservatorios y en la demanda de profesores de música.
De esta manera, a fines del siglo XIX se estableció en Buenos Aires la música de cámara con el repertorio clásico de tríos, cuartetos y quintetos y formó parte de la vida cotidiana.
El Cuarteto de Amigos interpretará: de Luis Gianeo. De las tres piezas criollas, Lamento quichua
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Luis Gianneo fue miembro del grupo Renovación que se formó en 1929 en la sede de Amigos del Arte, en la calle Florida al 659, y que se caracterizó por valorizar las melodías populares y los ritmos de danza rioplatenses, pampeanos y andinos en sus obras instrumentales.
Durante la colonia no había habido cementerios, salvo en ciertos momentos de epidemias que causaban gran mortalidad, y se habilitaban terrenos con ese fin. Vuelta la normalidad, los muertos seguían recibiendo sepultura en los templos y sus alrededores, pero estas costumbres duraron hasta 1809, en que las autoridades temieron por la salud pública y las prohibieron, si bien algunos vecinos insistían con esas prácticas.
Hasta que finalmente en 1822, el gobernador Martín Rodríguez, dispuso destinar una parte del huerto de los frailes recoletos para Cementerio del Norte, aunque para todos fue, y sigue siendo, el de la Recoleta.
En el libro “Cinco años en Buenos Aires”, de Thomas George Love, un inglés que pasó por aquí desde 1820 hasta 1825, se lee:
“Los cementerios están repletos y ahora se llevan los cadáveres al Cementerio Nuevo, en la Recoleta, y se trasladan allí desde los cementerios de las iglesias, con lo que se producen escenas de confusión, en que madres, esposos y esposas prorrumpen en gritos al reconocer los restos de quienes ya no esperaban ver más en este mundo” .
El cementerio se transformó en un lugar poco higiénico y hasta macabro debido a la mala distribución al azar de los cadáveres, la escasa señalización de las tumbas y el incorrecto cierre de los ataúdes. Tanto que se pensó en cerrarlo.
Hasta que en 1880, el arquitecto BUSCHIAZZO lo rodeó con un alto muro de ladrillos, volvió a trazar y pavimentar sus calles, lo parquizó, y diseñó un nuevo peristilo de ingreso. También se tomaron nuevas medidas para su correcto funcionamiento. Y fue así como surgió el actual cementerio….
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Volviendo a la música es que recordamos que de acuerdo con algunos mitólogos la primera música se escuchó en las cavernas, y más adelante, el templo, la catedral y los palacios fueron atractivos justamente porque recrearon espacial y acústicamente ese primer espacio (el de las cavernas).
Claro que Claude Levy-Strauss, sostuvo y demostró que los mitos cumplen el curioso papel de tornar explicable todo aquello de cuyo origen poco y nada puede saberse.
Escucharemos a continuación, por el Cuarteto de Amigos, de Luis Gianneo, de las tres piezas criollas: Criolla
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El grupo Renovación, del que formaba parte Gianneo, estuvo influenciado por la llegada de los ballets rusos de Serguei Diaghilev.
El primer vínculo entre los Ballets Rusos y nuestro país bien puede haber sido una joven argentina de veintitrés años que, cultivándose en París en el año 1913, presenció el estreno de La consagración de la primavera de Igor Stravinsky, con coreografía de Vaslav Nijinsky y promovido por el gran gestor cultural que fue Diaghilev.
La tradición nos cuenta que la función causó un gran escándalo y el espectáculo, que terminó marcando una ruptura en las vanguardias de ese ppio de siglo, fue denostado por la prensa especializada. En la sala del teatro de Champs-Élysées, además de nuestra compatriota se encontraba Coco Chanel, mecenas de las producciones más alternativas de entonces, y también una de las creadoras más apreciadas por la misma joven argentina de veintitrés años: que era Victoria Ocampo.
El Cuarteto de Amigos está integrado por Haydee cuyo abuelo, violinista alemán fue quien le enseñó a usar el instrumento a muy temprana edad con solo cinco años, y ella recuerda que debía apoyarlo en una mesita ratona para poder tocarlo. Haydee fue primer concertino de la orquesta filarmónica del teatro Colón por espacio de treinta y cinco años, en épocas en que no era tan fácil para las mujeres acceder a ciertos lugares de prestigio, o simplemente acceder. Su abuelo había enseñado a tocar el violín al príncipe de la corona alemana antes de migrar a Argentina a causa de la guerra.
Gustavo, el otro violín del cuarteto es de Tucumán, y desde muy pequeñito escuchaba a su papá estudiar el oboe en casa, porque era músico y se dedicaba a ello. Muy tempranamente se involucró con la música y al terminar la escuela secundaria ingresó a la Sinfónica Nacional en la que permanece desde hace 30 años. Un detalle curioso es que la hora de estudio de su papá era la madrugada o la noche, desde las 12 en adelante y él dormía escuchando ese sonido y se había acostumbrado a dormir así.
Carla, la viola, empezó tocar el instrumento a los 7 años con su papá quién toca también el mismo instrumento en el Teatro Argentino de La Plata, ciudad donde ella nació.
Siro Bellisomi, violoncello, ya su abuela tocaba piano en el cine mudo de comienzos del siglo XX, y en las fiestas familiares sus tíos abuelos además eran payadores, y tocaban el piano y cantaban, su papá era pianista y organista y como venía de La Plata a Buenos Aires a dar conciertos en Santo Domingo, mientras ensayaba, de chiquito Siro preparaba sus deberes de la escuela sentado dentro del órgano tubular…comenzó a estudiar piano a los 8 y luego se inclinó hacia el cello cuando comenzó a ir por su cuenta a los conciertos, aunque también le atraía el violín, instrumento que practicaba su hermano.
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Gerardo Gandini, pianista y compositor, sostuvo que: “la composición de música es parecida a la poesía, en el hecho de que uno escribe música o poesía casi sin esperanzas. Se sabe que con eso no se va a ganar nada”.
El arte es un lugar de experimentación y juego con la incertidumbre, más que una búsqueda de certezas cognitivas.
Pero respecto de la música en particular me gustaría agregar, a modo personal, que, al escucharla, tiene el poder de unir nuestras almas y reconocernos como parte de la misma familia humana, y muchas veces argentina.
Alguien dijo alguna vez que la síntesis del espíritu de Buenos Aires era el tango.
Música que en sus comienzos se escuchó en cafés y prostíbulos en tríos de violín, guitarra y flauta, siendo esta última reemplazada por el bandoneón , volviéndose el tango más candencioso, adusto , sentimental.
Escucharemos ahora del maestro Astor Piazzolla: Oblivion.
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Hay músicos que integrando unos pocos elementos nuevos modifican la sustancia misma de la estética.
No son rupturas, -ruidosas casi siempre, sino articuladores, bisagras inaudibles que ahuecan la continuidad de lo existente. Es así como lo nuevo abre un espacio antes absolutamente inexplorado.
Además, lo novedoso importa materiales y lenguas extrañas. La creación implica una traición al pasado.
Eso hizo Piazzola con el tango. Extrajo nuevos sonidos de instrumentos preexistentes. Tocó el bandoneón de parado -como se dice en la jerga-, lo golpeó como si se tratase de un instrumento de percusión. Al violín, lo raspó a la altura del puente.
Introdujo armonías jazzeras, otros modos de orquestar, modulaciones, todo ello inexistente en el tango tradicional ya instalado.
Piazzolla hizo de su nombre un punto de no retorno.
Un poco cansado ya de explicarse frente a los tribunales de la historia sagrada, de su música dijo que no era tango, sino música de Buenos Aires.
Sin modificar ni un solo ladrillo fundó otra ciudad, al modo en que Borges interpretó al Heráclito: si no se bebe dos veces agua del mismo río, no es porque el río corre y cambia, sino porque el hombre que baja a beber nunca es el mismo.
Escucharemos ahora, de Piazzolla: Fuga y Misterio ejecutado por el Cuarteto de Amigos.
© 2022 Noemí Molinero. Toda cita de este texto debe indicar su título y publicación original en https://historiaatravesdelarte.blogspot.com/2022/09/concierto-en-facultad-de-derecho.html
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