PRIMERA ENTRADA
Hemos escuchado Tres Minués Argentinos “Los abrazos”, de Amancio Alcorta (1842-1902); “Minué en Fa Mayor”, de Juan Pedro Esnaola (1808-1878); y “Figarillo”, de Juan Bautista Alberdi (1810-1884) (interpretados por el Cuarteto de Amigos, integrado por Haydée Seibert y Gustavo Mulé violines, Carla Regio viola y Marina Arreseygor violoncello.
En el marco del ciclo “Música e Historia en los palacios de Buenos Aires”, en su tercera temporada, declarado en los años 2016,18, 19 y 20 sucesivamente, de interés cultural por el ministerio de cultura del Gobierno de la ciudad de Buenos Aires y también por la Legislatura porteña en 2019. Rendimos así, homenaje a los edificios más emblemáticos, en su valor arquitectónico y cultural, a través del cruce entre Historia, Arquitectura y Música.
Las barrancas de Buenos Aires, todas desembocan en el Río de la Plata. Algunas son públicas y visibles. Otras, en cambio, bajan como avenidas, pasando inadvertidas para el común de todos nosotros.
Estamos sobre la barranca de Melo (el antiguo zanjón de Ibáñez) cerca “del río que no es una vía para irse sino una patria para quedarse, es casi un río de tierra y los barcos que lo cruzan no lo navegan, lo transitan, ha sido necesario hacerle canales que son los caminos de una pampa, serpenteantes (e) irregulares…el río no admite navegantes, requiere rastreadores, como la pampa” misma. Esto escribió Florencio Escardó : en Geografía de Buenos Aires
Entre nosotros y el río, la Avenida del Libertador que nace en el barrio de Retiro y finaliza luego de unos 35 km de recorrido en Tigre y San Fernando y que supo estar flanqueada, la avenida, por casas que no impedían la brisa del río, y hoy es un "túnel" de altos edificios que nos separan un poco de ese aire ribereño.
Cuando llegaron los primeros colonizadores a la región, no había aquí ni metales preciosos, ni indios que se prestaran a trabajar para los amos españoles, ni nada que justificara el empleo de grandes masas de mano de obra esclava.
El poco ganado traído por Juan de Garay se multiplicó en millones y la región tenía algo único: la existencia de un enorme océano de hierbas: la pampa, que alumbró primero una civilización del cuero y luego una de la carne.
A espaldas de esa llanura interminable, se fueron levantando palacios cerrados, y cámaras y antecámaras, como si se hubiera intentado conjurar tanta inmensidad abierta.
Hubo una época en que la cercanía de la pampa abierta era un hecho cotidiano.
La exterioridad de las pampas fue retrocediendo, y su silencio también.
A comienzos del siglo XX, más exactamente en 1913, Gregorio Esperón, descendiente de una familia en la que podremos notar mucha actividad femenina en relación al lugar en que estamos, un predio de 5 mil 600 metros cuadrados, Gregorio construyó, un gran palacio de estilo renacentista italiano en lo alto de la barranca de Melo y Gaspar Campos.
Su abuelo, Juan Bautista Segismundo, dueño de una lonja de tierra entre las calles Lavalle y Melo aproximadamente, fue padre de Felipa y Victorita, esta última, madre de Gregorio. Alrededor de 1850 Felipa fue quien mensuró sus tierras en esta ciudad y Victoria fue quien hizo las subdivisiones. Felipa regaló a la mujer de Gregorio, no a él que era su sobrino, la chacra, ubicada entre Gaspar Campos, la barranca de Melo y las actuales Madero y Güemes. Extraño e interesante dato que hayan sido las mujeres de la familia, quienes diseñaron la historia de este lugar que se convertiría en espacio de arte e historia.
A continuación escucharemos una pieza de música de cámara, música orIginalmente creada para ser ejecutada en los grandes palacios de las cortes europeas.En nuestro país, a comienzos de siglo XIX, fue en las tertulias -vieja costumbre española-, donde tuvo lugar el encuentro entre las élites y la música de salón. Y lo que la caracteriza es que:
·primero) cada músico toca una parte diferente
·segundo) y que no hay director; los músicos deben estar situados de manera que puedan mirarse entre sí, para lograr una mejor coordinación.
Los dejo, entonces, nuevamente con el Cuarteto de Amigos para escuchar
Preludio para cuarteto de Cuerdas, “Del viejo Aparcero”, de Angel Lasala
Transcripción de Tomás Ballicora, para el Instituto de Investigación de
Etnomusicología de la Ciudad de Buenos Aires.
SEGUNDA ENTRADA
Estamos en el Palacio Raggio, familia cuyo primer integrante en llegar a Argentina fue Andrés, proveniente de Génova ,en 1826, año de la presidencia de Bernardino Rivadavia,
El hijo de Andrés, Lorenzo, el primer Raggio en Argentina, adquirió una manzana de terreno con una casa que había sido el casco de la denominada Quinta de Esperón..
La compra fue hecha en 1917 y entre 1933 y 36 sus hijos, Römulo y Andrés remodelaron la casa hacia el estilo neoclásico, por lo que se pueden observar grandes espacios, presencia de columnas griegas, en este caso estilo jónico, y techos abovedados.
Justamente Rómulo, colaboró en los negocios inmobiliarios y bursátiles de su padre. Fundó lo que es hoy el Mercado de Valores de la Bolsa de Comercio de Bs. As., y también estuvo muy volcado hacia la educación popular. Creó, junto a sus hermanos, en 1924, y en homenaje a sus padres las llamadas hoy: Escuelas Técnicas Municipales Raggio. Fue su hijo Miguel, en su homenaje y luego de su muerte en 1960, quien creó la Fundación Rómulo Raggio en agosto de 1961, y poco más de 20 años después, en 1983, el Museo de la Fundación, núcleo del Centro Cultural que ha sido declarado de interés municipal y propuesto, en la Cámara de Diputados de la Nación, como "Patrimonio Cultural de Interés Nacional".
Esta zona de la provincia, que en época de la segunda fundación de Buenos Aires se llamó Pago del Monte Grande y luego en el siglo 17 pasó a ser conocida como Pago de la Costa, fue considerada la despensa de la ciudad de la Trinidad, como se llamaba entonces a Buenos Aires, y lo fue por su tierras fértiles, siendo proveedora de cereales, frutas y verduras.
La zona, además, era considerada un lugar ameno para la diversión y la convalecencia de enfermos.
A comienzos del siglo 18, (en 1700) había cambiado su nombre a Punta de los Olivos debido a una gran plantación de olivares en una saliente de la barranca hacia el río, en lo que era la quinta de Domingo Acassuso. Esta abarcaba el actual barrio de La Lucila y parte de Martínez, en el partido de San Isidro.
Por mucho tiempo se llamó Olivos al lugar, hasta que a comienzos del siglo 20, se propuso la creación de un nuevo partido, porque este lugar había sido, hasta entonces, parte de San Isidro, y el nombre de Vicente López surgió en homenaje y recuerdo del autor del himno nacional, o tal vez porque Esperón, era descendiente de una hermana de Vicente López y al menos así fue cuando se decidió que la estación de trenes llevara ese nombre ya que se tocaba con las tierras de Esperón.
Las chacras pasaron por tres períodos residenciales: siendo primero temporales, para luego ser lugar de vacaciones y finalmente residencias permanentes. Durante el siglo XX concluyó este proceso de achicamiento de las chacras y quintas que en su mayoría se hallaban desde Maipú hacía el río.
A continuación escucharemos al Cuarteto de Amigos interpretar:
Cuarteto N° 1 Op. 20, de Alberto Ginastera, IV Mov. Allegramente Rustica
TERCERA ENTRADA
A Vte López la separa de Buenos Aires la avenida General Paz, que atraviesa sobre nivel las avenidas Cabildo del lado sur y Maipú del lado norte. Y por debajo de ella está el Puente Saavedra creado en 1940.
El puente y las avenidas son uno de los principales accesos a la ciudad de Buenos Aires.
Pero escuché decir que el puente no existe. Que lo que vemos no tiene nombre, porque el verdadero está bajo tierra, y sólo podría ser contemplado desde abajo. Que es invisible para los que transitan por Cabildo y siguen por Maipú, o a la inversa.
Siguiendo esta versión el verdadero Puente Saavedra pasaba por sobre las vías del actual Ferrocarril General Belgrano, que corren bajo nivel, y el puente desapareció de la vista al construirse sobre él la galería comercial, que hoy ya no existe, y que daba acceso a la Estación Aristóbulo del Valle (única en la provincia por estar bajo tierra y constar de ascensores)
Hoy en día decir Puente Saavedra es designar vagamente al lugar y a la zona más o menos aledaña, tanto en Capital como en Provincia.
Lo que sí podemos afirmar es que la mayor parte de esas tierras pertenecía, en el siglo XIX, a los descendientes de don Cornelio Saavedra, Presidente de la Primera Junta.
Y también que a fines de ese siglo las avenidas Cabildo, Maipú y Centenario, una sola con distintos nombres, seguían la traza del antiguo camino de las carretas, por el que pasaron las tropas de Liniers cuando vinieron a rescatar Buenos Aires de los ingleses, el ejército de Manuel Belgrano a sus campañas del Norte, y todos los combatientes de las guerras civiles de nuestra patria, derrotados o vencedores.
Una curiosidad fue que en 1873 año de la fundación de Saavedra, se inauguró el “Paseo del Lago”, aprovechando las aguas del Arroyo Medrano, en el que la principal atracción consistía en navegar sus aguas en botes y góndolas, hechas en el mejor estilo veneciano.
El barrio de Saavedra es el incierto escenario en que Marechal ubica el descenso a los infiernos en “Adán Buenos Aires” (Viaje a la oscura ciudad de Cacodelphia), y también es uno de los puntos a los que llegaba Borges en sus famosos paseos a patacón por cuadra de los años 20, que solían durar toda una jornada, cuando, según cuenta la leyenda, el Puente Saavedra era, de verdad, el Puente Saavedra.
También ligado a un integrante de la Primera Junta es el predio de la actual quinta de Olivos, porque luego del reparto inicial que hiciera Garay, en la segunda fundación, llegó a manos de la esposa de Miguel de Azcuénaga, vocal de la primera junta, quien levantó allí una casona sencilla, cuyo predio, el hijo de ambos usaría para criar caballos, pero encargaría a Prilidiano Pueyrredón, su amigo, una casa de campo más sofisticada que la que ya tenía y de allí llegó por herencia en 1903 a Carlos Villate Olaguer (bisnieto del vocal de la primera junta).
Carlos Villate murió muy joven, a los 46 años en 1918, pero había dejado en testamento que la propiedad fuera usada como lugar de veraneo por los presidentes de la Nación. En la década del treinta fue Agustín P. Justo quién le dio un rol social, usándola como colonia de vacaciones para niños necesitados. Y siguió funcionando como colonia, hasta que Juan Domingo Perón, luego del fallecimiento de Eva, cedió parte del predio a la Unión de Estudiantes Secundarios para actividades deportivas y culturales exclusivamente para mujeres.
El Gral. Aramburu, protagonista de la revolución llamada Libertadora, fue el primer presidente en utilizar la Quinta como residencia permanente, aunque no fue el primer presidente "constitucional" en hacerlo.
Lo fue en cambio Arturo Frondizi, en cuya gestión la emblemática residencia fue escenario del encuentro secreto que tuvo con Ernesto "Che" Guevara, en agosto de 1961, y que provocó su salida del poder. Otro hecho ocurrido en la quinta , digno de mencionar, fue cuando a la salida de su gobierno, Alfonsín se reunió con Menem para discutir detalles de la compleja transición, luego de su renuncia.
A continuación escucharemos nuevamente al Cuarteto de Amigos, esta vez en la interpretación de una obra de Ariel Ramírez, de quién en septiembre de este año se cumplió el centenario de su nacimiento ocurrido en Santa Fé. Conoció a Atahualpa Yupanqui, con quién recorrió el norte y oeste del país, fuente de inspiración musical reflejada en la Misa Criolla. En esta obra siguiendo la liturgia católica, utilizó ritmos de baguala, carnavalito, chacarera y vidala. Entre su repertorio de más de 300 canciones se destaca, entre otras, la que escucharemos en esta ocasión: Alfonsina y el Mar, en adaptación para cuarteto de cuerdas de Marina Ruiz Matta.
CUARTA ENTRADA
Alguien dijo alguna vez que la síntesis del espíritu de Buenos Aires era el tango. Música que en sus comienzos se escuchó en cafés y prostíbulos, en tríos de violín, guitarra y flauta, siendo esta última reemplazada por el bandoneón, que volvió al tango más cadencioso, más adusto, más sentimental.
Buenos Aires es la ciudad del tango, pero en 1935, fue en Nueva York, que Carlos Gardel -en música- y Alfredo Lepera - en letra - compusieron el tango Por una Cabeza, que escucharemos a continuación interpretado por el Cuarteto de Amigos.
QUINTA ENTRADA
Un bandoneón de segunda mano, comprado en el puerto de Nueva York, ciudad en la que vivía, fue lo que su padre le regaló cuando cumplió 9 años.
Tuvo que estudiar y lo hizo a disgusto porque su pasión era el jazz y ese instrumento no parecía servir para el swing.
Cuando tuvo 32 años viajó a París, y Nadia Boulanger, su profesora de composición, luego de haber escuchado su tango Triunfal, lo convenció de que nunca abandonara esa música.
Así Piazzolla supo que lo que no era tango en él era extraño, era un otro cerebral, un otro falso...
Lo recordamos en el centenario de su nacimiento en marzo de 1921, escuchando a continuación, “Oblivion”, interpretado por el Cuarteto de Amigos.
SEXTA ENTRADA
La evidencia más temprana que tenemos de música se remonta a 45 mil años atrás. Los neandertales y otros cavernícolas tocaban flautas que recorrían una escala que hoy llamaríamos diatónica, la más común en la música occidental: siete notas con la nota número ocho a una octava de la primera.
De acuerdo con algunos mitólogos la primera música se escuchó en las cavernas, y más adelante, el templo, la catedral y los palacios fueron atractivos justamente porque recrearon espacial y acústicamente ese primer espacio (el de las cavernas).
Es oportuno mencionar a Claude Levy-Strauss, quien sostuvo y demostró que los mitos cumplen el curioso papel de tornar explicable todo aquello de cuyo origen poco y nada puede saberse.
Para finalizar esta velada escucharemos ahora, de Piazzolla: Fuga y Misterio, , ejecutado por el Cuarteto de Amigos.
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