martes, 21 de mayo de 2019

CONCIERTO CCK CÚPULA

CICLO DE MÚSICA E HISTORIA EN LOS PALACIOS DE BUENOS AIRES
Domingo, 19 de mayo de 2019,
Centro Cultural Kirchner
Texto de la presentación de la profesora Noemí Molinero el 19 de mayo de 2019
© 2019 Noemí Molinero. Toda cita de este texto debe indicar su título y publicación original en https://historiaatravesdelarte.blogspot.com/2019/05/concierto-cck-cupula.html

1a ENTRADA
Hemos escuchado  Cuarteto de cuerdas Nro 4, Kegel 157, primer movimiento “Allegro”, de Mozart,  interpretado por el Cuarteto de Amigos. Fue compuesto en su tercer y último viaje a Italia cuando tenía 17 años de edad, hacía fines de 1772. Había ido allí con su padre respondiendo al compromiso de componer una nueva ópera para el carnaval de Milán.


El ciclo “Música e Historia en los Palacios de Buenos Aires”, ya en
su segunda temporada, también como en la anterior, ha sido
declarado de interés cultural por el gobierno de la ciudad.
En sus inicios, este ciclo fue deseo de recrear la atmósfera original
de la audición e interpretación de las obras del clasicismo y del
romanticismo. Deseo que devino en una actividad musical
atravesada por la historia, la arquitectura y las letras, desarrollada
además, en construcciones emblemáticas de la ciudad por su valor
arquitectónico y cultural.
La “música de cámara” se creó para ser ejecutada en los salones
de los grandes palacios de las cortes europeas.
En nuestro país, a comienzos de siglo XIX, fue en las tertulias -vieja
costumbre española-, donde tuvo lugar el encuentro entre las élites
y la música de salón. Se bailaba música europea, y tambien cielitos  hasta la tercera década del siglo, (el cielito es considerado la madre de todas las contradanzas rurales criollas argentinas y tiene la particularidad de que el bailarín también canta); se escuchaban en los salones clavicordios, pianos y arpas.

La guitarra, en cambio, se escuchaba y destacaba entre las clases
populares. Se la escuchó en pulperías, rasgada o apenas punteada,
y en ocasiones acompañada de palabra, más dicha que cantada.
Así, en los comienzos del siglo XIX surgieron las payadas,
enunciación centrada en la forma. Una poética sometida a las
tradiciones de la oralidad que posteriormente, formará parte de la
gauchesca, ya como literatura, naciendo por supuesto, como
recuerdo y leyenda, acerca de un pasado mítico.
Hacia el período de la Constitución Nacional, en 1853, y
coincidiendo con la llegada de miles de inmigrantes desde diversos
sitios de Europa y Medio Oriente, se desarrolló el gusto por la ópera
y por la música vocal e instrumental de cámara.

Entre los mecenas de Beethoven hubo tanto condes, como
príncipes, archiduques y barones. La búsqueda de la
“excepcionalidad” y la originalidad creativa,  eran las nuevas
características del gusto de la época que hicieron de Beethoven el
músico más apreciado entre las clases cultivadas. El apoyo a un
artista de su categoría era un lujo que contribuía al prestigio del
mecenas. Siendo invitado en forma frecuente a las residencias de
estos nobles, no faltó la ocasión en que Ludwig se presentara con
su gorro de dormir, por si la velada se extendía y había que pasar la
noche en palacio.
A continuación escucharemos al Cuarteto de Amigos interpretar:
Cuarteto de cuerdas No 6 en Si bemol Mayor, Op. 18, 1er.
Movimiento “Allegro, de Ludwig Van Beethoven (compuesto en
1801, en la ciudad de Viena)

2ª ENTRADA
Estamos en el barrio de San Nicolás, parte del casco histórico de la
ciudad, ubicado en las cercanías del área en la que, en 1580, Juan
de Garay asentó la segunda fundación. (o sea en lo que hoy es
Plaza de Mayo).
A fines del siglo XVIII se levantó, exactamente en el actual lugar del
Obelisco,  la Iglesia de San Nicolás de Bari, que dio su nombre al
barrio. En su torre, tiempo después, el 23 de agosto de 1812, se izó
la bandera nacional por primera vez en la ciudad de Buenos Aires.

Esta fecha coincidió con el avance del ejército español en el norte
argentino y la consiguiente retirada dispuesta por Belgrano, lo que
se conoce como el éxodo jujeño, que hizo posibles los triunfos de  Las Piedras, Tucumán y Salta, éxodo que fue parte de la guerra corajuda y desigual que se libró sin recursos pero con mucho ingenio y una audacia sin límites, porque del otro lado estaban, nada menos que los ejércitos del rey, los mismos que venían de vencer a Napoleón.
Más adelante, en reconocimiento al trabajoso éxodo, Belgrano mismo donó esa bandera al Cabildo de Jujuy.

El barrio de San Nicolás es hoy parte del Microcentro: hay
comercios, oficinas, edificios institucionales, o sea: hay ajetreo y ruido
tecnológico. También aquí sobreviven, entre los pliegues del
cemento, algunas construcciones que pertenecieron a las familias
patricias.
Muy cerca, en la calle San Martín, vivieron Bartolomé Mitre y Julio
Argentino Roca. Enfrente está el edificio de la Bolsa, y en la manzana contigua, hacia la ex - Cangallo y 25 de Mayo, está el que
fuera el Palace Hotel, -el más lujoso en la época del Centenario- en
el que se alojó la Infanta Isabel de Borbón, y que en la actualidad,
pertenece a la Facultad de Filosofía y Letras.
…..
Más precisamente estamos en lo que fue el Central Palacio de
Correos y Telecomunicaciones, hoy Centro Cultural Kirchner.
Este fue el primer gran edificio público, diseñado por el arquitecto
Norbert Maillart, quien también proyectó el colegio Nacional de
Buenos Aires y el Palacio de Justicia, entre otros, todo según los
principios de la Escuela de Bellas Artes de Paris.
En su  estilo de palacio neoclásico, conviven la antigüedad
grecorromana, el clasicismo francés y, el art déco como elemento
moderno. El área histórica, la así llamada noble, está sobre la calle
Sarmiento, y se conserva tal como fue originalmente construida. En
la zona nueva se han incorporado otros elementos arquitectónicos
generando un contraste entre la elegancia neoclásica y la
modernidad. Un armazón de columnas metálicas que delinean su
nueva fachada interior permite conservar la estructura envolvente
original. En el centro de este espacio está la gran Sala Sinfónica nueva sede de la Orquesta Sinfónica Nacional, con capacidad para 1950 espectadores.

Este edificio está enlazado a dos figuras de la historia, acaso
asimilables a proyectos diferentes de  país.
Uno es el presidente Miguel Juárez Celman, que fue quien aprobó
el proyecto de su construcción (a fines del siglo XIX). Llegó a la presidencia de la nación bajo el influjo de su concuñado Julio Argentino Roca.
La otra es Eva Perón, que, en 1946, asentó aquí, por breve tiempo, su Fundación, luego de que el gobierno de Perón dispusiera el
cierre de la Sociedad de Beneficencia, que, en este caso, no había
designado como presidenta de la sociedad a la primera dama de
turno, tal como era costumbre desde la época de Bernardino
Rivadavia.
La primera presidenta de la Sociedad de Beneficencia fue Mariquita
Sánchez de Thompson. En su casa habían transcurrido las tertulias, encuentros y desencuentros,  conversaciones animadas acerca de las ideas de patria y de revolución.
Cuando asumió como presidenta de la Sociedad fundada por
Rivadavia, Mariquita transitó el pasaje que va del salón
semidoméstico a las instituciones públicas. Fue el respeto y la
autoridad que ella inspiró lo que reunió, en poco tiempo, al primer grupo de mujeres dispuestas a trabajar en una institución dependiente del Estado.
Fue un hecho inédito hasta entonces y, como hecho, marcó un giro
en las relaciones entre género y política en la Argentina de primera
mitad de siglo XIX. Las mujeres de la élite habían comenzado a
intervenir de manera directa en la esfera pública.
No puedo dejar de mencionar que en ese siglo tan hostil a las mujeres hubo muchas otras que de alguna u otra manera participaron de la vida política, ya que una forma de emancipación fundamental fue: la literatura y el periodismo.
Estas mujeres fueron Juana Manuela Gorriti, escritora en primer lugar, Juana Manso a favor de la educación laica y mixta, Juana Azurduy comandante en las  tropas del norte, Encarnación Ezcurra, una de las espadas políticas de Rosas,  Guadalupe Cuenca, esposa de Mariano Moreno, o  Carmen Puch de Guemes, y por último ¿cómo no mencionar a Agueda Tejerina de Posse, quien cuando desde Tucuman enviaron 1600 soldados a luchar contra los ingleses durante las invasiones a BsAs, encabezó un movimiento cívico de apoyo a las tropas tucumanas en el que habló sólo a las mujeres tucumanas.
……
Felix significa feliz y es el primer nombre de Mendelssohn, nacido en 1809.
Cuando tenía 9 años, en Berlín,  dio su primer concierto público y a los 11 fue presentado a Goethe, quien dijo que desde Mozart no había vuelto a existir un genio semejante.
Escucharemos de Felix Mendelssohn, Capriccio para Cuarteto de Cuerdas, obra que pertenece a la etapa de su juventud, cuando contaba sólo con 16 años, interpretada por el Cuarteto de Amigos.


3ª ENTRADA
Estamos en el Bajo. Paseo, inicialmente breve, construido sobre el
barro y el polvo del río, al cabo de sudestadas y sequías.
En tiempos del virrey Vértiz fue para los habitantes uno de sus
recorridos preferidos. Se lo llamó Paseo de la Alameda.
En aquellos tiempos, el río no era ajeno a la aldea ni a sus
quehaceres y descansos. Formaba parte de su diario vivir. Durante
el día las lavanderas, y por las noches, del siempre agobiante
verano, los bañistas bajaban a refrescarse, envueltos en toallas y
con chanclos, generalmente acompañados de algún criado portador
de un farol, cuidando de no terminar despojados de la ropa o de la
sábana, y que el paseo se convirtiera en un involuntario atentado al
pudor.
Cien años después, a fines del siglo XIX estos lugares, ya
fronterizos, no tenían buena reputación. Figuraban en la geografía
de lo clandestino. Llegando a Retiro, el agua estancada y el hedor
producido por ser depósito de animales muertos, basura y pescado
inservible, lo hicieron un lugar insalubre. No hay civilización sin desechos.
Hacia 1868 se promulgó una ordenanza que dispuso construir un
frente uniforme de arquerías, en términos muy estrictos acerca de
sus medidas. Pese a ello, no fueron respetados ni el grueso de los
pilares ni las distancias entre uno y otro, y la recova fue considerada
como un atentado al buen gusto. No dejó de cumplir, sin embargo,
una mínima función de reparo en los días de lluvia.

La recova del Paseo fue tornando hacia el mito, encarnado en una
muchedumbre ruidosa y heterogénea.
Las jornadas eran iguales entre sí. Un domingo no se distinguía de
otro día cualquiera.
Abundan en la literatura del siglo XX las referencias al río, la
costanera, el puerto. Mástiles y grúas, herrumbre humana, agua
quieta, viscosidad sartreana.

Escribió González Tuñón:
“Le robaron el río a la ciudad.
Un muro de cemento y de hierro los separa.
Pero se siente su presencia, en cada cosa
En cada piedra
en cada bandoneón
en cada árbol
en cada enredadera.”
………..
Estamos ahora en la cúpula. Palabra que proviene del italiano, con
raíces en latín, cupella, y en griego, cupellon. Significa pequeña
taza, obviamente en relación con la forma característica de esta
cubierta.
La gran cúpula original del edificio fue desmontada; las tejuelas de
pizarra negra fueron reemplazadas por cristales de vidrio
polarizado, que mantienen su forma primera.
Se usa como sala de conferencias y espectáculos, y mirador urbano
privilegiado, de acceso público.
…………………
Antonin Dvorak, nacido en Bohemia en época del imperio austro-
húngaro, compuso su célebre Cuarteto Americano en los Estados
Unidos, en junio de 1893. Los elementos musicales del folclore americano son de muy distinta procedencia: negra, escocesa e indígena y esto impresionó a Dvorak, contribuyendo a ensanchar sus horizontes melódicos y armónicos, tanto que recomendó a los músicos de allí que se inspiraran como él, en este folclore.
...
A continuación escucharemos al Cuarteto de Amigos interpretar:
de Antonin Dvořák: Cuarteto de cuerdas No 12 en Fa Mayor, Op.
96, “Americano”, 4to. Movimiento , “Vivace Ma non troppo”

4ª ENTRADA

A continuación, unas palabras de Héctor Mauas acerca del
“efecto Piazzola”.
No es inverosímil suponer que Roland Barthes se hubiera atrevido a
postular que Piazzola no es, sino que, más bien, sucede. A modo
de un incidente, como un espejo inacabado que refleja sin repetir
nunca lo mismo ni conservar tampoco nada. Ni regresivo ni
progresivo, se resiste a ser eslabonado en una historia lineal. Toda
tradición está destinada al olvido, imperceptible, paulatino. Pero,
dentro del tango, Astor modificó el curso del tiempo. Trajo el futuro
al presente. Lo trajo sin amputarlo de su extrañeza lejana, y, por
eso mismo acaso, aún hoy su música suena sin terminar nunca de
instalarse.
Piazzolla no “elevó” la música de Buenos Aires a las alturas de lo universal ni de lo eterno.
Por el contrario, el acontecimiento Piazzolla, mientras perdure su
fuerza disruptiva, es una fractura que no se deja asimilar en las
generalidades de la cultura y sus vitrinas. Basta escuchar lo que
hizo de sus manos, más cercanas al bandoneón que al propio
cuerpo –manos de amante-, para alejarse de lo que día tras permanece idéntico a sí mismo. Basta verlo tocar; sus manos imponen una voluntad atemporal. La música es anterior a lo
que se toca. Cuando comienza, recomienza.
Desde el instante en el que ya no le importó volverse intraducible,
único, solo, tampoco hubo retorno para el que escucha, que,
también en algún punto siempre solo, no cesa de sentir su sacudida
en todo el cuerpo, ni tampoco puede amortiguarla jamás.
Los instrumentos que usó no habrán de ser nunca más los mismos.
Ya no es imposible que suenen juntos, sin unicidad, ni dominio. No
sin una sonrisa, los babelizó. Entre su bandoneón, guitarras
eléctricas, pianos, saxos, cuerdas y percusión, golpes, raspaduras,
sólo se perciben diferencias, irrecuperables, en una erótica del
desencuentro sonoro.

Astor siempre está en fuga. Como Ulises, se exiló de la tierra firme
y del reino. Como Ulises, vaga en la lejanía. ¿ Adónde va ?
Cuando lo escuchamos, cada vez, porfiamos en perseguirlo.
Entonces, el cuerpo se nos da vuelta como un guante, de a
pedazos se nos escapa por los oídos, y fluye hacia afuera, una y
otra vez, pero nunca del todo. ¿Adónde vamos ?
El anhelo de extraviarnos en las aguas abiertas que su música
creó, ya no nos abandonará.
Una y otra vez nos entregamos al olvido del ser.
Entonces, a continuación, escucharemos, precisamente, “Oblivion”,
de Astor Piazzola, interpretado por el Cuarteto de Amigos.

5ª ENTRADA

Alguien dijo alguna vez que la síntesis del espíritu de Buenos Aires
era el tango. Música que en sus comienzos se escuchó en cafés y
prostíbulos, en tríos de violín, guitarra y flauta, siendo esta última
reemplazada por el bandoneón, que volvió al tango más
candencioso, más adusto, más sentimental.
Este instrumento, el bandoneón, había sido creado por Heinrich
Band en 1835 y años más tarde comenzó a ser fabricado en serie
en la ciudad de Hamburgo, en Alemania.
Tal vez, llegó a la Argentina de la mano de un marinero alemán que
lo dejó como forma de pago de lo que había bebido en un bar
cercano al puerto.

Lo cierto es que para 1865 sabemos que el negro José Santa Cruz
entretenía a los soldados en las trincheras de la Guerra de la Triple
Alianza (esa guerra que Brasil, Uruguay y Argentina libraron contra el Paraguay).
El fuelle llevaba la marca Band-Union en alusión al apellido del
fabricante y la cooperativa que lo produjo. Band union, de allí
seguramente el nombre de bandoneón.
El bandoneón fue el instrumento que, al cumplir 9 años, Piazzola recibió como regalo de su padre, quién lo había comprado de segunda mano en el puerto de Nueva York.
Ástor tuvo que estudiar y lo hizo a disgusto porque su pasión era el
jazz y ese instrumento no parecía servir para el swing.
Cuando tuvo 32 años viajó a París, y su profesora de composición,
Nadia Boulanger, luego de haber escuchado su tango Triunfal, le
dijo que nunca abandonara esa música.
Ocurrió también lo inverso: esa música nunca lo abandonó, y, al
mismo tiempo, ni Piazzola ni lo que él hizo con sus manos, tocando
de parado, jamás permanecieron siendo los mismos.
Para finalizar esta velada escucharemos de Astor Piazzolla “Fuga y
Misterio”, en arreglo de Cristian Zárate, interpretado por el Cuarteto de Amigos

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