martes, 15 de noviembre de 2016

BUENOS AIRES, TEATRO COLÓN

El nuevo Teatro Colón, inaugurado el 25 de mayo de 1908, no fue lugar demasiado frecuentado por nuestros novelistas. En Los desorbitados, de José María Cantilo, se asiste a una función con espectadores de albas pecheras almidonadas.
Antonio Pujía, "Mujer mariposa"

Modernamente en el Gran teatro, de Mujica Lainez, la acción transcurre en el mismo teatro,  durante una representación de Parsifal de Wagner. Mientras en la escena se persigue el rescate del Santo Graal, en los palcos y plateas tiene lugar otra representación, diversificada en géneros variados, desempeñada por hombres y mujeres movidos por la vanidad, el deseo, la ambición, el odio o la hipocresía, los eternos resortes de la dramaturgía universal.



En El amor brujo de Roberto Arlt, la pareja de Balden e Irene, sube por la calle Tucumán y ha caminado en silencio interrumpido de monosílabos, pues el lenguaje apenas si podía expresar los sentimientos confusos de sus almas torturadas, y han pasado por el Teatro Colón y el Palacio de los Tribunales… (*)
(puntualidad)
El segundo presidente radical de la república fue Don Marcelo T. de Alvear.
Se había casado con la famosa cantante lírica Regina Pacini y era nieto del intendente Torcuato de Alvear, quien confeccionara los decretos para vender el Teatro Colón de la Plaza Mayor y para construir su sede actual.
Era un entusiasta melómano y un asiduo concurrente al Teatro Colón.
Hasta el año 1926, el público del teatro no era demasiado puntual, lo cual disgustaba al Presidente, quien decidió corregir esta costumbre. Unos minutos antes de cada función se paraba y, a través de sus binoculares, seguía con la mirada al espectador despreocupado hasta que este se sentara. El público, extrañado, comenzó a seguir la mirada de Alvear, provocando la incomodidad y hasta la vergüenza del impuntual.
En poco tiempo, Alvear logró su objetivo: había instaurado en el Teatro Colón el respeto por los horarios, una saludable tradición que continúa hoy en día.



(*)Libro de referencia: Delfín Leocadio Garasa, “La otra Buenos Aires”,

No hay comentarios:

Publicar un comentario