“…olvidarás quién eres.
Olvidarás al otro que dejaste.
Olvidarás quién fuiste en las tierras
que te dieron sus tardes y sus mañanas
y a las que no darás tu nostalgia.
Olvidarás la lengua de tus padres y aprenderás la lengua del Paraíso…”
Jorge Luis Borges, “Israel 1969”
Hacia 1910 el país se sentía fuerte y seguro, con mucho optimismo progresista, y contaba con poco mas de 7 millones de habitantes, la tercera parte extranjeros, de las inmigraciones de las últimas décadas, preferentemente italianos, casi un millón y españoles ochocientos mil.
El desarrollo económico correspondía al aumento de población y tenía sus manifestaciones más visibles en la construcción de obras públicas, que se acentuó bajo la presidencia de Saénz Peña, a partir del palacio del Congreso, inaugurado en 1906.
Joya Art Nouveau |
Sobre la Argentina real se fue levantando una Argentina convencional que pronunciaba frases como “América para la Humanidad”, o “dos maestros por cada soldado” y que se ofrecía como un paraíso progresista y laico a todos los hombres del mundo que quisieran habitarla.
Galería Güemes |
Desde el 80 hasta 30 años después ocurrieron otros fenómenos que contribuyeron en gran parte a la transformación del país. Ya comenzaban a actuar en la vida pública las generaciones de hijos de los inmigrantes llegados en masa, desde poco antes del 60. Con la extensión de los cultivos agrícolas y la adopción general del alambrado, se habían modificado las modalidades del trabajo rural. El antiguo peón criollo, iba siendo paulatinamente reemplazado por el inmigrante, más adaptado a las nuevas modalidades económicas. La inmigración golondrina se había generalizado en esa época, y sólo una parte se incorporaba a la vida argentina, con ánimo de permanecer.
Los Lirios |
Apareció un sentimiento de xenofobia larvada en los dueños de la situación, herederos de quienes habían hecho la doctrina de la entrega al extranjero. Empezaban a sentir contra el inmigrante el mismo temor que los había llevado a proclamar el exterminio del criollo. Muchos justificaron la prolongación del fraude comicial fundándose en la preocupación que les causaba la perspectiva de que el gobierno cayera en manos de los inmigrantes y sus hijos.
Los Pavos |
La realidad que vivían los inmigrantes y sus hijos, en aquellos días no condecía con el optimismo reinante acerca del futuro argentino. La gran mayoría de estos debía pasar a engrosar la masa del proletariado urbano y rural, con bajos salarios y frecuente desocupación.
El campo les estaba vedado a los que llegaban, por el acaparamiento de la tierra en grandes latifundios ganaderos, donde sólo se los admitía en calidad de peones a precio de hambre. La colonización agrícola había sido, en general, un fracaso. Los colonos se arruinaban con frecuencia por el bajo precio de sus productos y debían vender la tierra, si la tenían. En 1910 sólo una tercera parte de los chacareros eran propietarios, el resto arrendatarios a precios altísimos que les insumían la mayor parte de las ganacias.
no era mejor la situación del trabajador urbano.
El país de la abundancia, de que se hacían lenguas los dueños de la situación, donde sólo bastaba extender la mano para hallar sustento, conoció la vergüenza del trabajo de las mujeres y los niños menores con salarios inferiores a un peso, cuando el pan costaba 0,30 el kilo. Se multiplicaron los conventillos, en donde había hacinamiento.
Dadas estas situaciones extremas y el bajo nivel del los salarios, las luchas sociales adquirieron importante virulencia, mientras las clases dominantes se preparaban para festejar el Centenario.
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