domingo, 30 de noviembre de 2014

Matrimonio en siglo XVIII

Frans Hals


En asuntos de familia se impone una severa reserva. Un asunto de familia importante es el matrimonio de algún hijo o hija. Los padres – en este caso- los hacen partícipes comunicándoles. El tono no será conminatorio, pues se espera asentimiento y se le pide que guarde para sí la propuesta hasta el momento en que las circunstancias permitan anunciarlo.
Con respecto al vínculo que implica el matrimonio no se guardan reservas sobre el carácter no idílico del mismo.

Para las mujeres presupone un estado de obligaciones y deberes que no se tenían en la soltería y también se espera de ellas el acato de las decisiones – cuales fueran- del marido.
Las obligaciones de la mujer hacia su familia en general son de una estricta disciplina que no admite descanso, ni secreto y sí impone disponibilidad inmediata.

El matrimonio es, ante todo, el sacramento que los dos esposos se dan mutuamente en presencia de un sacerdote pero también es el compromiso de cumplir con el objetivo principal: la procreación.
El matrimonio por amor va reemplazando lentamente al matrimonio por interés o por dinero durante los siglos XVII y XVIII.
Y ese amor se expresa en el jardín, de allí que suela ser el escenario de los retratos de los recién casados.
En Inglaterra y en sus colonias las parejas se refugian en la intimidad de su jardín y de su parque.
Los más humildes expresan por escrito esas intimidades que los más ricos hacen a través de cuadros.
Si no tienen jardin, los leads les ofrecen el mismo encanto.

El jardín cercado de los pintores holandeses no le quita las asociaciones íntimas. Suceden allí todo tipo de encuentro de esta índole: conversaciones entre las personas, la lectura, parejas jugando ajedrez, o bebiendo- siempre un vaso para los dos-,una madre despiojando a su hija – acto cargado de reflexiones amorosas hace siglos.

Los puritanos vieron con malos ojos el jardín geométrico de árboles y bojes podados, pues eran producto de la razón y eran considerados capaces de perjudicar el desarrollo del camino interior.
(fuente: Historia de la vida privada, Philippe Aries y Georges Duby, Taurus, 1987)

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