lunes, 13 de octubre de 2014

Marionetas. Sollers, Deleuze, Fellini.


I. “Atreverse a reír allí donde ya no cabe reírse” –escribe Philippe Sollers como lector de Georges Bataille-.                                                                                                                                                      La risa menor siempre está disponible, siempre lista para salir a escena. Forma parte del espectáculo, donde nunca falta algo de lo que sí cabe reírse, bien reírse, con corrección.                                    

Reír es distinto de reírse. No es una actividad comunitaria.                                                                            Reír ocurre estando a solas, incluso cuando hay otros.
Quién hubiera podido creer que reímos así?                                                                                               La risa mayor nunca cabe en sitio ni época ninguna. Siempre está de más. 

II. Deleuze crea el concepto de cliché pictórico: lo que habita oculto tras el blanco de la tela y precede al acto mismo de pintar. El punto de partida no está vacío sino “lleno de clichés”. No es nuevo ni antiguo, sino viejo, muy viejo. Tiene la “edad de sus prejuicios” –enunciación poética de Bachelard. Pintar es hacer surgir una presencia que interrumpe la representación.                                                                                         Ha sido necesario un trabajo de sustracción.                                                                                      

III. Desalojar el cliché, reír con una risa que no se reconoce como propia, -risa de nadie, para nadie-.          Sollers otra vez: “…la alegría no es la irrisión ni la chacota de nuestra actualidad iletrada y violenta”.           No hay burla aquí, ni voluntad transgresora de un sujeto por fin liberado ya en posesión de los hilos de su destino.
El “transgresor” aspira al Ser, -ser titiritero,… ah, sí…“reírse” de todo cuanto existe-.

IV. Fellini, ya casi sobre el final, y acorde al tono de susurro que conviene a su invención, deslizó que en su valoración personal de una obra de arte fue siempre primordial que se le impusiera la presencia de un algo vivo. Vital, entonces, en sus dichos, es la mínima presencia de un margen por fuera del cliché.                                                     
Nietzsche, Deleuze, Sollers, Fellini, o el arte como sombra hospitalaria donde alojar lo que sólo es apariencia.                                               
Una marioneta perfecta  no ofrece resistencia. De logros poco y nada le interesa, y se solaza en lo que su desarticulación se preste a dispensar.

Peter Paul Rubens y Jan Brueghel el Viejo - El Olfato



 Peter Paul Rubens y Jan Brueghel el Viejo - El Tacto

Peter Paul Rubens y Jan Brueghel el Viejo - El Oido

Peter Paul Rubens y Jan Brueghel el Viejo - El Gusto

Peter Paul Rubens y Jan Brueghel el Viejo - La Vista

No hay comentarios:

Publicar un comentario