CONCIERTO EN COLEGIO NACIONAL BUENOS AIRES
CICLO DE MÚSICA E HISTORIA EN LOS PALACIOS DE BUENOS AIRES
jueves, 12 de septiembre de 2019,
Colegio Nacional de Buenos Aires
Texto de la presentación de la profesora Noemí Molinero el 12 de septiembre de 2019
© 2019 Noemí Molinero. Toda cita de este texto debe indicar su título y publicación original en https://historiaatravesdelarte.blogspot.com/2019/09/concierto-en-colegio-nacional-buenos.html
1a ENTRADA
Hemos escuchado Capriccio para Cuarteto de Cuerdas en Mi menor, Op 81 de Félix Mendelsohnn interpretado por el Cuarteto de Amigos, integrado por Haydée Seibert y Gustavo Mulé violines, Elizabeth Ridolfi viola y Myriam Santucci violoncello. En el marco del ciclo “Música e Historia en los palacios de Buenos Aires”, en su segunda temporada, declarado nuevamente de interés cultural por el ministerio de cultura del Gobierno de la ciudad y recientemente también por la Legislatura porteña. Rindiendo así, homenaje a los edificios más emblemáticos, en su valor arquitectónico y cultural, a través del cruce entre Historia, Arquitectura y Música.
En esta ocasión, en un colegio de máxima excelencia, del que
fueron alumnos presidentes, intelectuales y premios Nóbel.
Como palacio es extraño, ya que no es sólo inmóvil arquitectura,
sino que aún aloja actividad, creativa y cambiante.
Como centro de formación es también extraño, porque no se limita
a seguir los mandatos de la cultura de masas, a la que Ricardo
Piglia ubicó como cultura del ruido.
En esta tierra, que fue una de tantas colonias españolas y que, aún
así, se mantuvo diferente del resto. Ya desde aquel entonces el
puerto de Buenos Aires quiso dominar al resto de las regiones que
conformaron el actual territorio argentino, acaso por haber crecido
en la cercanía de ese gran océano de tierra, como llamó a la pampa
el capitán Andrews, un inglés, que pasó por aquí en 1825, se
asombró, y por supuesto escribió un libro.
Zona esta, diferente del resto de las colonias, ciudad separada de la
interminable llanura, mal resignada a retroceder ante palacios
cerrados, y cámaras y antecámaras, que se levantaron como si se
hubiera intentado conjurar tanta inmensidad abierta.
Este edificio, con características de palacio, fue remodelado por el
arquitecto belga Norbert Maillart, quien también proyectó el Palacio
de Correos (actual CCK) y el Palacio de Justicia. Fue inaugurado
en 1938, y cinco años más tarde declarado sitio histórico.
Estamos en el Colegio Nacional de Buenos Aires, creado en el año
1863 por decreto del presidente Mitre, durante el período de
organización nacional, y centralización del poder político, en el que
la educación funcionó como elemento de unificación ideológica,
creándose por lo tanto 14 colegios nacionales, uno por cada
provincia.
En 1863, año de la primera promoción, de la que fue parte Miguel
Cané, ilustrando su paso por el colegio en el libro ”Juvenilia”,
cuando aún era un viejo edificio colonial.
En los años de organización nacional se convocó para las nuevas
instituciones a naturalistas y pensadores que ayudaron a describir y
estudiar las riquezas naturales del país. Y así fue como llegaron
desde diversos sitios de Europa- Bélgica, Francia o Prusia-
especialistas sobre la riqueza minera, geógrafos, a cargo de la
primera cartografía completa, naturalistas fundadores de academias
de ciencias físico matemáticas y entre ellos el pedagogo francés
Amadeo Jacques, también retratado en Juvenilia, cuando fue
director del Colegio Nacional Buenos Aires, teniendo una
participación de importancia en el campo pedagógico de la segunda
mitad del siglo XIX.
Es posible afirmar que desde el Real Colegio de San Carlos, en el
siglo XVIII, los cambios que se fueron sucediendo aquí mismo
fueron efecto, cada vez, de lo que ocurría en ese momento en el
país, sin dejar de ser, al mismo tiempo, no apenas un reflejo, sino
un mundo en sí mismo, discontinuo y a contracorriente del resto.
En todo caso, siempre, hay un otro lado del espejo en el que se
tejen historias diferentes.
A continuación escucharemos el . Tres Minués Argentinos
a. “Los abrazos”, de Amancio Alcorta
b. “Minué en Fa Mayor”, de Juan Pedro Esnaola
c. “Figarillo”, de Juan Bautista Alberdi
Pediremos que, como son breves, sean escuchados sin
interrupciones. Gracias
2a ENTRADA
En 1654, el cabildo de Buenos Aires encomendó a la orden de los
jesuitas que se ocupara de la educación de los jóvenes. A los pocos
años, trasladaron el colegio de San Ignacio a esta manzana.
Estamos en lo que dio en llamarse, desde principios del siglo 19, La
Manzana de las Luces, puesto que casi cincuenta instituciones
intelectuales se instalaron aquí. En particular por la presencia del
Templo de San Ignacio.
Cuando los jesuitas fueron expulsados por la corona española en
1767, en lo que era la ranchería del Colegio, frente a la Manzana,
se construyó el primer teatro de Buenos Aires, lo que implicó un
empuje cultural a la ciudad.
Pasó a la historia como Teatro de la Ranchería, a pesar de tener
por nombre Casa de Comedias porque el rancho, que era el
depósito de los frutos y productos de las misiones (de los padres
jesuitas), era conocido como la “Ranchería de los jesuitas” o
“Ranchería de las misiones”.
Se encontraba ubicado en las actuales calles de Alsina y Perú, o
sea aquí a la vuelta.
Una noche de Agosto de 1792 se incendió por completo y nunca se
supo si fue accidente o atentado.
Por un lado porque el fuego pudo haberse originado accidentalmente en los cohetes disparados desde el atrio de la iglesia de San Juan Bautista del convento de Capuchinas en el que en ese día había una celebración, o porque desde la Iglesia misma y su concurrencia se comentaba que “el fuego que reducía a cenizas la casa del error y de los placeres mundanos era fuego del cielo”.
El Real Colegio de San Carlos se fundó usando algunas aulas del
antiguo colegio de San Ignacio.
En 1807, momento de las invasiones inglesas, fue cuartel de
Patricios, y los estudiantes debieron ser trasladados a una finca
perteneciente a José Martínez de Hoz, quién en plenas invasiones inglesas, fue nombrado, por los ocupantes: administrador de aduanas.
En épocas de la colonia el colegio carecía de autonomía
académica, pese al librepensamiento iluminista de algunas
autoridades y profesores. Para ingresar como pensionado era
preciso tener autorización del virrey, ser hijo legítimo, cristiano viejo, y limpio de toda mácula y traza de moros y judíos. He aquí la
impronta de la Inquisición española.
Se decía que los alumnos eran educados para servir como frailes y
clérigos y no como ciudadanos. Sin embargo, parte de la
generación de mayo se educó allí. De los nueve miembros de la
primera junta, seis estudiaron en el establecimiento.
Escucharemos al Cuarteto de Amigos interpretar: Cuarteto de Cuerdas Nro. 1, Op 20 de Alberto Ginastera. IV Mov. Allegramente Rustico
3a ENTRADA
En época de la independencia, el Colegio se fusionó con el
Seminario Conciliar; más tarde llevó el nombre de Colegio de la
Unión del Sud. Siendo gobernador Martín Rodríguez, durante el
ministerio de Bernardino Rivadavia, se fundó la Universidad de
Buenos Aires, el colegio pasó entonces a estar bajo su tutela como
Colegio de Ciencias Morales en el año 1823, siendo dirigido por
Miguel Belgrano, hermano de Manuel.
¿Cómo era la calle Bolivar en 1830?
Por empezar se llamó Universidad, y en la esquina de la actual Alsina, en donde había estado la Botica del Colegio, el hermano del cónsul prusiano, de apellido Halbach, instaló una librería que tomó el nombre de Librería del Colegio. En esa misma cuadra, enfrente de aquí vivía Rosas, en lo de los Ezcurra - sus suegros-, en lugar de hacerlo en el fuerte, como le correspondía por ser gobernante.
El fuerte, antiguamente había estado rodeado de un foso para evitar el acecho de los indios a quienes, según el decir de la época, debían dar, cada tanto, un escarmiento – ya no fue así en época de Rosas.
El colegio fue cerrado y vuelto abrir por Rosas, pero ahora
arancelado, y entregado a los jesuitas. Años más tarde, él mismo
los expulsó bajo el cargo de ser unitarios.
Después de la batalla de Caseros, el colegio fue temporalmente
usado como cuartel.
Estamos en el Aula Magna.
Aunque siempre hubo aquí una sala acústicamente adecuada para la enseñanza y la ejecución de la música, el Aula Magna excede la intención pedagógica. Su construcción se inspiró según el modelo de la sala principal de la Ópera de Paris de Charles Garnier. Cuenta con un órgano alemán de 3600 tubos, siendo de esta manera el órgano laico más grande del país, y fue donado por el hijo del presidente Nicolás Avellaneda, quien ejerció esa función entre 1874 y 1880.
¿Cómo fue que el hijo de un presidente donó este instrumento? Durante treinta años fue profesor de Historia en este colegio, y por motivos que se desconocen nunca recibió paga por ello. Sin embargo cuando se retiró de la enseñanza recibió lo que se le adeudaba. Fue entonces que con ese dinero decidió la compra y donación de dicho órgano. Hay una pequeña placa que así lo atestigua.
El aula magna constituye, en sí misma, un espacio musical, entre
los mejores de la ciudad de Buenos Aires.
Buenos Aires es la ciudad del tango, pero en 1935, fue en Nueva York, que Carlos Gardel -en música- y Alfredo Lepera - en letra - compusieron el tango Por una Cabeza, que escucharemos a continuación intepretado por el Cuarteto de Amigos.
4a ENTRADA
El colegio fue definitivamente incorporado a la Universidad de
Buenos Aires en el año 1911, por decreto del presidente Roque Sáenz Peña, ex alumno.
En 1925 pasó por aquí Albert Einstein. Dio una conferencia en la que contó – entre otras cosas, por supuesto - que nunca le había
gustado la escuela, se sentía muy presionado, y no se le permitía
hacer preguntas al maestro ni hablar con los compañeros. Se
negaba a estudiar de memoria y molestaba con su curiosidad
permanente. Cuando un profesor le dijo que no volviese; su
respuesta fue: “...si por mí fuera, no vendría a perder el tiempo con
usted”.
Aquí, cuando los alumnos decidían no asistir a clases, se escondían en los antiguos túneles que corren bajo el edificio, lugar naturalmente poblado de roedores. Así se originó la expresión de “hacerse la rata”. Digno argumento para una narración ubicada en la línea del devenir animal creada, entre otros, por Kafka.
El colegio no abandonó su tradición humanista, clásica, ni siquiera
cuando se propuso la tarea, difícil, de incorporar el estudio y el rigor
de las ciencias.
Por sus aulas pasaron ocho presidentes de la Nación –Rivadavia,
Vicente López, Urquiza, Carlos Pellegrini, Roque Sáenz Peña,
Marcelo Torcuato de Alvear y los generales José Félix Uriburu y
Agustín P. Justo-, también los dos primeros argentinos que
obtuvieron el premio Nobel: Carlos Saavedra Lamas y Bernardo
Houssay. Y muchas – imposible nombrarlas a todas – personalidades de la ciencia y la cultura.
Las mujeres comenzaron a asistir en forma regular recién a partir de
mediadios de siglo XX, para ser exactos 1959, porque hasta ese
momento el colegio no era mixto. Sin embargo entre 1892 y 1907 se
registran unas pocas egresadas. Ellas figuran como pioneras
universitarias, además.
¿Pertenece la música a un universo sonoro en el que se crean
narraciones sin argumentos?
Cuando se la escucha uno suele entregarse a sus fraseos, al ritmo,
al tono, como si fuera la confirmación de algo que ya se sabía.
Sin embargo, debe haber una iniciación en la música que se va a
escuchar, que permite, seguir la composición al escucharla.
La música no parece tener referentes, parece funcionar con puras
formas...
Esta autonomía se relaciona con su propia modernidad, una lejanía con el propio presente, en la que los artistas se distancian de los condicionamientos de la época, se ubican por fuera de ella, y así como también ocurre en el arte oriental, no se desecha lo que existe, se lo usa y se lo valora en su cualidad propia.
¿Es eso lo que hizo Piazzolla con el tango?
A continuación, escucharemos, “Oblivion”,
de Astor Piazzola, interpretado por el Cuarteto de Amigos.
5a ENTRADA
Desde siempre y particularmente desde la época de la Reforma
Universitaria, iniciada en 1918, este colegio estuvo atravesado por
la política. Esto es algo diferente a lo que suele llamarsepolitización, ya que, en el caso que nos ocupa, fue un
atravesamiento institucional en el que el colegio se incluyó como
comunidad diversa. Lo mismo ocurrió en años posteriores, en el
singularísimo marco de una pluralidad soportable para los otros. Es
decir, en un espacio tensionado. En los años 60 y comienzos de los
70 se fracturaron las formas tradicionales, y reapareció el deseo de
cambiar el mundo a través de la actividad política. Las agrupaciones
estudiantiles crecieron y se multiplicaron. La manzana de las luces
fue ahora escenario de la huída de los cerebros producida luego de
la operación Escarmiento, dentro de lo que se conoce como La
Noche de los Bastones largos.
Hubo represión durante el peronismo de Isabelita y poco tiempo
después, estando ya en pleno funcionamiento la última dictadura
cívico-militar, el colegio fue intervenido. Algunos miembros de la
comunidad, alumnos o docentes, pudieron abandonarlo, partiendo
al exilio. Otros muchos, en cambio, fueron asesinados o desaparecidos.
Ricardo Piglia observó que, durante la última dictadura, la ciudad se
había alegorizado, y cuando volvió de una breve ausencia en esos
años: Todo en la calle se había vuelto explícito. También los
carteles de las paradas de colectivos, en donde se leía: “Zona de
detención”.
El terror nocturno invadía todo, y, a la vez, seguía la normalidad, la
vida cotidiana, la gente iba y venía por las calles. Amenaza explícita
pero invisible.
Efecto siniestro de una doble realidad.
Gerardo Gandini, pianista y compositor, sostuvo: “la
composición de música es parecida a la poesía, en el hecho de que
uno escribe música o poesía casi sin esperanzas. Se sabe que con eso no se va a ganar nada”.
El arte es un lugar de experimentación y juego con la incertidumbre, más que una búsqueda de certezas cognitivas.
Para finalizar esta velada escucharemos ahora, de Piazzolla: Fuga
y Misterio, en arreglo de Cristian Zarate, ejecutado por el Cuarteto
de Amigos.
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