Kafka escribió:
"Estas gentes son los dueños del mundo, y sin embargo se equivocan: detrás de ellos avanzan ya los secretarios, los burócratas, los políticos profesionales, todos esos sultanes modernos a los cuales ellos les preparan el acceso al poder."; (“América”).
Kafka escribió:
"La humareda se disipa y no queda sino el barro de una nueva burocracia: las cadenas de la humanidad torturada están hechas con papel de ministerio."; (“América”).
Kafka escribió:
"No es necesario que salgas de tu casa, quédate en tu mesa y escucha. Ni siquiera escuches, espera simplemente. Ni siquiera esperes, quédate totalmente quieto y solo. Entonces el mundo te ofrecerá desenmascararse ante ti. No puede evitarlo: extasiado, se retorcerá en tu presencia."
Kafka no quiso ser un escritor.
Kafka quiso escribir, y escribió.
Hasta hoy, su escritura permanece ajena a cada una de las esperanzas que se le han ofrecido. Su quietud no tiene centro; su quietud nunca descansa. Es un acto impermeable a la historización.
Kafka es leído, e incluso releído.
Al cabo de leerlo, no sucede casi nada. Lo muy poco que ocurre es prematuro, o se interrumpe sin motivo. No entusiasma.
Cada vez, libro en mano, no puede afirmarse con certeza si ya se lo ha leído en otro tiempo, ni tampoco si ahora se ha terminado de leerlo.
Un instante después, repuesto el libro en su lugar, el cuerpo quiere moverse soberano, nuevamente sabiendo lo que hace y hacia dónde se dirige.
Bosque |
Rush hour |
View from the window |
Escher, "Eight heads" |
Escher, "Ambidextrous" |
Escher, |
Escher, "Metamorfosis" |
Puente Carlos, Praga |
Ventana |
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